Pagina 12

De Sor Juana a Manuel Dorrego

El teatrista posee en estos momentos dos obras en la cartelera porteña. En ambas, la historia tiene resonancia­s actuales.

- Por M. D. Y.

Dos obras bien distintas tiene en este momento en cartel Santiago Doria. Con la Compañía Argentina de Teatro Clásico acaba de estrenar, en el Centro Cultural de la Cooperació­n, Los empeños de una casa, de Sor Juana Inés de la Cruz. No hay registros de que este texto se haya montado alguna vez en la Argentina. Por otra parte, en marzo de este año comenzó una nueva temporada de La tentación, obra de Pacho O’Donnell, que plantea un encuentro entre Manuel Dorrego y el embajador inglés Lord Ponsomby, con actuacione­s de Raúl Rizzo y Pablo Shinji, y que para el director tiene el valor de conectar con la actualidad del país y del mundo.

La Compañía de Teatro Clásico, que funciona a pulmón, surgió en 2016, con el estreno de La discreta enamorada, de Lope de Vega. “Para esa época yo venía de hacer dos clásicos argentinos, El conventill­o de la paloma y Así es la vida, pero ya había transitado el Siglo de Oro español. En Buenos Aires se ha hecho poco (de ese período), pero antes del 2000 era costumbre que hubiera dos o tres títulos. La discreta... fue un éxito arrollador, me dieron el Ace de Oro, tuvimos éxito en España”, comenta Doria a PáginaI12.

“Vamos por nuestro cuarto título”, dice, en tono de celebració­n. La compañía presentó también El lindo don Diego, de Agustín Moreto, y La celosa de sí misma, de Tirso de Molina, y continúa con este texto de Sor Juana Inés de la Cruz. “Una comedia de capa y espada, de enredos, a la manera del Siglo de Oro español, sobre una serie de amores entrecruza­dos, enredos y confusione­s divertidas en una casa en Toledo”, sintetiza el hombre de 78 años que siente por el teatro clásico una “atracción de nacimiento”. Según la sinopsis, la obra es una crítica a las pasiones desenfrena­das, la inconstanc­ia del amor y la prepondera­ncia masculina. “Es interesant­e su picardía. Hay travestism­o, un hombre que se disfraza de mujer, un hombre que se enamora de ese hombre travestido, dos personajes femeninos que se llevan por delante todos los preceptos. Decís: ¿esto lo escribió una monja de clausura en México en 1683? La suya era una personalid­ad muy fuerte”, define el autor y docente.Quería sumar al repertorio del grupo una obra escrita por una mujer que fuera exponente del Siglo de Oro. “En el caso de Sor Juana es un Siglo de Oro de ida y vuelta: a ella le llegaba a través de España pero ella lo ponía en movimiento en América y en México, eso me atrapó”, expresa. “Hay mujeres exponentes pero pocas, no porque no hubiera, sino porque no las dejaban. Sor Juana fue una emprendedo­ra. Quería disfrazars­e de hombre para ir a la universida­d. La madre no la dejó. Su única forma para acercarse al conocimien­to fue ser monja. Elige el convento para estudiar, leer, tener tiempo para ella. No era feminista porque el feminismo no existía, pero conceptual­mente lo era”, analiza el director. El elenco lo conforman Irene Almus, Mateo Chiarino, Andrés D’adamo, Mónica D’agostino, Maia Francia, Jorge García Marino, Fabián Pandolfi,

Francisco Pesqueira y Jazmín Ríos.

La tentación está en cartelera en el Teatro Border desde marzo de este año. Su recorrido, que incluye giras por el país, comenzó en 2007. El estreno fue el 9 de julio de ese año en el Payró, con interpreta­ciones de Rizzo y Juan Palomino. Desde 2016, en El Tinglado, el rol de Dorrego quedó en manos de Pablo Shinji. “La hicimos parte de 2017. Después vino la pandemia, y tras ella, Raúl estuvo internado 100 días, entubado (por covid). Cuando se compuso aprovecham­os y retomamos con giras”, narra Doria.

El texto imagina un diálogo entre Dorrego y el embajador Lord Ponsomby, representa­nte de los intereses del mayor imperio de la época, que abogaba por la incorporac­ión de la Banda Oriental al Brasil. Trata sobre la lucha entre las conviccion­es y las convenienc­ias, los principios y la corrupción, la ética y la codicia, el humanismo y el materialis­mo. Los principios de Dorrego entran en choque con los sobornos del Lord. “El ejército argentino, que ha vencido en los campos de batalla brasileros, está a punto de entrar en Buenos Aires y su jefe, Juan Lavalle, ha sido convencido de que Dorrego es el culpable de la ominosa derrota diplomátic­a. Lord Ponsomby, quien respeta a su digno rival, no ignora que si los ideales de don Manuel no ceden su suerte está echada”, resume la sinopsis.

“La obra sigue vigente en tiempo y espacio. Si bien hay un relato de ficción, atraviesa el histórico también. Aunque sea una charla de ficción, los personajes y los datos son realidad. El público se siente identifica­do, es un buen teatro para escuchar, porque lo que se dicen estas dos personas marca dos ideales de país y de mundo, y tiene la connotació­n nuestra y mundial de este momento, políticame­nte hablando”, plantea Doria. Actualment­e, para él, el principal problema argentino es que “salvo algunas honrosas excepcione­s, los políticos de todos los colores se miran el ombligo y pelean entre ellos. Esa soberbia política no le sirve a ningún pueblo”.

“La distribuci­ón de la riqueza en el caso de Dorrego —fusilado sin juicio previo— tiene que ver con crear una especie de paridad, que los grandes mercados no se la lleven toda. Que todo se haga en función del pueblo. No es que el espectador se va 200 años atrás: esos 200 años se le vienen encima”, añade. Por eso tomó decisiones que evitan “dar un sentido histórico estricto desde lo estético”.

Se le ocurrió visualment­e imitar “una riña de gallos”. “De ahí nace la idea de hacer una alfombra redonda, que cada uno tenga su espacio y no se mueva de su rincón. Fui marcando rounds que van acercando a la tragedia inevitable”, describe. “Hay una mesa, una vela y ellos. Como elementos de época, Dorrego puede tener las botas y Ponsomby su casaca. Los sillones son dos ejecutivos. La obra va y viene (en el tiempo). Jugué con eso”, completa Doria. Aunque no haya entre sus dos espectácul­os actuales relación aparente, él halla una sintonía en la esencia: “Creo que Sor Juana y Dorrego se hubieran llevado bien”.

“Sor Juana Inés de la Cruz no era feminista porque el feminismo no existía, pero conceptual­mente lo era.”

■ Los empeños de una casa se presenta los jueves a las 20 en Avenida Corrientes 1543. La tentación, los domingos a las 18 en Godoy Cruz 1838.

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Guadalupe Lombardo ?? “Sor Juana y Dorrego se hubieran llevado bien”, señala Doria.
I Guadalupe Lombardo “Sor Juana y Dorrego se hubieran llevado bien”, señala Doria.
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