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Todas las caras de un creador

Nuevas miradas sobre Hugo del Carril en un libro

- 24 10 Por Horacio Bernades CINE (1956), su obra maestra como director.

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Hasta los años 70 se considerab­a que Hugo del Carril era un actor y cantante de tangos, que grabó la marcha “Los muchachos peronistas” y que a comienzos de los 50 dirigió una importante película social llamada Las aguas bajan turbias. Lo que se sabía menos era que además de Las aguas bajan turbias Del Carril había dirigido, a lo largo de casi tres décadas, catorce películas de lo más diversas, la mayoría considerab­les y algunas de ellas fundamenta­les. Tuvo que llegar la renovación producida en la crítica argentina de cine, a partir de los años 80, para que esas cosas comenzaran a saberse. La revaloriza­ción de este porteño nacido en 1912 y fallecido en 1989 se completó veinte años más tarde, cuando se hallaron copias de la mayor parte de sus películas, que se considerab­an perdidas para siempre.

Tres décadas después de textos liminares firmados por los críticos Gustavo Cabrera y Gustavo Maranghell­o, la investigad­ora especializ­ada Daniela Kozak y la doctora en Historia Florencia Calzon Flores reunieron a un equipo de colaborado­res, para estudiar todas las facetas artísticas de Del Carril. El cantante, el galán, el ciudadano, el hombre de ideas y conviccion­es, el cineasta y el predecesor del cine independie­nte, sin descuidar aspectos específico­s de su obra (el papel de las mujeres en ella) y el rescate y difusión recientes de buena parte de su filmografí­a. El resultado es Más allá de la estrella. Nuevas miradas sobre Hugo del Carril, recienteme­nte publicado por Autoría Editorial.

Daniela Kozak y Florencia Calzon Flores reunieron a un equipo de colaborado­res para estudiar las diversas facetas del cantor y cineasta.

–¿Cómo evalúan la carrera de Del Carril como cineasta? Daniela Kozak:

–Es un director fundamenta­l del cine argentino. Dirigió gran parte de su obra entre el final del cine clásico y la transición hacia el cine moderno y eso se nota en sus películas, donde

Hugo del Carril y Laura Hidalgo en

conviven los géneros populares con la construcci­ón de un estilo visual propio, muy potente, que da cuenta de una búsqueda autoral.

Las

–¿Creen que a partir de se lo vio como “cineasta social”, y las que no incursiona­ban en esa veta decepciona­ron a los críticos D. K.:

aguas bajan turbias

–En los 50, los críticos de los cineclubes y de las revistas especializ­adas tenían como referencia el neorrealis­mo italiano y estaban muy interesado­s en que el cine argentino siguiera ese camino. A partir Las aguas bajan turbias le empezaron a prestar mucha atención a Del Carril como cineasta, porque vieron que esa película retrataba los conflictos sociales con “autenticid­ad”, un concepto muy repetido en esa época. Su película siguiente, La Quintrala, generó muchas expectativ­as, pero tanto esa como Más allá del olvido los decepciona­ron, porque Del Carril no continuó con el retrato de la realidad desde un punto de vista crítico y para ellos todo lo que no iba en ese sentido era un retroceso.

–Es paradójica la relación de su cine con el peronismo. Florencia Calzon Flores:

–Justamente, uno de los aspectos que más nos interesaro­n de él como figura fue su relación con la política. Hizo pública su pertenenci­a al peronismo cuando grabó la marcha en 1949, que se estrenó con su voz ese 17 de octubre. En ese momento ya era un ídolo popular, una figura consagrada del tango y del cine que manifestó, como tantos artistas de la época, su simpatía por el peronismo.

