El expresidente hondureño fue condenado por narco
Fue declarado culpable por la Justicia de Nueva York de conspirar e importar cocaína en gran escala. Falta asignar la pena. Había sido apoyado por Washington.
haberlo sobornado a través de su hermana Hilda Hernández –muerta en un supuesto accidente de helicóptero nunca investigado–, pero su participación más estelar fue cuando filmó con una cámara oculta un encuentro suyo con Juan Antonio Hernández, video clave que se usó para condenarlo en su momento.
Unas de las pruebas más contundentes presentadas a lo largo del juicio realizado en Nueva York fueron “las narcolibretas”, unas anotaciones confiscadas en 2018 con detalles de operaciones del narcotráfico y los nombres de “Tony” y Juan Orlando Hernández.
Magdaleno Meza, supuesto dueño de las libretas, fue asesinado mientras estaba detenido en una cárcel de máxima seguridad: le dieron veinte disparos y veintiún puñaladas, pocos días después de que declararan culpable a “Tony” en Nueva York. También mataron a la mujer de Meza, a su abogado y al director del centro penal.
Otro personaje clave que declaró fue Alexander Ardón Soriano, ex alcalde de El Paraíso, Copán, región fronteriza con Guatemala y por donde cruzaban la mercadería rumbo al norte. Ardón, quien en su juicio aceptó haber planificado 56 asesinatos, explicó que él fue el puente entre “El Chapo” Guzmán y Hernández, y cómo sobornó a congresistas de su departamento para beneficiar desde el Legislativo al entonces candidato.
Hernández pidió testificar en su juicio, en contra de lo que recomiendan los abogados. Y ante las preguntas de la fiscalía, admitió haberle pedido a Ardón que no buscara la reelección en su municipio ante los crecientes rumores de sus actividades. Pero dejó en evidencia que nunca lo hizo investigar, ni a él ni a su hermano, quien tampoco quiso continuar su carrera como diputado, algo extraordinario en estas tierras.
En el juicio faltaron varios testigos que podrían haber ampliado el mapa de cómo funcionó la red de narcotráfico que necesitó de la complicidad de cientos de actores y que se sostuvo con el asesinato de quienes sí investigaban, entorpecían las operaciones o sabían demasiado.
El testimonio más esperado era el de Juan Carlos “El Tigre” Bonilla, exdirector de la Policía Nacional, proveniente también de Copán y nombrado en el cargo por propio Hernández. Bonilla fue también extraditado y se declaró culpable justo antes del juicio a su antiguo jefe, al que le siguió siendo leal.
En su alegato final, la fiscalía acusó a Hernández de ser “un narcotraficante a gran escala y de abusar de su poder para, como él mismo expresó meterle la droga por las narices a los gringos”.
El exmandatario y sus abogados sostuvieron a lo largo del juicio su teoría de que todos los que declararon en su contra, en realidad fueron delincuentes perjudicados por sus efectivas políticas en el combate al narcotráfico y que solo buscaban venganza. Pero para el jurado pesó más su poca voluntad de investigar todo lo que sucedía a su alrededor, siendo él presidente. Más bien lo encontraron culpable de conspiración para importar cocaína a EE.UU., conspiración para el uso de armas de fuego y portación de dispositivos explosivos con el fin de exportar droga.
Luego del golpe de Estado a Manuel Zelaya en 2009 los narcos penetraron las altas esferas de la administración pública.
Ahora resta aguardar a que el magistrado Kevin Castel –quien también juzgó a “Tony”– dictamine los años de la pena. Pero en todo el territorio de Honduras ya se celebra el resultado del “juicio del siglo” contra el expresidente Juan Orlando Hernández, a quien, creyendo que la impunidad duraría para siempre, no le tembló el pulso para reprimir y asesinar a la población que por años se movilizó en las calles reclamando justicia y el regreso de la democracia.
Mientras tanto, el gobierno de la actual presidenta Xiomara Castro –compañera de Manuel Zelaya– llegó a la mitad de su gestión, tratando de rescatar al país de la tragedia heredada de los narcos. Contrarrestar años de corrupción e impunidad no será fácil, pero se ha trasparentado al Poder Judicial con el cambio de la Corte Suprema y con el nuevo Fiscal General, quién ya está desempolvando denuncias que nunca prosperaron.
Quizá en algún futuro, no sea necesario esperar a que EE.UU. extradite narcotraficantes que ellos mismos hayan ayudaron a crecer. Tal vez, puedan ser juzgados en Honduras, no sólo por exportar cocaína, sino por los crímenes cometidos en su propia tierra.