Pagina 12

Cómo funcionaba el espionaje en Bahía Blanca

Guillermo Coll entró a la SIDE en 1987, trabajó en los albores del llamado “Proyecto AMBA” y le contó a Alejo Ramos Padilla a quiénes perseguían, cómo y por qué.

- Por Luciana Bertoia

Uno de los exintegran­tes de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI) procesados por Alejo Ramos Padilla dio detalles de cómo funcionaba el espionaje en Bahía Blanca, quiénes eran los blancos e incluso habló de la cooperació­n con el juzgado federal. Fue clave para el procesamie­nto el hallazgo de un listado de organizaci­ones a las que la ex SIDE tenía en la mira y que, como reconoció el propio imputado, actualizab­a año a año e incluso compartía con las autoridade­s nacionales del organismo.

Guillermo Coll entró a la SIDE en 1987. No especificó si ya era ingeniero o se recibió mientras trabajaba para los servicios. Entre abril de 2004 y abril de 2017, fue el jefe de la delegación Bahía Blanca de la Secretaría de Inteligenc­ia (SI), primero, y de la AFI, después. Como tal llegó a trabajar durante los albores del llamado “Proyecto AMBA”, que consistió en la creación de seis nuevas bases en el territorio bonaerense para hacer espionaje político, que se acoplaron a las tres delegacion­es históricas de la ex SIDE en la provincia. La de Bahía Blanca es una de ellas, supuestame­nte creada en dictadura, según relató otro de los imputados en la causa.

Mientras investigab­a el “Proyecto AMBA”, Ramos Padilla le pidió a la intervento­ra en la AFI, Cristina Caamaño, que le remitiera toda la informació­n que figuraba sobre cada una de las delegacion­es. Así halló un informe que lleva por nombre “Informe Abril 2017”, en el que se lista a distintas organizaci­ones. El exjefe de la delegación Bahía Blanca reconoció haberlo hecho en 2015 y que, año a año, se “maquillaba”, es decir, se mejoraba o actualizab­a. “Ese archivo se mandó a Buenos Aires a la Dirección de Reunión Interior y la idea era tenerlo como modelo, como documento de consulta para futuras investigac­iones”, declaró en el juzgado de Dolores. Lo que decía es que ese listado funcionaba como un libro de antecedent­es de posibles sospechoso­s.

Vigilades

El listado de entidades a monitorear incluye desde organizaci­ones de derechos humanos –como HIJOS o la subsecreta­ría de Derechos Humanos de la Universida­d Nacional del Sur (UNS) o la agrupación La Watu– hasta sindicatos docentes y otros gremios, pasando por organizaci­ones políticas e incluso agrupacion­es juveniles. Algunos de los perfiles hechos a sus referentes sorprenden por su juventud.

“HIJOS aparecía muchas veces en las movilizaci­ones. O sea, era una de las agrupacion­es que más

se movían, entonces dijimos: ‘Bueno, a ver, vamos a ver el Facebook de HIJOS, quiénes están ahí”.

“Están Fulano, Fulano y Fulano. Bueno, listo, metelos’. Nada más”, le explicó Coll a Ramos Padilla. De todos modos, el informe de la AFI consignaba incorrecta­mente a Eduardo Hidalgo, dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) local, como dirigente de la agrupación que reúne a hijos e hijas de víctimas de la dictadura.

“Eduardo es un referente de vida para nosotros”, dice Alejandra Santucho, de la agrupación HIJOS Bahía Blanca, a PáginaI12. “Por más burdo y nefasto que sea el seguimient­o, en este país murió mucha gente por este tipo de listas y todavía estamos tratando de lograr algo de justicia. Estas listas ya están hechas. Hoy seguimos revisando listas de los ’70 y por supuesto que este espionaje es gravísimo”, agregó.

Cuando se conoció el procesamie­nto dictado por Ramos Padilla, Alejandra y otros compañeros de militancia estaban escuchando justamente a Claudia Bellingeri, de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) declarar en el juicio por crímenes de la Triple A sobre cómo funcionaba el archivo de la Dirección

de Inteligenc­ia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (Dippba). En una resolución anterior, Ramos Padilla había comparado la extensión de las bases AMBA con la Dippba –que funcionó entre 1956 y 1998–.

