“Va a aumentar el clima de violencia”
Fleury destaca el surgimiento del bolsonarismo como actor político y también el sujeto favelado que resiste a la ultraderecha.
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El bolsonarismo se fortaleció con el triunfo de candidatos a legisladores, entre ellos, varios exministros del mandatario ultraderechista. “Son casos emblemáticos, simbólicos, que muestran que el bolsonarismo se ha consolidado más de lo que preveían las encuestadoras, advierte a PáginaI12 Sonia Fleury, politóloga del Centro de Estudios Estratégicos de la Fundación Osvaldo Cruz. Y agrega de cara al ballottage. “Va a aumentar el clima de violencia”.
–¿Cuál es su primer de esta elección?
análisis
–Esta elección mostró el avance del bolsonarismo más de lo que se preveía, ya que en el sudeste se esperaba algo más favorable a Lula da Silva, y fue inesperada la magnitud de la ventaja de Bolsonaro en San Pablo, el mayor colegio electoral, y también en Minas Gerais, el segundo colegio electoral. Se consolidó un Senado con candidatos bolsonaristas -se renovaba un tercio- La pastora evangélica Damares Alves, quien fue titular del Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, fue elegida senadora por el Distrito Federal de Brasilia y Teresa Cristina Correa, exministra de Agricultura, ganó una banca por el estado de Mato Grosso do Sul. Son casos simbólicos. El exministro de Justicia Sergio Moro fue elegido senador nacional por el estado de Paraná. El exfiscal Deltan Dallagnol ganó un escaño como diputado federal. (N.de la R: fue acusador de Lula y Moro el juez que lo condenó, en un proceso judicial viciado y parcial). En la Cámara de Diputados ganaron candidatos conservadores emblemáticos, por ejemplo, el exministro de Salud, general Eduardo Pazuelo fue elegido por Río de Janeiro. El exministro de Bolsonaro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, fue electo por San Pablo. Se esperaba un desempeño mejor del PT, del frente democrático.
–¿Es clave el control del territorio de las milicias en las periferias y la influencia de las iglesias evangélicas?
–La Universidad Federal Fluminense difundió recientemente el mapa de las milicias mostrando que hubo un crecimiento muy fuerte de su dominio territorial y poblacional, mayor que el de los narcotraficantes. Hoy tienen poder sobre una parte significativa del territorio en Río de Janeiro. Las milicias intentan controlar el voto, así como también los líderes de las iglesias evangélicas, a favor de Jair Bolsonaro. Sin embargo, hay muchos jóvenes que están organizados en colectivos, más culturales que políticos, con música, poesias, y ellos no están con Bolsonaro. Las mujeres en las periferias rechazan al presidente por el aumento del hambre, la pobreza y la violencia, y la manera en que se arma a la población, porque sienten que va en contra de sus familias. Antes las personas tenían vergüenza de decir que vivían en las favelas, además porque el mercado no los aceptaba, pero hoy existe un orgullo de ser de favela, negro, mujer, lesbiana, favelado. Todo eso es una construcción política de insurgencia contra el conservadorismo que privilegia una democracia para las capas medias y los sectores más pudientes. El derecho básico de la democracia de ir y venir no pasa en la favela: si sale un niño negro por la noche caminando en un centro comercial, inmediatamente la policía viene para ver si está robando.
Los derechos sociales son denegados a esa parte de la población, que ahora empuja la construcción de una ciudadanía a partir de sus identidades.
–¿Ese sector es clave proteger la democracia?
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–Es clave para hacer que la democracia se democratice, que no sean solo las élites las que sean elegidas. Marielle Franco, exconcejala asesinada hace cuatro años, es parte de esa construcción: provenía de la favela, era negra, lesbiana y construía un proyecto de salir de la favela, llevando la bandera de la favela. Cambiaron la práctica legislativa, en el Congreso crearon una figura que no existe oficialmente que son las mandatas, un grupo de personas que ejercen la legislatura juntos, aunque una sola es la elegida por ley. Trabajan con un mandato colectivo, en contraste a la práctica legislativa que es personalista al extremo. La propia presencia de esas mujeres impacta en la estética del Congreso: son negras, con sus vestimentas típicas, dificil para los parlamentarios blancos. Y más: Renata Souza y Dani Monteiro, oriundas de las favelas, este domingo fueron reelectas diputadas en Río de Janeiro.
–¿Cómo prevé que será de acá a la segunda vuelta?
–Preveo un escenario violento, porque están convocando a las personas que están armadas. Ya hubo casos de muertes de simpatizantes del PT y va a aumentar. Toda la estrategia de campaña de Bolsonaro es aumentar el rechazo a Lula, todo el tiempo hablando de corrupción y con las fake news. También fomentar el miedo. Antes había muchas más manifestaciones de los electores, que exhibían su voto, ahora la gente no lo hace. Sólo los seguidores de Bolsonaro que se apropiaron de la bandera del país y de los colores y por donde hay banderas de Brasil son bolsonaristas. La gente que vota por Lula tiene mucho miedo a la violencia. El 67 por ciento de la población tiene miedo. ◢
La Universidad Cásper Líbero, un edificio con escalinatas sobre la avenida Paulista, fue uno de los centros de votación con mayor cantidad de empadronados en esta ciudad. Su nombre se debe a un periodista que la fundó en 1947. Es una de las más antiguas de América Latina. En su interior funciona un conocido café de una cadena estadounidense y en la planta baja, por la entrada de un costado, se accede al teatro Gazeta. Alicia, una misionera nacida en Posadas y casada con un brasileño hace 35 años, nos guió hacia las aulas donde la gente hacía fila para acceder a las urnas electrónicas. Ella es empleada estatal y la convocaron para la elección como personal de apoyo en los comicios. El centro educativo aumentó muchísimo el caudal de votantes porque estaba cerrado otro: el colegio Anhembi Pacaembú. Cuarenta secciones electorales se concentraron en un solo lugar.
Alicia es servicial, contó que el flujo de personas aumentó si se lo compara con la elección de 2018 y nos aclaró todas las dudas posibles sobre el desarrollo de la votación. Ya pasado el mediodía y en un aula del subsuelo de la Universidad, Julia Rezende, una mesaria – en portugués, una voluntaria que cooperó ad honorem en la elección – explicó que hasta ese momento había votado un tercio del padrón. Con exactitud, 113 ciudadanos/as sobre 298 anotados. Según el Tribunal Supremo Electoral (TSE) hubo 907.399 mesarias registradas en todo el país para trabajar en una jornada que se extendió entre las 8 y las 17.
En la Cásper Líbero se colocaron mesas con padrones impresos que se podían consultar libremente. No estaban pegados en las paredes de la entrada como en las escuelas de la Argentina. Eran pocos los que pedían permiso, revisaban las hojas y constataban si se encontraban habilitados para votar.
En el mismo edificio hay una cancha de fútbol cinco que funcionó como registro para aquellas personas que debían justificar por qué no votaron. Completaban un formulario muy breve y el trámite fluía sin demoras. Alicia nos dijo con un gesto de satisfacción: “Esta vez menos gente llenó el papel de la justificación que en otras elecciones. Por lo que creo que hubo más votantes”.
En Brasil no está prohibido asistir a los locales electorales con distintivos, camisetas o símbolos de los partidos políticos. Este cronista lo comprobó en la
“Las mujeres en las periferias rechazan al presidente por el aumento del hambre, la pobreza y la violencia”.