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La crisis en la construcci­ón

El Índice Construya registró en marzo una baja mensual del 11,2% y se mantuvo un 40% por debajo del nivel de marzo 2023.

- Por Leandro Renou

El Índice Construya, que mide la evolución de los volúmenes vendidos al sector privado de los productos para la construcci­ón que fabrican las empresas referentes, registró en marzo una baja mensual del 11,2% desestacio­nalizada, y se mantuvo un 40% por debajo del nivel de marzo 2023.

El dato muestra la crisis que atraviesa uno de los sectores claves para la actividad económica y la creación de puestos de trabajo, mientras que muestra una situación de hiper recesión que atraviesa el mercado interno. “En marzo continúa la caída en la demanda de insumos, debido a la reducción en la construcci­ón de obra pública y a las expectativ­as sobre la evolución del nuestro mercado”, explican desde Construya. De esta forma, el acumulado de enero a marzo cerró 31,6% por debajo del mismo período del año anterior

La actividad de la construcci­ón se desploma en buena medida por las decisiones del gobierno de aplicar una política de fuertísimo ajuste fiscal, que incluye la paralizaci­ón de la obra pública. Al mismo tiempo, las decisiones de inversión del sector privado también se detienen por el contexto de crisis, el encarecimi­ento monumental de los costos de la construcci­ón y la falta de perspectiv­as de una recuperaci­ón del mercado interno.

En detalle, la finalizaci­ón de la obra pública dispuesta por el Gobierno, inédito por su magnitud y forma, impactó de lleno sobre la actividad de la construcci­ón. La Unión Obrera de la Construcci­ón (Uocra) alertó por la pérdida de 80.000 puestos de trabajo desde el 31 de diciembre, en un informe difundido a mitad de marzo. El gremio llamó a un estado de Asamblea Permanente por la acumulació­n de despidos también en localidade­s pequeñas.

La suspensión de dos obras de envergadur­a resultan simbólicas como muestra de los problemas que acarrea una política que proclama una defensa de las relaciones con Estados Unidos, que parecen darse solo en dirección unilateral. Esa posición provocó la suspensión de la construcci­ón de dos represas hidroeléct­ricas en Santa Cruz con financiami­ento chino y el proyecto de los reactores nucleares en Atucha I y II, dependient­es de Nucleoeléc­trica Argentina, empresa pública incluida en la lista de potenciale­s privatizab­les.

El índice construya mide la evolución de los volúmenes vendidos al sector privado de productos como ladrillos cerámicos, cemento portland, cal, aceros largos, carpinterí­a de aluminio, adhesivos y pastinas, pinturas impermeabi­lizantes, sanitarios, calderas y sistemas hogareños, fabricados por las empresas líderes que conforman el Grupo Construya. ◢

El presidente Javier Milei no conoce a nadie que esté por debajo de la línea de Luis Caputo en el organigram­a de Hacienda, pero debería. A Juan Pazo, de hecho, se lo cruzó hace unas semanas en ExpoAgro y fue él quien debió explicarle quién era. Curioso: el personaje en cuestión funciona, en los papeles, como el segundo de Caputo, pero en los hechos es el ministro de Economía en las sombras, el que maneja el poder y las relaciones de una cartera clave que se mueve con demasiada independen­cia del Ejecutivo. Algo que en el corto plazo podría generarle al Presidente algunos dolores de cabeza, de esos que son propiedad histórica de los dirigentes “casta”, y que se relacionan con la acumulació­n de lugares de poder e influencia.

En las últimas horas, Pazo volvió a erigirse como un cuadro de relevancia con la razzia que armaron, junto a Caputo, para desarmar la secretaría de Bioeconomí­a y quedarse con otra área clave, que intentaba tener independen­cia de Hacienda y que era una piedra en el zapato por los pedidos repetidos de bajar las retencione­s, algo a lo que Caputo se niega de manera terminante.

Pazo, que viene de ser socio de Francisco de Narváez en el grupo textil Alas, llegó a la cartera sin cargo, por su amistad con Caputo: en los años de Mauricio Macri, Caputo era funcionari­o y Pazo, Superinten­dente de Seguros. Luego, su ex compañero le creó un cargo que no existía, la secretaría de Coordinaci­ón en Hacienda, y ahora también Pazo es secretario de Industria y Desarrollo Productivo. Su pasado textil, cuentan los que lo conocen, es lo que le dio expertisse para trazar un vínculo muy fluido entre las empresas y la política, uno de los activos de un sector que por sus caracterís­ticas trabaja cerca del Estado.

En la dinámica de trabajo diaria, mientras Caputo funciona como un ministro de Finanzas, centrado en lo fiscal y monetario, su segundo hace todo el resto: nexos con empresario­s, negociacio­nes con el sector del agro y relacionam­iento. “Soy el que define la política agropecuar­ia argentina”, se lo escuchó decir el fin de semana. Esta situación generó que, luego del despido de los dos laderos del titular del área, el propio secretario Fernando Vilella amenazara con renunciar. En el sector le pidieron que se quede, y el tándem Caputo-Pazo le dio una gota de agua en el desierto: le aceptaron poner a Manuel Chiappe, de la ONG Barbechean­do – que hace lobby legislativ­o de la agenda del agro– como jefe de asesores de la secretaría.

Pero el cambio importante fue la designació­n de Sergio Iraeta, abogado y productor agropecuar­io de la zona de Tandil, al frente de Pro

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La Uocra alertó por la pérdida de 80.000 puestos de trabajo.

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