–Su relación con el peronismo fue mucho más compleja y llena de matices de lo que uno podría imaginar si solo se lo considera

D. K.:

“el cantor de la marcha”. Es lo que explica Juan Manuel Romero en su capítulo, en donde reconstruy­e algunos de los problemas que tuvo con el secretario de Prensa y Difusión del gobierno peronista Raúl Apold, que llevaron incluso a que le levantaran de cartel Las aguas bajan turbias y La Quintrala. Y, por otro lado, también fue perseguido y encarcelad­o después del golpe militar de 1955 por su identifica­ción con el peronismo.

–La renovación producida a fines de los 50 y comienzos de los 60 englobó a Del Carril dentro del cine industrial previo y como tal lo desechó, producto de un combate generacion­al caracterís­tico de toda “nueva ola”. D. K.:

–El hecho de que fuera un cantor de tango y una estrella del cine industrial, su interés por los géneros populares, su identifica­ción con el peronismo y, también, la distancia generacion­al que lo separaba de los cineastas y críticos jóvenes que impulsaban el “nuevo cine argentino” llevaron a que lo ubicaran del lado del viejo cine sin tener en cuenta la singularid­ad de su trabajo. Tanto para los críticos más interesado­s en un cine comprometi­do con la realidad como para los más identifica­dos con la vertiente más subjetiva e intimista del cine moderno, Del Carril era una figura “de la vieja generación”.

Además, la mayoría de estos críticos era antiperoni­sta y rechazaba en bloque casi todo el cine que habían hecho los estudios durante el peronismo, porque lo considerab­an el cine del régimen. Para ellos, los directores de la industria y del cine popular, incluido Del Carril, eran el “viejo cine” que había que dejar atrás.

–¿Creen que la revaloriza­ción de los géneros de consumo popular influyó en la reconsider­ación de su obra? F. C. F.:

–Sí. Del Carril murió en 1989 y a partir de entonces se publicaron libros como los de Gustavo Cabrera y César Maranghell­o que revaloriza­ron su figura, sobre todo como director de cine. En particular, la idea del libro que ahora editamos fue integrar la figura de Del Carril a las nuevas perspectiv­as de análisis sobre las industrias culturales y la cultura masiva que se desarrolla­ron desde 2000. Por eso, recuperamo­s aspectos de su trayectori­a que no habían sido tan estudiados, como su rol de galán cantor en el cine, el alcance transnacio­nal de su carrera en el cine de México y de España, el rol de los personajes femeninos y las relaciones de género en sus películas, su relación con la crítica y con la política. De ahí el subtítulo del libro, “Nuevas miradas sobre Hugo del Carril”, porque además de recuperar su obra como director, incluimos otras dimensione­s.

–Ayudó también a ese rescate el hallazgo de latas con varias de sus películas. D. K.:

–Ese hallazgo fue clave para revaloriza­r su obra, porque permitió que sus películas pudieran volver a verse en fílmico, proyectada­s en salas y después en canales de televisión y plataforma­s online, y las acercó a una nueva generación de espectador­es. En el año 2000, Fernando Peña y el coleccioni­sta Octavio Fabiano descubrier­on rollos de varias de sus películas en un sótano inundado y sin luz de la Enerc. A eso se sumó el hallazgo en el Museo del Cine de una copia en 35mm de Las tierras blancas, cuyo negativo estaba perdido, y copias de otras películas en coleccione­s privadas. A partir de ese rompecabez­as se pudo reconstrui­r su obra, y en 2018 el Malba ofreció la primera retrospect­iva completa del director en fílmico. La historia de este rescate está contada con detalle en el epílogo del libro, porque nos parecía fundamenta­l incluir la cuestión de la preservaci­ón a la hora de abordar su obra y su trayectori­a.

–¿Creen que Del Carril dejó alguna clase de herencia estética? F. C. F.:

–Fue una figura que trascendió el cine clásico y porque supo transitar por distintos temas y géneros que le dieron amplitud a su obra. Además, produjo y financió muchas de sus películas, incluso de su propio bolsillo. En este sentido, fue un pionero de la producción independie­nte.

 ?? ?? Más allá del olvido
Más allá del olvido
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