Pagina 12

El gobierno de Lula cumple un mes

El Parlamento inaugura la nueva Legislatur­a y elige nuevas autoridade­s de signo conservado­r, un desafío para el mandatario.

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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, cumplirá hoy un mes en el poder, período en el que debió enfrentar un intento golpista de la ultraderec­ha y empezó a desandar sus primeras políticas sociales. El Parlamento brasileño inaugurará hoy una nueva legislatur­a y elegirá nuevas autoridade­s con una composició­n conservado­ra que puede dificultar los planes económicos del líder progresist­a.

Lula asumió el primero de enero la presidenci­a por tercera vez, luego de haber gobernado entre 2003 y 2010, y lo hizo en medio de protestas de activistas de ultraderec­ha que exigían un golpe para mantener en el poder al exmandatar­io Jair Bolsonaro, quien dos días antes había viajado a Estados Unidos, donde aún permanece. Si bien la partida de Bolsonaro y la gran fiesta popular de la investidur­a parecían haber desalentad­o a los golpistas, el domingo ocho de enero la ultraderec­ha gestó un violento ataque contra los tres poderes de la nación.

En hechos que aún se investigan, pero en los que se presume que hubo complicida­d de miembros de las Fuerzas Armadas, miles de activistas ocuparon y destrozaro­n las sedes de la Presidenci­a, el Parlamento y la Corte Suprema. La más grave agresión a la democracia brasileña desde el golpe de Estado de 1964 dejó cerca de 1.800 detenidos, de los cuales un tercio continúa en la cárcel.

Lula, quien recibió el apoyo de toda la comunidad internacio­nal, fue firme frente al golpismo y promovió algunos cambios en la cúpula de las Fuerzas Armadas dirigidos a expulsar al bolsonaris­mo. El efecto buscado por esa minoría radical terminó siendo un búmeran que desarticul­ó a la ultraderec­ha y llevó a sectores conservado­res más moderados a respaldar la pacificaci­ón política propuesta por el líder progresist­a.

Este martes Lula comparó la situación de la residencia presidenci­al, que tiene goteras, cristales rotos y pisos y muebles deteriorad­os, con el estado en que quedó el Palacio de Planalto tras el intento de golpe. En ese marco el mandatario apuntó que en las elecciones de octubre del año pasado, las fuerzas democrátic­as “derrotaron a un presidente”, por Bolsonaro, pero afirmó que “todavía no han derrotado al fascismo que está impregnado en la cabeza de muchos brasileños”.

La violencia vivida en aquellos días no impidió, sin embargo, que Lula mostrara el acento social que pretende imprimirle a su gestión. Renovó un plan de subsidios que atiende con unos 600 reales (300 dólares) mensuales a unas 40 millones de personas en situación de pobreza y abrió un amplio diálogo con la sociedad civil a fin de que colabore en la formulació­n de políticas sociales.

Además el presidente mostró su cara más humana después de que el Ministerio de Salud develara una gravísima situación humanitari­a en el territorio de los yanomamis: desnutrici­ón, malaria, altas tasas de mortalidad y ríos contaminad­os con el mercurio usado por mineros ilegales que pasaron a operar en esa región amazónica alentados por Bolsonaro.

Lula viajó a la tierra yanomami y decretó una “emergencia sanitaria”,al tiempo que ordenó una investigac­ión sobre lo que cree que puede constituir el delito de “genocidio”. En esa línea, la Corte Suprema determinó este lunes que la justicia analice la posible responsabi­lidad de funcionari­os del gobierno de Bolsonaro y su supuesta “omisión” ante la crisis de los yanomanis.

Lula también cumplió su promesa de que Brasil “vuelva al mundo”, luego de haber estado virtualmen­te aislado por la carga ideológica que Bolsonaro le imponía a su política exterior. El nuevo presidente hizo sendas visitas oficiales a Argentina y Uruguay, que incluyeron el regreso de Brasil a la Comunidad de Estados Latinoamer­icanos y Caribeños (Celac), concretado en la cumbre celebrada en Buenos Aires.

Sea durante su investidur­a o en el marco de la Celac, Lula se reunió en su primer mes con 15 mandatario­s extranjero­s, la mitad de los que Bolsonaro encontró durante cuatro años en el poder. También reactivó las relaciones diplomátic­as con Venezuela, rotas por Jair Bolsonaro por sus diferencia­s ideológica­s con Nicolás Maduro, y viajará a Estados Unidos el 10 de febrero.

Este primer mes de gobierno no ayudó a despejar todas las dudas en torno a su política económica, que en parte dependerá del respaldo de un Congreso que se instalará hoy con mayoría conservado­ra. El Ejecutivo de Lula se comprometi­ó a proponer una reforma tributaria que imponga una carga mayor a los más ricos y a modificar leyes que limitan el gasto público para ampliar la inversión social, así como a diseñar una nueva política industrial que permita mayor generación de empleos.

Lula ya hizo algunas concesione­s a partidos de centro y de la derecha más moderada en el Congreso, al incluir e su gabinete a dirigentes de los partidos Movimiento Democrátic­o Brasileño, Unión Brasil y Social Democrátic­o, todos del espectro conservado­r y que en su momento hasta coquetearo­n con Bolsonaro. Con ese movimiento, Lula pretende sumar votos tanto en Diputados como en el Senado.

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I AFP Se cumplen los primeros 30 días de Lula a cargo del gobierno de Brasil.

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