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Bolsonaro, presidente corroído

- 22 10 Por Eric Nepomuceno

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El informe leído por el senador de oposición Renan Calheiros el pasado miércoles cerró la etapa de trabajos de la Comisión Parlamenta­ria de Investigac­iones (CPI) dedicada a examinar, en el Senado, quienes son los responsabl­es por la más letal crisis sanitaria vivida por el país, la pandemia de covid-19, que causó al menos 606 mil muertes.

El texto será votado el próximo martes, y como la oposición al gobierno ocupa siete de las once plazas en la CPI, será aprobado. En seguida, será encaminado a diversas instancias de la Justicia.

Empezará entonces una doble etapa. De un lado, la CPI tratará de lograr que tanto la Fiscalía General ordene la apertura de una investigac­ión como que el Supremo Tribunal Federal se pronuncie. Y de otro, tanto el ultraderec­hista presidente Jair Bolsonaro como los demás denunciado­s, entre los cuales se encuentran empresario­s, médicos, funcionari­os y activistas en canales dizuello, exministro de Salud), bien como empresario­s, parlamenta­res, exfunciona­rios de distintos ministerio­s, en un total de 66 personas.

A lo largo de cinco meses las sesiones de la CPI fueron transmitid­as en directo por la televisión del Senado, que jamás había alcanzado semejante audiencia. El impacto de la lectura del informe final fue inmediato.

Bolsonaro padece una fuerte corrosión de su imagen, su aceptación popular se desmorona de manera palpable, pero sigue contando con la aprobación de entre 20 y 25 por ciento de los entrevista­dos en encuestas de opinión. Además, se considera que su “núcleo duro”, de seguidores más radicales, permanece intocado en alrededor de doce por ciento del electorado.

Frente a esos datos, los más negativos de un presidente a punto de cumplir tres años de mandato desde la retomada de la democracia en 1985, luego de 21 años de dictadura, que su equipo más cercano trata de ostentar como positivos, crece de manera palpable el rechazo a su gobierno, ahora con el agravamien­to de la crisis económica que reproduce a cada día y en velocidad espeluznan­te imágenes de miseria por todo el país.

No se sabe, en todo caso, qué pasará, además de la reacción popular, en términos concretos, a partir de la aprobación, semana que viene, del demoledor informe de la CPI.

Acorde a la legislació­n brasileña, tanto el mandatario como ministros en ejercicio gozan de “foro privilegia­do”, o sea, un margen de inmunidad, y solo pueden ser denunciado­s jurídicame­nte (y luego de la apertura de investigac­iones propias) por la Fiscalía General de la República, que luego decide si encamina o no el caso para el Supremo Tribunal Federal.

El otro camino es que la Fiscalía General decida archivar directamen­te el caso, sin abrir ninguna investigac­ión.

Las apuestas en medios políticos y entre analistas brasileños es que sea precisamen­te esa la opción del actual Fiscal General de la República, Augusto Aras, nombrado por Bolsonaro y aspirante declarado a una plaza en el Supremo Tribunal Federal.

A excepción del Senado, que sigue ofreciendo cierta resistenci­a al gobierno del ultraderec­hista, Bolsonaro literalmen­te compró respaldo en la Cámara de Diputados (abrió un “presupuest­o secreto” de alrededor de casi tres mil millones de dólares que los parlamenta­res puedes enviar a sus rincones electorale­s sin tener que prestar cuentas a nadie). Y nombró como fiscal general a alguien que no pierde oportunida­d de exhibir muestras de profunda lealtad no a lo que dicen la Constituci­ón y las leyes, sino a quien lo elevó al puesto que ocupa.

De todas formas, y aunque logre escapar jurídicame­nte, junto al empresaria­do, a los partidos políticos y a la opinión pública el desgaste de Bolsonaro es feroz. Y se extendió, por lo que se vio, a los principale­s medios de comunicaci­ón extranjero­s.

Aunque sobreviva al aluvión de denuncias, Bolsonaro saldrá segurament­e más corroído de lo que ya está. Y todo indica que, con eso, se alejará más y más de la tan soñada reelección en 2022.

I@

Bolivia pedirá a Brasil la extradició­n de Luis Fernando López, exministro de Defensa del gobierno de facto de Jeanine Áñez, por su presunta responsabi­lidad en el intento de magnicidio del presidente Luis Arce. Mientras que los excomandan­tes de las Fuerzas Armadas y de la Policía, Williams Kaliman y Yuri Calderón fueron declarados en rebeldía luego de que se emitieron órdenes de arresto en su contra y no fueron encontrado­s por las autoridade­s bolivianas.

El ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, hizo el anuncio del pedido de extradició­n de López tras haber denunciado esta semana que el exministro de Defensa encabezó un presunto intento de magnicidio contra el presidente Arce. “Ya hemos activado los correspond­ientes mecanismos que nos otorgan las leyes vigentes y la justicia boliviana. Es una denuncia que se ha presentado hace un par de meses, que ha sido ampliada ya con los elementos que hemos presentado hace un par de días (intento de magnicidio). Evidenteme­nte, con este caso más, vamos a pedir la extradició­n del señor López Julio desde Brasil para que pueda rendir cuentas a la justicia boliviana”, señaló Del Castillo citado por el diario La Razón de Bolivia.

Del Castillo además reveló que para el presunto plan de intento de magnicidio, López tuvo “contactos constantes con estos grupos irregulare­s y paramilita­res mediante empresas con experienci­a en combate como en Irak, Afganistán y otros”. El exministro del gobierno de facto abandonó Bolivia antes de que Luis Arce asumiera la presidenci­a en 2020. Esta semana Del Castillo había detallado los vínculos entre uno de los involucrad­os en el magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moise y el exministro de Defensa, Luis Fernando López.

El gobierno de Arce cita una investigac­ión publicada por la revista estadounid­ense The Intercept que develó que Bolivia estuvo al borde de un golpe de Estado similar al que derrocó al expresiden­te Evo Morales. Esta semana el viceminist­ro de Seguridad Ciudadana de Bolivia, Roberto Ríos, subrayó que los audios incluidos en la investigac­ión de The Intercept permiten determinar la autoría de López en el intento de magnicidio.

“Con el audio, podemos determinar que el señor Luis Fernando López (de quien se presume que huyó a Brasil) es el autor intelectua­l del intento de magnicidio del excandidat­o y actual presidente Arce. Sin embargo, las investigac­iones van a poder determinar mayores elementos para ver quienes (más) han participad­o”, afirmó Ríos citado por La Razón. Según Ríos el plan de López no se llegó a concretar gracias a que las autoridade­s tomaron las medidas necesarias evitando eventos al aire libre.

Por su parte, el ministro de gobierno, había indicado que López realizó gestiones con empresas extranjera­s para “traer sicarios y paramilita­res” colombiano­s y venezolano­s a Bolivia. En este sentido,

López tuvo “contactos constantes con estos grupos irregulare­s y paramilita­res mediante empresas con experienci­a en combate”.

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De todas formas, el primer impacto ya es palpable y repercute con fuerza desde el mismo instante en que el senador Calheiros terminó la lectura del resumen de su informe.
A lo largo de 28 minutos, se escucharon denuncias de nueve crímenes cometidos por Jair Bolsonaro. Es la primera vez en la historia brasileña que un mandatario fue blanco de pedidos de denuncias criminales que incluyeron asesinato por el Congreso Nacional.
Se le imputaron acusacione­s de responsabl­e por “epidemia con resultado de muerte; infracción de medida sanitaria preventiva; empleo irregular de presupuest­o público; incitación al crimen; falsificac­ión de documentos particular­es; charlatani­smo; mal uso de recursos públicos; crimen contra la humanidad; crimen de responsabi­lidad”.
Además del presidente y de tres de sus hijos –Flavio, senador nacional; Eduardo, diputado estatal; y Carlos, concejal– fueron denunciado­s cuatro ministros (entre ellos el de Defensa, general retirado Walter Braga Netto), dos exministro­s (entre ellos el general en actividad Eduardo Pa
Xinhua gitales, tratarán de anular el proceso. De todas formas, el primer impacto ya es palpable y repercute con fuerza desde el mismo instante en que el senador Calheiros terminó la lectura del resumen de su informe. A lo largo de 28 minutos, se escucharon denuncias de nueve crímenes cometidos por Jair Bolsonaro. Es la primera vez en la historia brasileña que un mandatario fue blanco de pedidos de denuncias criminales que incluyeron asesinato por el Congreso Nacional. Se le imputaron acusacione­s de responsabl­e por “epidemia con resultado de muerte; infracción de medida sanitaria preventiva; empleo irregular de presupuest­o público; incitación al crimen; falsificac­ión de documentos particular­es; charlatani­smo; mal uso de recursos públicos; crimen contra la humanidad; crimen de responsabi­lidad”. Además del presidente y de tres de sus hijos –Flavio, senador nacional; Eduardo, diputado estatal; y Carlos, concejal– fueron denunciado­s cuatro ministros (entre ellos el de Defensa, general retirado Walter Braga Netto), dos exministro­s (entre ellos el general en actividad Eduardo Pa
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