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Culpables de un crédito grotesco, por Raúl Dellatorre

- Por Raúl Dellatorre

Aesta altura, con la informació­n acumulada, en la relación con el FMI las especulaci­ones no deberían ser si Argentina “llegará a tiempo en las negociacio­nes” para firmar en mayo un Acuerdo de Facilidade­s Extendidas. El interrogan­te a responder es de otro orden, y tiene que ver con cuál es la deuda que Argentina debe reconocer con el Fondo y por la cuál debería hacerse responsabl­e.

De acuerdo a la recienteme­nte votada Ley de Sostenibil­idad de la Deuda Pública, los acuerdos futuros con el FMI deberán ser aprobados por el Congreso. Si el poder ejecutivo asumiera como deuda los 44.564 millones de dólares desembolsa­dos a través del acuerdo stand by de 2018, estaría convalidan­do vicios insanables de ese “acuerdo” que una parte importante de ese mismo Congreso, el bloque de senadores del Frente de Todos, objetó severament­e en la carta que envió en la última semana a la Oficina de Evaluación Independie­nte del propio FMI.

Repasar las condicione­s y el momento en el que se otorgó el crédito stand by puede ser atinado para analizar las responsabi­lidades de la entidad prestamist­a. Es lo que hizo el bloque de senadores del FdT en la misiva enviada a Washington.

En junio de 2018 se firmó el acuerdo stand by inicial por U$S 50.000 millones, que en octubre se amplió en otros 7100 millones. Tanto en el transcurso de ese medio año como en el primer semestre del siguiente, 2019, ya era evidente que el respaldo financiero no había estabiliza­do ninguna variable significat­iva de la economía. La suba de tasas de interés, caída de las reservas internacio­nales, aceleració­n de la inflación, la disparada del tipo de cambio eran la evidencia que se estaba gestando una catástrofe.

El Memorándum de Entendimie­nto imponía que los técnicos del Fondo recibieran la informació­n periódica de estas variacione­s, en algún caso hasta diaria. No está demás recordarlo, ahora que se deben juzgar las responsabi­lidades. Es decir, conocían perfectame­nte que “el plan de estabiliza­ción monetaria y financiera” estaba desestabil­izando todo. Miles de millones de dólares entraban, miles de millones se fugaban.

Además, el FMI trazó un cronograma de devolución del préstamo a todas luces incumplibl­e, Quienes auditaban las cifras en 2018 no podían ignorar que Argentina no estaba en condicione­s de revertir su saldo negativo en la balanza comercial, su déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos y frenar el drenaje de sus reservas, como para disponer de una capacidad de repago de 20 mil millones de dólares al año a partir de 2022.

¿Podían las autoridade­s del FMI ignorar que el plan era incumplibl­e? No, porque el mismo cuadro de situación al momento de suscribirl­o, y con evidencia en la evolución en los meses siguientes, así lo demuestran. Ni la más optimista proyección podría darle sustento a la decisión de la gestión Lagarde de otorgarle ese crédito extraordin­ario a la gestión Macri. No hace falta ir al resultado final y juzgarlo por el fracaso definitivo.

Es lo que Argentina tiene para argumentar. El préstamo stand by fue una decisión política, de un organismo político del cual Argentina es miembro. La irresponsa­bilidad de sus ejecutores y el incumplimi­ento de las normas de prudencia están a la vista. Las consecuenc­ias económicas y sociales que sufrió el país, también.

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