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Cruce de artistas inclasific­ables

Juana Molina y Ca7riel se presentaro­n en Tecnópolis El show, que fue parte del ciclo Atardecere­s en Tecnópolis, iba a suceder en la Sala C, pero se postergó por la pandemia.

- MUSICA Por Yumber Vera Rojas

“Cómo los extrañaba”, espetó Ca7riel a poco de comenzar el recital. Y esa añoranza la volcó en una performanc­e potente, como quien se reencuentr­a en la intimidad con el amor de su vida después de un largo viaje en solitario. Una de las últimas aparicione­s en vivo de una de las figuras referencia­les de la novel generación de la música popular contemporá­nea argentina fue al lado de Juana Molina. Iba a suceder en la Sala C, en calidad de invitado, aunque el anuncio de la cuarentena obligó a que el encuentro se consumara en el show que la reina del indie argentino terminó ofreciendo para la radio online Futurock. Desde entonces, ninguno de los dos músicos consumó actuación alguna de manera virtual. Pero de pronto les tocó el día que volvieron a subirse a un escenario, y a sentir el ida y vuelta con el público.

El sábado, tanto Juana Molina como Ca7riel fueron parte de la grilla del ciclo Atardecere­s en Tecnópolis, organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación. Si bien se presentaro­n juntos, no lo hicieron revueltos. Sin embargo, algunos llegaron a temer que no acontecier­a de ninguna forma ni formato, luego de que la lluvia que azotó a Buenos Aires hace un par de fines de semana obligara a su reprograma­ción. Primero se subió ella, esta vez sin banda. A propósito de la salida de su último álbum, ANRMAL

(grabado en vivo en México), la cantautora había advertido que pensaba en la posibilida­d de llevar adelante shows sola donde pudiera permitirse hacer un repertorio más libre. Queda la duda de si ésta será la nueva encarnació­n de sus puestas en directo. Lo cierto es que disparó el recuerdo de cuando salía a tocar discos como Segundo (2000) y Tres cosas (2002), y hasta la época en la que se tornó en la embajadora argentina de la folktrónic­a, con la salida de Son (2006).

Tras inaugurar su show con su adaptación de “Martín Fierro”, incluida en Segundo, Molina rescató

Molina había advertido que pensaba en la posibilida­d de llevar adelante shows sola donde pudiera permitirse hacer un repertorio más libre.

“Micael”, de Son, al igual que el tema que le siguió: “Un beso llega”. Ahí apareció “La visita”, maravilla atonal con sabor infantil, y continuó recorriend­o ese cancionero casi seminal con “¿Quién?”. Entonces paró para saludar, y reflexiona­r: “El 6 de marzo fue la última vez que toqué y ahora todo cambió a una situación más contenida”. Justamente ese breve hiato sirvió para marcar un quiebre en su repertorio, donde revisitó al hilo tres canciones de Halo (2017): “Lentísimo halo”, “Paraguaya” y “Sin dones”. Una vez que reconoció que improvisó el setlist y que estaba deslumbrad­a por la Luna llena (el único fenómeno que podía sacarle protagonis­mo a esa fecha), la música regresó a Segundo. Así como en toda su actuación, apeló por la guitarra y el teclado para construir los loops de sus temas, cerrando esta vuelta con “Vaca que cambia de querencia” y “Sonamos”.

Al despedirse, Juana Molina invitó al público, que el lunes agotó rápidament­e las 400 entradas que se dispusiero­n de forma gratuita para el Arco (escenario erigido en la entrada de Tecnópolis, al lado del Tintanosau­rio), a quedarse para ver a Ca7riel (se pronuncia Catriel). A pesar del gesto, la mayoría había ido a verlo a él. O por lo menos el rango etario así lo sugería. Aunque el anuncio del recital explicitab­a que en esta ocasión no se iba a presentar al lado de Paco Amoroso, su compañero de fórmula, y con el que actuó por última vez antes del anuncio de la cuarentena, reinaba la incertidum­bre del formato en el que lo haría. Luego de que el tema de la serie Alf anunciara el ingreso del artista, primero apareció el grupo que suele acompañarl­o en vivo: la ATR Band. Despejada la duda, el músico inició su show bien arriba con “McFly”, oda a la pista de baile en clave urbana, para a continuaci­ón bajar un cambio (¡y qué volantazo!) con “No aterrizó”.

Si con “Gatxs”, “Vibra alta” y

“Para la forever” (los tres de Livre, EP de 2018) dejó en evidencia que es uno de los mejores referentes de la música urbana argentina, cuando desenfundó el cover de “Me gustas mucho”, clásico blusero de Viejas Locas, Ca7riel confirmó no sólo que es el mejor guitarrist­a local en tiempos de trap, sino que también es un artista inclasific­able y de los más completos de América latina. Tampoco tuvo pruritos al momento de versionar a Luis Miguel con “Suave”, donde además le cedió protagonis­mo a uno de sus coristas, tras avisar que “tiene sus caprichos”. Pero antes estrenó en vivo una canción inédita, “Bad Bitch”, y más tarde hizo lo mismo con otra que lanzó en plena pandemia, “Polvo”. Hubo invitada, Chita, con la que cantó un tema para el que él prestó su voz: “No fue”. Y para el cierre invocó su colaboraci­ón con

Si bien se le extrañó, “Cato” ya está de vuelta en la casa.

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Juana Molina actuó sin la banda que la acompañó en los últimos años.

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