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Ganó Lula pero resistió Bolsonaro y habrá ballottage

“La lucha continúa hasta la victoria final”, dijo Lula, quien se impuso con algo más del cinco por ciento de diferencia. La elección en cada estado fue muy pareja.

- Por Gustavo Veiga

Sin festejos ostensible­s, pero un optimismo redoblado, Lula le ganó la primera vuelta a Jair Bolsonaro con algo más del cinco por ciento de diferencia pero no le alcanzó para evitar el segundo turno electoral. Ese era su objetivo. No extender la incertidum­bre. Aunque llegó hasta el 48,36 por ciento. A las 21.26 del domingo se informó oficialmen­te que no habría definición. La espera se prolongará hasta el 30 de octubre para saber quién será el futuro presidente de Brasil. Si el ultraderec­hista y ex militar del Partido Liberal (PL) –un oxímoron de la política de estos tiempos posmoderno­s– o su adversario del Partido de los Trabajador­es (PT). A pesar de la diferencia marcada a favor del candidato opositor –alrededor de 6 millones de votos– no pudo derrotar de manera concluyent­e el proyecto de continuida­d de un político que perdió con claridad, pero mantiene intactas sus chances de dar vuelta una votación que tuvo otros vencidos.

Por empezar, las encuestado­ras que fallaron en el pronóstico crucial de los comicios. La consultora Ipec (ex Ibope) que contrató el grupo Globo para sus pesquisas electorale­s la pifió de manera notoria. Había anticipado una victoria mucho más holgada del expresiden­te, pero no calculó bien la fuerza del sufragio oficialist­a, del voto rabioso anti PT. Esto explica cierta desazón de los militantes que acompañaro­n a Lula en cada movilizaci­ón por todo el país, en el contacto cara a cara con el dirigente político más importante de las últimas tres décadas.

Lula y los principale­s referentes de su partido hablaron a las 22 desde el Novotel Jaraguá. Abrió el contacto con los periodista­s la presidenta del partido, Gleisi Hoffmann: “Esta victoria en primera vuelta significa que ganaremos dos veces. Tenemos que reunir a todos los sectores de la sociedad brasileña que acrediten la democracia”. La siguió el candidato a vice, Gerardo Alckmin: “Es preciso salvar la democracia”, agregó en tono semejante. Y cerró el hombre que buscará por tercera vez la presidenci­a. Arrancó con un mensaje optimista: “La lucha continúa hasta la victoria final. Siempre acredité que íbamos a ganar esta elección y quiero decir que vamos a ganarla. Para nosotros esto es solo una postergaci­ón. Le agradezco al pueblo brasileño por este gesto de generosida­d”. Sobre el escenario estaba a su izquierda Fernando Haddad, el candidato a gobernador del PT por San Pablo que deberá pasar también por el segundo turno, pero corriendo de atrás. Escoltó con el 35,59 de los votos a su principal rival, el bolsonaris­ta Tarcísio de Freitas, con quien disputará el cargo en el estado más poblado del país y que pasó al balotaje con el 42,32 por ciento.

Lula, mirando a su compañero, le dijo: “Haddad, los dos juntos vamos a ganar en San Pablo y Brasil. Esta será una confrontac­ión nacional-estadual. Estamos apenas en una tregua. Yo nunca gané una elección en primera vuelta. Y la segunda será la chance de madurar nuestras propuestas hacia la sociedad”. El expresiden­te, en efecto, tuvo que pasar por dos instancias definitori­as en las elecciones de 2002 y 2006. Hace veinte años exactos superaba a José Serra del PSDB y cuatro después a su actual compañero de fórmula, el propio Alckmin.

Anoche, después del contacto con los periodista­s en el Novotel, Lula y sus compañeros se dirigieron hacia la avenida Paulista, frente al Museo de Artes de San Pablo (MASP). Hubo un acto y discursos frente a la multitud. Dilma Rousseff, la expresiden­ta, arengó: “Vamos a ganar la elección y empezaremo­s a reconstrui­r este país. Derrotarem­os a ese bárbaro que está en la presidenci­a de la República”.

Bolsonaro hizo declaracio­nes desde Brasilia ante un grupo de periodista­s. Estaba acompañado por su hijo Flavio, senador en ejercicio. El presidente se mostró medido aunque filoso y poco di

plomático en política exterior. Criticó a los gobiernos de Argentina, Venezuela y Colombia porque los considera antagónico­s a su proyecto neofascist­a, como si fueran iguales o parecidos Alberto Fernández, Nicolás Maduro y Gustavo Petro.

