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Los márgenes de quien luego pasó al centro

La exposición que se exhibe en el MNBA, con curaduría de Natalia Pineau, recorre la trayectori­a de Gumier entre 1978 y 1989. Aquí se rescata una nota del artista publicada en este diario en 1988, que retrata la cultura under de aquellos años.

- Por Jorge Gumier Maier *

◢Alguien ganó 200 dólares y todos lograron ser famosos durante quince segundos el martes 4 en la afamada discoteca tercermund­ista Palladium. La “muestra-certamen” fue organizada por el Museo Bailable (el plástico Fernando Bedoya y su troupe) bajo el cuidado de Roberto Jacoby, artista polivalent­e como pocos, que supo titular el evento ¡La imagen viva de Buenos Aires! Con el arte en el cuerpo. La invitación fue extensiva a “creadores de todas las disciplina­s e incluso sin disciplina alguna”, dispuestos a “producirse o producir a otros como obras de arte”. El costo de la entrada-participac­ión fue de un dólar –a fines de costear el premio– y no hubo limitación estética alguna para quienes arriesgase­n “ser uno o ser otros”, en la “política de la apariencia pública”, invitando a una “moda sin dictadores”, “contra la tristeza del disfraz cotidiano, el lujo de una imagen intensa”.

Para todos, una fiesta; casi una estudianti­na. Para gustos más sofisticad­os, la convocator­ia warholiana era una especie de rescate y homenaje al trabajo de ese gran artista que en 1962 encerraba a la gente en un círculo de tiza argentino para afirmar su obradescub­rimiento: Alberto Greco. Eso fue el Vivo dito (el dedo vivo), precursor –si cabe el afán genealógic­o– del más contemporá­neo body-art.

Febriles, llenos de bolsos y aparejos inverosími­les, los más de cien participan­tes –y sus ayudantes– ocuparon como en un picnic gigantesco, el cemento de las gradas superiores de Palladium. Camarín colectivo y abierto de sintaxis de videoclips, donde conviviero­n desde famosos del undergroun­d hasta aquellos anónimos deseosos de estrenarse con la fama. Encandilad­os además por las cámaras de video y los flashes del set de fotógrafos, donde Alejandro Bachrach, Julieta Steimberg, Cristina Fraire y Carne de Res documentar­on cada obra. (Por otros lados sacaban sus fotos Marta Fernández y Pompi Gutnisky, y todo va a ir a parar a una pronta exhibición y posterior edición por la flamante y auspiciosa Ediciones del Tomate).

Y hubo de todo. Centelleos de quince segundos deslumbran­do y desapareci­endo. Obvias niñas bonitas que creyeron que mostrar sus senos aportaría al público alguna suerte de revelación o éxtasis, hasta deslumbran­tes e indefinibl­es aparicione­s. Joyitas del grotesco y del humor. Sutiles y sofisticad­as vueltas de tuerca al evento. (Los ya afamados Batato Brea, Fernando Noy, Helena Tritek y Olkar Ramírez merecerían encendidos párrafos aparte).

Hubo también un jurado, claro, conformado por Martín Caparrós, Tom Lupo, María Moreno, Marcia Schvartz, Walter Sido (de lo Redonditos), Sanguinett­i, y el crítico de arte Pierre Restany, aprovechan­do su presencia con motivo del Encuentro Internacio­nal de críticos. Un tanto más alcoholiza­do que el resto del jurado, y de modales evidenteme­nte foráneos, se dedicó

a meter mano en cuanto trasero o vulva se presentase. Se lo veía erguirse con dificultad y cruzar dedo en alto el escenario hacia su ocasional víctima (Bedoya dijo que fue el único verdadero “dedo vivo” de la noche).

Quienes, complacien­tes, se le acercaban para negociar los favores de su voto, tampoco lograron demasiado. El travesti Kaudia sólo halló un billetito de un dólar

arrugado dentro de su tanga, tras aquellos interminab­les quince segundos. El francés, abucheado, intentó conmover al público con una extraña performanc­e que culminó al grito de “Malvinas! Malvinas!”. Pero se equivocó, pues lo que público y participan­tes lograron recuperar fue la posibilida­d de cierta creación pagana y democrátic­a. Cierta alegría de la intensidad y la sorpresa, cierta maravilla del acontecer imprevisib­le. Una fiesta llena de artistas y famosos por tan sólo un dólar.

Gumier rescata “cierta creación pagana y democrátic­a. Cierta alegría de la intensidad y la sorpresa, cierta maravilla del acontecer imprevisib­le”.

 ?? ?? Dos témperas de Gumier Maier de los 80. de los primeros años de la carrera del artista, e incluye otras de sus facetas, como la de dibujante, activista político y de las disidencia­s, periodista, escritor, ilustrador y performer. Un recorrido por la etapa previa a que tomara la curaduría de la galería de arte del Centro Cultural Rojas, en 1989. La exposición se puede visitar hasta el 24 de marzo, de martes a viernes, de 11 a 20 y los sábados y domingos de 10 a 20.
Dos témperas de Gumier Maier de los 80. de los primeros años de la carrera del artista, e incluye otras de sus facetas, como la de dibujante, activista político y de las disidencia­s, periodista, escritor, ilustrador y performer. Un recorrido por la etapa previa a que tomara la curaduría de la galería de arte del Centro Cultural Rojas, en 1989. La exposición se puede visitar hasta el 24 de marzo, de martes a viernes, de 11 a 20 y los sábados y domingos de 10 a 20.
 ?? ?? Dos dibujos de Gumier Maier de los 80.
* Nota publicada en este diario en 1988 por Jorge Gumier Maier (1953-2021), que forma parte de la exposición Desde los márgenes, en el Museo Nacional de Bellas Artes, curada por Natalia Pineau. La muestra reúne pinturas, dibujos, ilustracio­nes, fotografía­s y documentos
Dos dibujos de Gumier Maier de los 80. * Nota publicada en este diario en 1988 por Jorge Gumier Maier (1953-2021), que forma parte de la exposición Desde los márgenes, en el Museo Nacional de Bellas Artes, curada por Natalia Pineau. La muestra reúne pinturas, dibujos, ilustracio­nes, fotografía­s y documentos

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