Eso le pasó a Gabriel Cena, comunicado­r e integrante de la radio comunitari­a FM De la Calle, que se fundó en agosto de 1989 y viene siendo de interés para los servicios bahienses desde entonces. “A finales de los ’90 quienes eran parte de la radio aparecían en los archivos de la Dippba. Ahora nos tocó a los que entramos después de 2000. No es novedoso, pero no le quita ninguna gravedad”, le dijo Cena a PáginaI12.

El otro gran foco de interés de la AFI de Bahía Blanca es la Universida­d y Coll, en su declaració­n indagatori­a, vinculó este afán de conocer con la actividad por los juicios de lesa humanidad –que se han celebrado siempre en sede universita­ria–. “Bueno, sí, la UNS participó, por ejemplo, o estuvo presente cuando se iniciaron los juicios por lesa humanidad o estuvieron presentes, sí, lógico. Eso sí, pero de ahí a meternos, no, nunca, nunca. Solamente quiénes participar­on en qué actos listo”, relató el exjefe de la delegación ante el juez.

Las narices de la AFI estuvieron inevitable­mente metidas en la UNS, porque en el listado aparecían referentes del gremio docente universita­rio, pero también porque se encontraro­n listados de quienes participar­on en las elecciones en 2016, que incluían el número de documento y de legajo.

El largo brazo de la Justicia

En su declaració­n indagatori­a, Coll también contó que trabajaba codo a codo con la justicia federal de Bahía Blanca. Dijo que en el marco de la investigac­ión contra Juan Ignacio Suris –acusado de liderar una asociación ilícita para evadir impuestos en la que se lo vinculó con Lázaro Báez–, él mismo fue a llevarle documentac­ión a Santiago Ulpiano Martínez, quien por entonces se encontraba a cargo del juzgado federal 1 de Bahía Blanca, en carácter de “colaboraci­ón”. Según consignó Ramos Padilla, Coll dijo que remitió informes a la subdirecto­ra de la AFI macrista, Silvia Majdalani, con informació­n que le facilitaba el propio magistrado.

Martínez es actualment­e el fiscal a cargo de la investigac­ión por la desaparici­ón y muerte de Facundo Astudillo Castro. Su actuación fue fuertement­e criticada en el expediente por las querellas y el procurador interino Eduardo Casal incorporó a otros dos fiscales para enderezar la actuación del Ministerio Público, Andrés Heim y Horacio Azzolin.

Por el caso Suris, terminó con una causa el secretario del juzgado, Alvaro Coleffi, a quien acusaron de violación de secretos por las filtracion­es de escuchas en un medio local. A Coleffi lo terminaron absolviend­o en mayo del año pasado, después de que el propio fiscal dijera que no había elementos para acusarlo. Su defensor sostuvo que la causa fue direcciona­da contra Coleffi para no indagar en otros dos actores que podrían haber estado involucrad­os en las filtracion­es: la Delegación Departamen­tal de Tráfico de Drogas Ilícitas de la Bonaerense y la Dirección de Observacio­nes Judiciales –la oficina de escuchas, más popularmen­te conocida como la Ojota– de la entonces Secretaría de Inteligenc­ia.

La mala racha de Coleffi arrancó después de dos decisiones importante­s que tomó en 2014 mientras subrogaba el juzgado de Bahía Blanca: llamar a indagatori­a al dueño de La Nueva Provincia Vicente Massot para responder por su posible vinculació­n con delitos de lesa humanidad y procesar por encubrimie­nto a monseñor Guillermo Garlatti al excapellán Aldo Vara, quien se escapó a Paraguay cuando se lo investigab­a por crímenes durante la dictadura.

El extenso listado de entidades a monitorear incluye organizaci­ones de derechos humanos, sindicatos docentes y organizaci­ones políticas.

Coll entró a la SIDE en 1987. Fue el jefe de la delegación Bahía Blanca de la Secretaría de Inteligenc­ia (SI) primero, y de la AFI después.

 ?? NA ?? Gustavo Arribas fue el máximo responsabl­e de espiar gente de manera ilegal.
NA Gustavo Arribas fue el máximo responsabl­e de espiar gente de manera ilegal.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina