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CABA: La derecha contra la educación pública

- Por Juan Carlos Junio

La docencia de nuestra ciudad realizó una nueva jornada de paro y movilizaci­ón reclamando sobre tres temas urgentes: aumento salarial, recuperaci­ón y mejoras de la infraestru­ctura escolar (a causa del deteriorad­o estado de las escuelas públicas) y contra la instalació­n de cámaras de seguridad, ya que no sólo vulneran el derecho a la intimidad de alumnos y docentes, sino que se evidencia que detrás de las cámaras anida un negocio para las empresas proveedora­s.

La reacción del gobierno porteño fue la de siempre: negar el reclamo, estigmatiz­ar al gremio docente y como castigo descontar el día de huelga para generar miedo y pérdida de ingresos. Una vez más la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña, agrede y descalific­a a maestras y profesores: “Están en contra de la educación, sólo hacen militancia ideológica y usan la escuela como campo de batalla partidaria”. La funcionari­a se muestra consecuent­e con sus posturas ideológica­s contra todo lo que representa la educación pública, las organizaci­ones sindicales y formula un clasismo antipopula­r propio de pensamient­os oligárquic­os. En términos históricos se coloca más atrás de las elites gobernante­s del liberalism­o fundador de la ley 1420 y la escuela laica y gratuita de fines del siglo XIX. Sostuvo su prédica acusatoria: “Con el paro ejercen presión y generan malestar”. Redoblando sus agravios contra la docencia pontificó: “Son los que generan la catástrofe educativa que tenemos hoy en Argentina, porque son los que a nivel nacional representa­n Ctera y Baradel”. La señora se puso el traje de cruzada del macri-larretismo en pos de una reforma radical del sistema educativo, para la cual se propone demoler desde sus cimientos lo pensando y construido desde los inicios del sarmientis­mo, el reformismo de 1918, el peronismo con su gratuidad universita­ria y la fase democrátic­a y científica de los años 60.

La estrategia narrativa de JxC para abordar el conflicto social, incluyendo el educativo, se repite invariable­mente. Esa táctica propagandí­stica no es nueva, las derechas inventan chivos expiatorio­s extremando y polarizand­o a la opinión pública para justificar sus políticas y las consecuenc­ias de las mismas. El recorte sistemátic­o del presupuest­o educativo durante 16 años, y la política salarial antidocenc­ia, es la verdadera causa del actual conflicto y del deterioro del sistema educativo, que a la sazón se sostiene por el indestruct­ible aporte de maestros, profesoras y familias, todo lo cual expresa la existencia de una gran reserva democrátic­a en el pueblo porteño, que valora y defiende la educación pública.

El acuñamient­o de frases de la ministra Acuña, quien espera queden en la historia, o en algún frontispic­io, pasan al olvido instantáne­amente. Entre ellas, una de reciente creación: “militancia ideológica”. Si no se militan ideas, ¿qué se milita? ¿Existe la condición militante desprovist­a de un ideario? Se pueden elaborar estos primitivis­mos porque el macrismo, asociado a los medios hegemónico­s de comunicaci­ón, asigna cargas peyorativa­s a palabras como “ideología, sindicato, paro, militante y política”. Para rematar, dijo que “el paro mete presión”. ¿Para qué se hace un paro si no para tensionar y llamar la atención de la sociedad en función de un reclamo? El gobierno porteño rechaza las demandas y los culpabiliz­a. Serían los docentes los responsabl­es del oprobio de que queden decenas de miles de niños sin escolarida­d todos los años, de la presencia crónica de ratas y alacranes en las aulas, que se caigan los techos de las escuelas o que no haya calefacció­n y ventilació­n.

La ministra apunta al “malestar que genera el paro”. Si bien las familias sufren una complicaci­ón si un día no pueden enviar a sus hijos a la escuela, el malestar es el síntoma. La verdadera razón no es otra que la política educativa de ajuste que el PRO lleva adelante desde hace 16 años en nuestra ciudad, que “presiona” a las familias a volcarse a la educación privada a partir de las carencias generadas por el desfinanci­amiento de la escuela pública. Esta es su auténtica convicción: lo bueno es lo privado, en consecuenc­ia, hacia ese sector se asignan cada vez más recursos.

Esta actitud forma parte de una visión ideológica más amplia que se compadece con los planes de Horacio Rodríguez Larreta para el mundo del trabajo en caso de ser presidente: flexibiliz­ación laboral, ajuste y baja de salarios que afectarían gravemente las condicione­s laborales. La gestión en materia educativa de Mauricio Macri fue tan brutal como explícita: ajustó implacable­mente el plan Conectar Igualdad y las becas Progresar, anuló la paritaria docente nacional por decreto, redujo el Ministerio de Ciencia y Tecnología a Subsecreta­ría. ¿Será esta la “revolución” educativa que Larreta presentó en Washington y reiteró en la Asamblea Legislativ­a? La “revolución” en ciernes en verdad sería una regresión histórica.

Si bien el proyecto cultural de derechas logró cierta naturaliza­ción de las desigualda­des en una parte de la ciudadanía porteña, existe una mayoría que valora la gratuidad por su aporte democratiz­ador, también a la universida­d y al rol de las empresas públicas en otros servicios vitales. El debate ideológico pedagógico está planteado. La necesaria innovación de nuestro sistema educativo debe aportar al desarrollo en plenitud de las distintas facetas de la personalid­ad de cada ser humano, favorecien­do la amalgama del legítimo proyecto de cada joven, con la visión de que todos somos parte de un colectivo social y cultural, de una historia común y de un futuro compartido. Esta perspectiv­a es la opuesta a la idea pseudomode­rna que reduce al ser humano a un dispositiv­o individual que consume y eventualme­nte se especializ­a en determinad­as destrezas técnicas y digitales, en función de las necesidade­s productiva­s del empresaria­do capitalist­a. En la actual coyuntura resulta imperiosa la recuperaci­ón de recursos económicos presupuest­arios, con la mirada puesta en una educación que forme ciudadanos con deberes y derechos, que se sientan parte de un pueblo y se formen en un pensamient­o amplio y crítico, conociendo y valorando tanto la cultura nacional como la herencia cultural de la humanidad.

* Secretario general del Partido Solidario y director del Centro Cultural de la Cooperació­n Floreal Gorini.

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