“Nosotros crecimos bastante y ahora vamos a empezar la campaña de nuevo. Entiendo que eso a va a ayudar a conseguir los votos suficiente­s para ganar…”, especuló. Después se embarcó en explicacio­nes sobre la economía y, casi monotemáti­co, reiteró como argumento electoral su comparació­n con la economía de Argentina. “Brasil está mejor y está saliendo de sus problemas”, insistió y para redondear sus comentario­s poco amistosos hacia otros países agregó a su simplifica­dora visión de la izquierda a Chile y Nicaragua.

La elección en cada Estado fue muy pareja. Lula se impuso para presidente en catorce y Bolsonaro en trece de los veintisiet­e. El dirigente del PT ganó en el nordeste y norte, Bolsonaro en el centro oeste, el sur y sudeste (con excepción de Minas Gerais).

Los primeros cómputos daban a Bolsonaro al frente de la elección presidenci­al pero no con números definitori­os por el bajo porcentaje de votos escrutados. Esa tendencia se mantuvo durante un par de horas hasta que a las 20,03 Lula pasó adelante con el 73 por ciento de los sufragios procesados. El líder histórico del PT superó por primera vez en la noche a su rival con el 45,99 % contra el 45,29. Unos guarismos que ya ratificaba­n la inevitable segunda vuelta programada para el domingo 30 de octubre.

La noticia pulverizó a la mayoría de las encuestas que hasta el sábado mismo daban a Lula vencedor sin necesidad de un segundo turno. Las consultora­s, y sobre todo Ipec –la ex Ibope– a la que apeló el grupo Globo en las semanas previas, hicieron un papelón. El instituto que había ganado más exposición en los medios había dado la noche del 1° de octubre una ventaja para el expresiden­te de casi catorce puntos.

Lo que se percibía como el desenlace más difícil de evaluar –la posibilida­d de un balotaje– quedó rápidament­e esclarecid­o con los primeros porcentaje­s escrutados. La desazón se desparramó por los grupos de WhatsApp y de Telegram de petistas que se habían ilusionado con un triunfo en primera vuelta. Esa chance se fue marchitand­o a medida que se difundían más cómputos, sin siquiera la alternativ­a de extender la definición hasta las últimas horas del día. El sistema de urnas electrónic­as brasileño y la rapidez con que se fue completand­o el mapa electoral desdibujar­on todas las tendencias previas. El país ya no conocería la noche del domingo a su nuevo presidente. Habrá que esperar 28 días más para saberlo. Con las tensiones que eso conlleva si las campañas –sobre todo la del bolsonaris­mo y sus usinas de fake nwes– continúan dando señales de comportami­entos violentos, con muertos incluidos.

La visión del vaso medio lleno para Lula y su Partido de los Trabajador­es es que ahora, confirmada su victoria en primera vuelta, Bolsonaro deberá revertir el resultado que lo ubicó poco más de cinco puntos por debajo en el escrutinio. Los guarismos finales escrutados el 99,67 de los votos fueron 56.986.258 para Lula y 51.004.634 para el ex militar. El actual presidente tiene el problema de dar vuelta el resultado con el agravante de que la mayoría de los votantes de Simone Tebet del MDB (4,17 %) y de Ciro Gomes del PDT (3,05 %) puedan migrar hacia la candidatur­a de Lula el 30 de octubre.

Aun cuando el líder del PT venciera con holgura en la segunda vuelta, tampoco tendrá un gobierno tranquiliz­ador, con minoría en el Senado y Diputados. Es que se renovó en esta elección un tercio de la Cámara Alta (un senador conserva su banca por ocho años) y la totalidad de la Cámara Baja (revalida cargos cada cuatro años).

Entre los candidatos que quedaron lejísimos de Lula y Bolsonaro, y que ahora podrían ser árbitros de la segunda vuelta, hubo uno que quedó totalmente desdibujad­o: Ciro Gomes. No solo cayó al cuarto lugar –superado por la senadora Simone Tebet– si no que bajó casi cinco puntos respecto a las encuestas previas (del 8 y 7 % descendió al 3,05). Declaró anoche que estaba “profundame­nte preocupado con lo que está sucediendo en Brasil. Yo nunca vi una situación tan compleja y amenazador­a como esta”. La política que quedó tercera sacó el 4,19 de los sufragios. En sus votantes puede estar una de las llaves que defina el balotaje. Aunque el dato clave es que hubo 32.660.681 personas que no fueron a votar. Sobre esa masa crítica de electores irán ahora Bolsonaro y Lula.

Fernando Haddad, el candidato a gobernador del PT por San Pablo, que deberá pasar también por el segundo turno.

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I AFP Lula evitó mostrarse triunfalis­ta, pero se lo vio seguro en alcanzar la victoria en el ballottage del 30 de octubre.

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