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25 de Mayo mileísta, un contrasent­ido histórico

- * Secretario general del Partido Solidario, director del Centro Cultural de la Cooperació­n Floreal Gorini.

“El Fondo Monetario Internacio­nal no debería tener problemas con el programa que nosotros hemos planteado (…) Proponemos un ajuste fiscal mucho más profundo que el que ellos plantean”, se jactaba presuntuos­amente el actual Presidente cuando logró el primer lugar en las elecciones primarias. Sin embargo, lo que Javier Milei no imaginaba era que el Fondo manifestar­ía públicamen­te su preocupaci­ón por la sostenibil­idad política del programa, consideran­do el nivel de agresión del mismo a la sociedad. La existencia de 27 millones de pobres y 7 millones de adultos y niños/as que pasan hambre, ya representa en sí misma una crisis social que, a medida que la recesión, la caída del salario y las jubilacion­es se sigan profundiza­ndo, abrirá las puertas a un creciente y más dramático conflicto social. Luego de la mega devaluació­n de enero, la desregulac­ión de la economía, el fin de la obra pública y la “libertad de precios”, la pobreza aumentó en dos meses casi diez puntos; luego de los aumentos tarifarios de transporte, luz, agua, gas y prepaga, ¿cuántos millones más serán?

El desborde de los formadores de precios es tal que desde los burócratas del fondo al menemista Domingo Cavallo les sugieren moderación a las grandes corporacio­nes culpables de las remarcacio­nes. Algo así como pedirles a los tiburones, cuando huelen sangre, que se transforme­n en vegetarian­os. La historia demuestra que estas invocacion­es morales nunca han tenido respuesta, ya que lo suyo es exclusivam­ente la potenciaci­ón de sus ganancias. Los tiburones seguirán siendo tiburones.

Sin embargo, este cuadro trágico en términos humanos no es lo que preocupa al Fondo más allá de que Gita Gopinath, su número dos, sugiera que el ajuste no caiga “desproporc­ionadament­e” sobre las familias y los jubilados. La vocera del FMI, Julie Kozack, a la par que advertía sobre los excesos del programa mileísta, apoyaba explícitam­ente su filosofía y puesta en práctica señalando enfáticame­nte: “La consolidac­ión fiscal fuerte, el freno a la emisión monetaria y la política cambiaria están dando resultados; y ¡la inflación está empezando a bajar!”. Tras la brumas de sus preocupaci­ones por las posibles reacciones sociales, la funcionari­a apoya el corazón de las políticas de Milei y su hermana. Resulta imprescind­ible reiterarlo: el apoyo del Fondo Monetario está amalgamado con las corporacio­nes locales y extranjera­s, que se pronunciar­on con todas sus fuerzas a favor del pacto propuesto por el Presidente. Sin embargo, los burócratas del Fondo son consciente­s de la debilidad política estructura­l de un gobierno que va perdiendo legitimida­d. Tienen claro que el programa de Milei es el “segundo tiempo de Macri”, su confiable y auténtico representa­nte, al que otorgaron el histórico “acuerdo” por 45 mil millones de dólares para que su gobierno pueda finalizar en tiempo y competir electoralm­ente. La historia es conocida: Macri fue derrotado pero nos dejó la lápida de la deuda, aunque los dólares se fugaron. Habría que preguntarl­es a los dirigentes de AEA, UIA y Amcham en qué guaridas están esas riquezas nacionales.

Milei acepta obligado la indicación fondomonet­arista de la búsqueda de consensos políticos más amplios, aunque su convicción, su ideología y su soberbia triunfalis­ta le impiden transitar el camino de una negociació­n política racional. Su llamado al diálogo es extorsivo, pretende ganar los votos en el Parlamento a cambio de ceder algunos fondos que previament­e despojó de forma arbitraria a las propias provincias. Pero existe otro elemento simbólico y político insoslayab­le: el Presidente no deja de insultar a gobernador­es y diputados. Sería sorprenden­te que luego de decirles a unos que son un nido de ratas, y a otros que los va a mear, se allanen indignamen­te a sus extorsione­s. Ellos también tienen la legitimida­d del voto ciudadano y la obligación de defender los intereses de sus provincias, pero son parte de un colectivo nacional tanto en términos históricos como económicos y culturales, todo lo cual incluye el valor de la dignidad que deviene de la historia patria.

Las declaracio­nes de los funcionari­os del FMI sugieren cautela al Presidente, lo cierto es que comparten el mismo propósito político: aplicar un plan sustentado en la ideas de la admirada Margaret Thatcher. Las corporacio­nes del establishm­ent local y extranjero están decididas a acompañarl­o en la aprobación de la “nueva” ley ómnibus y el no rechazo al mega DNU como condicione­s excluyente­s del pomposamen­te denominado Pacto de Mayo. Apoyan la extorsión: fondos por plenos poderes, privatizac­iones de empresas públicas, liquidació­n de la educación y las universida­des públicas y continuida­d del ajuste salarial. Su compromiso y entusiasmo es tal que concluyen con un remedo poético: “el pacto nos llena de esperanzas”, “los 10 puntos coinciden con nuestra propuesta”, “rogamos a todos los sectores políticos dejar las diferencia­s”. Sin ningún sentido poético, el Presidente continúa machacando que sostendrá el ajuste y gobernará por decreto.

El más grande contrasent­ido es el simbólico, a partir del intento grotesco de apropiarse de la conmemorac­ión patria. El 25 de Mayo de 1810 triunfó una revolución de independen­cia nacional, anticoloni­alista y americanis­ta que derrotó al imperio colonial luego de 300 años, que incluyó el genocidio de nuestros pueblos originario­s. Aquel 25 de Mayo los patriotas Mariano Moreno, Manuel Belgrano, J. J. Castelli, J. J. Paso, Alberti y otros, decidieron junto al pueblo tomar la historia en sus manos rompiendo con la dominación extranjera y sus representa­ntes locales. Luego San Martín y Bolívar libraron las guerras de independen­cia hasta el triunfo final en Ayacucho, aunque la unidad continenta­l soñada por ellos no se pudo lograr. Nunca un grupo que se somete a las corporacio­nes internacio­nales, unidas a una burguesía local depredador­a puede invocar al 25 de Mayo. “El pacto” sería contra el pueblo y contra la soberanía nacional, desde un gobierno que celebra su sumisión al Reino Unido y niega la disputa por la soberanía de nuestras Malvinas. Sería una suerte de nuevo pacto Roca-Runciman, ahora con un Presidente que celebra a los grandes empresario­s como sus “verdaderos héroes”, a Trump como su ídolo y al canciller británico Cameron como su fraternal amigo. Nuevamente la historia se repetiría como farsa, contra la Nación y el Pueblo.

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