Hasta el último eco de una despedida inolvidable
La banda del director de Underground desplegó su arsenal balcánico, con el agregado de varios guiños latinoamericanistas, ante un público enfervorizado.
que saltó de la nada. Pero sin perder la sonrisa.
Tan familiar, caótico y gracioso como las películas de Kusturica, quien en un par de ocasiones hizo alusión a algunas de las canciones que lo ayudaron a inmortalizar su filmografía. La primera de ellas fue la que le da título (o viceversa) a su cinta Life is a Miracle (2004), seguida por “Fuck You, MTV, en cuya introducción advirtió que durante toda su carrera con The No
Smoking Orchestra siempre apostaron por la autogestión. Este tema se encuentra incluido en el último disco de estudio del grupo, Corps Diplomatique (2018), que hasta el momento no presentaron en la Argentina. Por lo que esta serie de shows sirven no sólo para despedirse de los escenarios, sino también para defender un trabajo discográfico influido fuertemente por Latinoamérica. Al punto de que incluye temas en español, entre los que se destaca “Cerveza”, donde versan: “Lo que nos da la alegria son el fútbol y la cerveza fresca”.
Los de Sarajevo son cultores de la bebida de la cebada, la levadura y el lúpulo. A tal instancia de que Dr. Nelle, violinista, cantante y cofigura del show, tras participar en un debate sobre Heineken y Stella con Kusturica, perdió la paciencia y revistió con una impronta punk a Tchaikovsky. Sin embargo, no fue el único pasaje del recital en el que ambos fueron protagonistas. Tal como sucedió en “Tito”. Aunque no está inspirado en el célebre mariscal yugoslavo, sino en el comandante puertorriqueño del ritmo: Tito Puente. Pero más que al Caribe, la canción apunta musicalmente a Brasil, lo que al final de cuentas daba lo mismo porque su intención era que la fiesta no decayera. Abajo se lo estaban pasando tan bien que frontman, caños, violín y acordeón descendieron del escenario con sus instrumentos para colarse entre la gente. Y hasta consiguieron espacio para improvisar un trencito.
En esa instancia del show, la lista de temas había dejado de ser lo que inicialmente tenían planeado. A partir de “Heroji”, en el que una compatriota suya salió a ponerle el gañote a los Alpes Dináricos, la propuesta performática se distorsionó. Siempre para bien. De otra forma hubiera sido imposible que hicieran la versión que se mandaron de “La mano de Dios”. El clásico de Rodrigo lo cantaron en clarísimo español, en tanto sonó medio a Kapanga, por la mezcla de cuarteto, punk y klezmer. Mientras el teatro abandonaba su sorpresa para sumergise en el enradecido tributo, en las pantallas deambulaban unas diapositivas de Kusturica con el Diego en tiempos de “La noche del 10”. De los mejores momentos de la performance, sobre todo por el guiño local. Aunque hubo otros más.
Si en Córdoba el cantante y guitarrista lució una remera de Abuelas de Plaza de Mayo, en esta ocasión llegó a ponerse la camiseta de Rosario Central (veinte años atrás, en La Trastienda, se puso una de Excursionistas). Será por su deseo de ser el Canalla más internacional, así como Viggo Mortensen lo es para los Cuervos. Lo único cinematográfico que tuvo la hora y media de recital fue el tema de la Pantera Rosa como nexo entre las canciones, lo que le dio pie aparte a Kusturica para rendirle pleitesía al público argentino, para compartir su admiración por Pancho
Hicieron una notable versión de “La mano de Dios”, de Rodrigo: cuarteto, punk, música klezmer y amor a Diego.
Esta serie de shows sirvieron también para defender un trabajo discográfico influido fuertemente por Latinoamérica.
Villa, para homenajear a su violero Ivan Maksimovic (fallecido hace dos años) y para dedicarle el tema “Mila Gora” a Monica Belucci. Atrás había quedado “Tik Tak”, y por delante esperaban “Pitbull Terrier”, “Bubamara” y “Komandante”, donde Emir finlamente logró acercarse a lo que siempre quiso desde su adolescencia: redimir el legado de su mayor héroe, Joe Strummer. Hasta la victoria, siempre.