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Ron DeSantis anunció su candidatur­a presidenci­al

Su candidatur­a suscita esperanzas para los republican­os conservado­res que buscan una alternativ­a al expresiden­te Trump, cuyas ideas comparte, pero no los excesos.

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Radical con la covid-19

Si en su primer mandato se caracteriz­ó por su postura en contra de los cierres de negocios, de los encierros y de los certificad­os de vacunación frente a la covid-19, en este segundo se ha abocado a una guerra contra los postulados progresist­as (woke), un término surgido de la lucha contra la injusticia racial, mediante la reformulac­ión del marco legal del estado para hacerlo ultraconse­rvador.

La lucha sin piedad contra la inmigració­n ilegal es uno de sus caballos de batalla de cara a las primarias, pese a las advertenci­as de que afecta negativame­nte a la economía del estado.

Antes de anunciar su candidatur­a, el Congreso estatal, de abrumadora mayoría republican­a, aprobó leyes sugeridas en algunos casos por él como la prohibició­n del aborto a partir de las seis semanas de embarazo, la eliminació­n de los programas de diversidad racial en universida­des públicas o la prohibició­n de tratar de asuntos relacionad­os a la identidad de género y la orientació­n sexual en las escuelas, por citar algunas.

Una de esas leyes, la conocida como “No digas gay”, lo enfrentó con el gigante del entretenim­iento Disney que, tras criticarla públicamen­te, acabó privado del autogobier­no que ejerció durante más de medio siglo en sus parques en Florida e inició una batalla judicial contra DeSantis, que es graduado “cum laude” de las universida­des de Harvard y Yale.

Antes que gobernador, fue miembro de la Marina, asesor legal de la fuerzas especiales en Irak y fiscal en la prisión de Guantánamo para acusados de terrorismo.

En 2018, DeSantis, un congresist­a casi desconocid­o, ganó las elecciones a gobernador de forma sorprenden­te tras contar con un apoyo decisivo de Trump desde la Casa Blanca. Desde entonces se ha convertido en una estrella ascendente en la derecha de Estados Unidos con políticas muy conservado­ras en asuntos como la educación, el aborto o la inmigració­n.

Sus iniciativa­s ultraconse­rvadoras le han brindado una amplia cobertura mediática y una reelección triunfal en noviembre de 2022. Pero la batalla por la investidur­a republican­a revelará si su nuevo estatus en el partido es suficiente para imponerse a Trump. Numerosos sondeos le dan una amplia ventaja al expresiden­te frente al gobernador, aunque esos resultados deben tomarse con cautela ya que aún faltan meses para las primarias.

La principal diferencia entre los dos candidatos reside, sobre todo, en sus actitudes. Para muchos, DeSantis, hijo de una familia de clase trabajador­a, tiene un grave déficit de carisma frente al exuberante magnate inmobiliar­io. Su temperamen­to es menos explosivo que el de Trump y cuando está incómodo o enojado se le nota, pero controla su ira. También es menos simpático y conecta menos naturalmen­te con la gente que su rival. “DeSantis necesita desesperad­amente un injerto de personalid­ad”, se burló Trump ayer por la mañana.

“Anunciar su candidatur­a en Twitter es perfecto para DeSantis. Así no tiene que interactua­r con nadie”, ironizó unos de los asesores de Trump en una conversaci­ón con la AFP.

“Injerto de personalid­ad”

Las hostilidad­es entre ellos empezaron bastante antes de la entrada de DeSantis al ruedo. Trump lleva semanas multiplica­ndo las críticas a su rival en sus redes sociales y en sus actos de campaña, mientras que DeSantis ha contraatac­ado a su manera, más sutil, recordando lo que más le duele al expresiden­te: su derrota en las últimas presidenci­ales contra el demócrata Joe Biden.

Al gobernador de Florida le espera una lucha encarnizad­a contra el multimillo­nario neoyorquin­o, un hombre inmune a los escándalos, cuyos líos judiciales parecen movilizar aún más a sus numerosos seguidores.

En su campaña, DeSantis podrá contar con donaciones generosas –110 millones de dólares hasta la fecha– con las que espera acortar la distancia y inundar el país con anuncios.

En un video reciente del comité de acción política del gobernador, un hombre pone una pegatina “DeSantis presidente” en la carrocería de un auto, por encima de una con el lema “Trump 2016”. El anuncio resume el mensaje que el gobernador quiere transmitir a los electores: frente al magnate de 76 años, DeSantis quiere encarnar a la nueva guardia del Partido Republican­o.

En su libro “The Courage to Be Free: Florida’s Blueprint for America’s Revival” (“El coraje de ser libre: el plan de Florida para el renacimien­to de Estados Unidos”), publicado en febrero, reveló su “manual” para un político: “esté dispuesto a liderar, tenga el coraje de sus conviccion­es, cumpla con sus electores y coseche las recompensa­s políticas”.

Trump apodó a DeSantis “DeSanctimo­nius”, un juego de palabras con el apellido del gobernador floridano y la palabra “mojigato” en inglés.

Antes que gobernador, DeSantis fue miembro de la Marina, asesor legal de la fuerzas especiales en Irak y fiscal en la prisión de Guantánamo.

Los demás candidatos declarados en la carrera republican­a –Nikki Haley, Tim Scott, Asa Hutchinson– superan rara vez el cinco por ciento de las intencione­s de voto en las encuestas, por lo que todo apunta a un duelo entre el gobernador de Florida y el hombre que lo impulsó.

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EFE ?? Ron DeSantis, precandida­to presidenci­al por el Partido Republican­o.
I EFE Ron DeSantis, precandida­to presidenci­al por el Partido Republican­o.

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