Pagina 12

Un ladrón con estilo y lustre

La comedia británica juega al absurdo en su revisión de quien fuera uno de los ladrones de caminos más famosos del siglo XVIII.

- Por Federico Lisica por Apple TV+

◢“No tiene la resonancia mundial de Robin Hood, eso de robarles a los ricos para darles a los pobres.” Bonneville

Fundir el oro y lanzar una línea exclusiva de sombrerito­s dorados como merchandis­ing. Tal es la idea que tiene el protagonis­ta de Las aventuras inventadas de Dick Turpin (estreno por Apple TV+ el próximo viernes) tras cometer su primer gran atraco como bandolero en el siglo XVIII. Claro que la propuesta tiene bastante lógica al contar con Noel Fielding como mascarón de proa. “¿Querés ser Dick Turpin? Absolutame­nte, mi segunda pregunta es si se trataba de una comedia. No sabía que tendría que escribirla y luego hacer la serie, pero hasta ahora ha sido muy divertido”, le asegura a PáginaI12 el artista que engendró el programa de culto de The Mighty Boosh, condujo la versión británica de Bake Off, y ahora se pone los pantalones –de cuero sintético– y zapatos –púrpura– de un emblemátic­o y romantizad­o ladrón de caminos inglés.

Esta concienzud­amente tonta revisión del pasado tiene como punto de partida el momento en el que se empieza a escribir la leyenda de Turpin. El tipo de Essex que desconoce la existencia de Londres, no sabe manejar un arma y es célebre incluso antes de haber cometido alguna correría gracias a la labor de una escritora (Dolly Wells) que no le pierde el paso. “Soy un nuevo tipo de ladrón de caminos, llegué con estilo y lustre”, dice Turpin quien está más preocupado por el look y la fama de su banda de forajidos que por llevar a cabo golpes criminales. Las licencias históricas, entonces, son el santo y seña dentro de esta ficción que supura humor brit. Turpin, en definitiva, es una figura de arcilla manipulada a propósito durante cada uno de los seis episodios de media hora.

Su némesis será Jonathan Wilde (Hugh Bonneville), un corrupto agente de la ley que atendía de los dos lados del mostrador. Muy a su pesar, el General Cazador de Ladrones persegue a Turpin con su hijo preadolesc­ente a cuestas. “Si no fuera por ellos dos, Wilde tendría una excelente carrera maquiavéli­ca. En fin, creo que cualquier estudiante de Historia se sentirá un poco decepciona­do por nuestra visión. El título es bastante claro, son elucubraci­ones completame­nte apócrifas. Mi personaje existió y

trabajaba para el reino, pero lo más entretenid­o es el gris de esta figura de la autoridad que sabía muy bien como operaba el crimen y debe lidiar con este bandolero que no cierra por ningún lado. Un liberal que no come carne, es un fashionist­a responsabl­e, apoya los derechos de las muneres y no sabe andar a caballo. Ciertament­e no es el tipo de asesino despiadado con el que suele lidiar. Es una gran premisa para una aventura”, aporta el intérprete conocido por sus papeles en Downton Abbey y Paddington.

–Además de actuar y escribir la serie aparece como productor ejecutivo, ¿cuál el desafío en estos roles, ¿hay alguno preferido?

Noel Fielding: –Lo de productor ejecutivo es como un título que te dan y por el que no me preocupo demasiado. Sé que tengo un tipo de humor muy particular y trato de preservarl­o, por eso me involucro bastante en la escritura. Creo que el guión es la parte más divertida para un guionista porque es cuando los chistes parecen graciosos sin haberlos probado. Me gusta lo performáti­co, pero lo que más disfruto es idear las bromas sin límites. Yo iba y venía y le dejaba el trabajo duro a los demás guionistas. Eso fue muy divertido. Lo de producción, entre nosotros, no sé bien que significa eso de productor ejecutivo.

Hugh Bonneville: –Significa que te pueden echar la culpa. (risas)

N. F.: –Por eso dejé que otros lo hagan maravillos­amente bien.

–¿Qué tono tiene más presencia lo surreal de The Mighty Boosh o el absurdo de Monty Python en Los Caballeros de la mesa cuadrada?

N. F.: –Es inevitable no emular a Monty Python, los amo, son los Beatles del humor. Tanto esa película como Los aventurero­s del tiempo fueron como guías. Lo mismo que The Black Adder de Rowan Atkinson y La princesa prometida. Son esa clase de creaciones que visitan el pasado, juegan a la épica, pero con héroes imperfecto­s. Dijimos que las íbamos a emular para que en Apple nos dieran la

aprobación, de allí en más nos dedicamos a meterle la uña para hacerlo más rasposo. Lo importante es tener a los personajes y qué querés hacer con ellos. Escribir comedia es muy difícil, y además queríamos que se entienda esta leyenda muy británica en todo el mundo. Así que nuestra intención fue escribir chistes globales. Lo cual no tengo idea qué significa.

–¿Creen que la serie tiene algún tipo de incidencia sobre la sociedad y la política actual?

H. B.: –No creo que haya sido la primera inquietud, para ser honesto. Dick Turpin en Gran Bretaña es un personaje mítico, un modelo de cierto tipo de ladrón. No tiene la resonancia mundial de Robin Hood, eso de robarle a los ricos para dárselo a los pobres, más bien le robaba a los ricos para quedarse con todo. Así que diría que es un mensaje sobre cómo funciona el capitalism­o (carcajadas). Los políticos corruptos y los renegados tampoco no se inventaron en el siglo XVIII, aquí estamos haciendo colisionar estos arquetipos.

N. F.: –Este Dick Turpin de avanzada, pensador libre e inclusivo. No está interesado en el dinero sino en la creativida­d positiva. Sería lindo tener tipos así en la política británica y mundial.

“Este Turpin es de avanzada, pensador libre e inclusivo. No está interesado en el dinero sino en la creativida­d positiva.” Fielding

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“Dijimos que tenía algo de Monty Python para conseguir que aprobaran el proyecto”, dice Noel Fielding.

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