Una visita arriesgada y en pandemia
Francisco emprende el viaje número 33 de su pontificado para llevar un mensaje de paz y reconciliación, que contribuya a curar heridas, tal como lo hizo en Colombia en 2017 tras la firma de la paz después de más de medio siglo de conflicto interno.
Francisco, que quiere pasar a la historia por su defensa de los pobres y de la paz, realiza el viaje más arriesgado de sus ocho años de pontificado, según la prensa especializada. La visita papal no sólo representa un desafío desde el punto de vista religioso sino también logístico y sanitario, con un nuevo pico de contagios de coronavirus de 4.000 casos diarios.
El pontífice, que junto con su séquito y los periodistas que lo acompañan han sido vacunados, visitará Bagdad y Erbil, dos ciudades donde recientemente se dispararon cohetes contra intereses estadounidenses. Pese a ello, Francisco mantuvo su programa y explicó que no se puede decepcionar “por segunda vez a ese pueblo” tras recordar la cancelación en 1999 de la visita de Juan Pablo II.
El Papa tiene programado también una etapa en Mosul, antiguo bastión de los jihadistas del grupo Estado Islámico (EI). La visita del pontífice argentino a Irak estará marcada por la ausencia de multitudes, con las calles vacías por la pandemia y deberá utilizar casi siempre un automóvil blindado.