Márgenes de ganancia
Por Fabián Amico *
Cuando se discute el papel de los márgenes de ganancia en la inflación y en la distribución del ingreso rara vez se aclara si se trata del margen nominal o del real. En términos formales, el margen real es resultado de deflacionar el margen nominal. Su diferenciación es muy relevante para evaluar la dinámica de precios en entornos inflacionarios.
En la formación de precios, el ingreso de cada empresa debe ser capaz de cubrir el valor de los insumos al costo de reposición, de modo que la firma pueda continuar su producción. Dado que los precios están determinados por los costos históricos más un margen nominal, este último se puede ver como el “link” entre los costos históricos y los de reposición. El margen nominal debe ajustar de tal manera que los precios futuros garanticen un cierto margen real. En consecuencia, en qué medida el crecimiento de los costos (los salarios en particular) afectará a la rentabilidad y cambiará la distribución del ingreso (el margen real) depende crucialmente del grado en que el propio margen nominal pueda ajustar frente al aumento de los costos.
En este punto surge un interrogante: ¿puede la inflación deberse a aumentos autónomos de los márgenes de parte de empresas con gran poder de mercado? En todas las economías del mundo (sean con inflación alta o muy baja) la enorme mayoría de las actividades presentan barreras a la entrada para nuevos competidores y las empresas dominantes obtienen tasas extraordinarias de rentabilidad. Sin embargo, eso no tiene ninguna repercusión sobre las tasas de inflación que son, en general, muy bajas. La conexión de tal proceso con la inflación es virtualmente inexistente. ¿Acaso es mayor la concentración del capital en Argentina que en Estados Unidos, Alemania o Brasil? Las barreras a la entrada explican la mayor rentabilidad de las firmas, pero no pueden explicar distintos niveles de inflación.
No obstante, los márgenes (nominales y reales) no están fijos. El mundo real se ubica en un caso intermedio donde el margen nominal no es constante, pero ajusta solo parcialmente en cada período.
A su vez, el nivel del margen no puede disociarse del nivel de la tasa de interés, fijada por la autoridad monetaria, ya que esta tasa es un costo de oportunidad para cualquier capital (sea prestado o no), fijando un “piso” de rentabilidad. En una economía abierta esto es aún más complejo. La tasa de interés nominal también influye sobre tipo de cambio, que también tiene una importante implicación distributiva. La interacción de estas variables, junto con el salario nominal, resultará en una determinada tasa de inflación y una cierta configuración distributiva.
En algunos casos, el tipo de cambio y el salario en dólares se tornan variables importantes para la distribución. Es el caso argentino, donde se exporta una commodity primaria que es un bien “básico” respecto del cual el país es tomador (y no formador) de precios en el mercado internacional. Esto implica que el nivel de precio interno del bien debe ser igual al nivel de precio internacional multiplicado por el tipo de cambio nominal (neto de eventuales retenciones y subsidios). Un precio doméstico mayor al internacional no sería sostenible, porque sería más barato importar el bien. Lo contrario tampoco sería sostenible: los productores nacionales obtendrían un ingreso más alto por las exportaciones que del mercado interno, lo que forzaría la inflación del precio interno.
Así, una suba del salario real, dado el tipo de cambio y el precio internacional, disminuye la tasa de ganancia del sector transable. Luego, si se admite la competencia (desplazamiento de capitales en busca de oportunidades rentables) ese proceso terminará por disminuir la tasa media de beneficios. Esto revela dos cuestiones importantes:
1) Las empresas tienen una capacidad de “decidir” precios muy restringida y sus márgenes de ganancias son mayormente endógenos, fuertemente influenciados por la política económica y por la dinámica del salario;
2) El sector transable o exportador es tomador de precios (no formador), por ende no puede sino adaptarse a los oscilaciones de la inflación internacional y, por supuesto, a las decisiones de política económica, como la potencial fijación de impuestos a las exportaciones, subsidios a las importaciones, tipos de cambio múltiples, entre otros.
* Economista de la Universidad Nacional de Moreno.