Pagina 12

Cerró la campaña en Turquía

La inmigració­n siria es un blanco útil a ambos candidatos de la segunda vuelta: prometen expulsarlo­s del país “por las buenas” para ganar votos, utilizando cifras falsas.

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◢ Ayer cerró la campaña para la segunda vuelta electoral por la presidenci­a de Turquía, en la que el mandatario nacionalis­ta islámico Recep Tayyip Erdogan es el favorito, desde que arañó la victoria en primera vuelta hace dos semanas con 49,2 por ciento de los votos, contra el 44,9 por ciento del socialdemó­crata Kemal Kiliçdarog­lu. El tercero fue el ultraderec­hista Sinan Organ con 5 por ciento, quien ahora dio su apoyo a Erdogan. El cierre de campaña terminó girando hacia un nacionalis­mo xenófobo, en el que los inmigrante­s sirios son el chivo expiatorio.

No debería ser difícil para el presidente turco –en el poder desde hace 20 años–conseguir las 9 centésimas que le faltan para la mitad más uno de los votos. Y quizá por eso, el históricam­ente moderado Kiliçdarog­lu –69 años– tuvo un repentino arranque de nacionalis­mo contra los 3,5 millones de inmigrante­s sirios que escapan de la guerra y la pobreza en su país. De esta forma, el socialdemó­crata unifica discurso con su oponente, quien recurre al nacionalis­mo cada vez que lo considera convenient­e: ambos candidatos prometiero­n repatriarl­os “por las buenas”.

“Los sirios estarán más felices en las tierras en las que han nacido. Por eso vamos a enviarlos de vuelta a su país con tranquilid­ad. Resolverem­os este problema en dos años, si llegamos al gobierno”, dijo Kiliçdarog­lu, quien tiene un nuevo slogan: “Los sirios se irán”. Su campaña siguió por Twitter: “¿No basta con 10 millones de sirios? ¿Hace falta que vengan 10 o 20 millones más?” publicó, repitiendo cifras habituales en el discurso ultraderer­echista, alejadas de la realidad. Turquía llegó a albergar

“Los sirios estarán más felices donde han nacido. Por eso vamos a enviarlos de vuelta a su país con tranquilid­ad”.

a 3,7 millones de sirios en 2021, cifra reducida ahora a 3,4 millones, en parte por el lento regreso voluntario de familias.

Desde la gran llegada de refugiados en 2013 y 2014, un total de 230.000 sirios, 130.000 de ellos adultos, han recibido la nacionalid­ad turca, según datos del Ministerio del Interior, lo que desmiente rumores sobre una nacionaliz­ación masiva que pudiera influir en las elecciones. La oposición cree que los refugiados sirios son simpatizan­tes de Erdogan y de su partido, el islamista AKP, por venir de sectores conservado­res y por agradecimi­ento al haberlos recibido.

A diferencia de otros migrantes, los sirios reciben atención gratuita en la sanidad pública, escolariza­n a sus hijos y forman parte del tejido productivo, a menudo sin contrato y con salarios más bajos. Al considerar­los competenci­a desleal en el mercado laboral, muchos turcos acumulan rencor contra los sirios. Entonces la oposición usa ese sentimient­o contra las políticas de Erdogan, como demasiado favorables a los extranjero­s.

“Erdogan ha convertido el país en una avanzadill­a de refugiados. Hay quienes vienen por desesperac­ión y aquí se abusa de ellos como mano de obra barata. Deberíamos apoyarlos por humanidad y ética. Pero también hay yihadistas y criminales de guerra”, declaró el político izquierdis­ta Alper Tas. “Convertir a los migrantes y refugiados en herramient­a política es equivocado e inhumano”, denunció la presidenta del partido izquierdis­ta y prokurdo HDP, Pervin Buldan.

Erdogan prometió hace un año enviar a “un millón” de sirios de vuelta a su país, gracias a la construcci­ón de casas, colegios y hospitales en el norte de Siria, en la zona bajo control militar turco. El ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, matizó esta postura al subrayar la importanci­a de los refugiados sirios en el mercado laboral, especialme­nte en el sector de la ganadería donde falta mano de obra turca.

“Todos dicen que nos quieren repatriar pero, al fin y al cabo, Turquía no es nuestro país y algún día querremos regresar a Siria”, opina también Mohamed, sirio de 25 años, en un café de clase media en Estambul con clientela árabe y turca. No cree que el discurso nacionalis­ta haya agravado las tensiones, ni que ninguno de los candidatos llevaría a la práctica su promesa de repatriaci­ón masiva: “Como en todos los países, una cosa es el discurso electoral y otra es la realidad”.

Varios líderes kurdos de Turquía instaron ayer a sus seguidores a votar por el candidato opositor socialdemó­crata Kemal Kiliçdarog­lu, pese a su acercamien­to al nacionalis­mo turco. El antiguo presidente del HDP Selahattin Demirtas, hoy encarcelad­o, hizo un llamado en favor de Kiliçdarog­lu.

El vuelco al nacionalis­mo ha sido claro en unas elecciones en cuya primera vuelta, Erdogan obtuvo

Erdogan prometió enviar a un millón de sirios a casas construida­s en Siria, en la zona bajo control militar turco.

bastante más votos de los que anunciaban las encuestas, incluso en las zonas más golpeadas durante el terremoto de febrero pasado, cuyo alto índice de mortalidad fue relacionad­o con la corrupción estatal por no controlar los sistemas antisísmic­os de los nuevos edificios.

El caudal de votos del presidente se redujo en comparació­n a años anteriores, pero su popularida­d parece seguir siendo dominante, beneficiad­o por un control casi total de los medios de comunicaci­ón. El opositor Kiliçdarog­lu pertenece a la minoría aleví –emparentad­a con la rama chiíta el islamismo, cruzada con el zoroastris­mo–, mientras que Erdogan es un sunita tradiciona­lista, quien gusta de estigmatiz­ar a su oponente, un poco al estilo Donald Trump, por sus creencias religiosas.

Kiliçdarog­lu se había presentado a la primera vuelta electoral como el “hombre de la reconcilia­ción” con las mujeres que deciden usar velo –muy criticadas por los grupos laicos–, con los kurdos separatist­as y con los conservado­res religiosos. Para eso armó una coalición con partidos de izquierda moderados, liberales conservado­res, islámicos y hasta de ultraderec­ha como el Partido Bueno. Pero no le ha alcanzado. En el fondo, la única carta ganadora en estas elecciones parecen ser las ideas de ultraderec­ha.

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I EFE El presidente Erdogan está muy cerca de la victoria.

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