Los números para la ley Bases
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Todo está dispuesto para que el gobierno de Javier Milei busque aprobar este lunes en la Cámara de Diputados con la versión reducida de su ley Bases –aunque ahora sumó una reforma laboral– y el paquete fiscal. El oficialismo y los bloques colaboracionistas, llegan al recinto con los dictámenes de mayoría para ambos proyectos y confían en que tendrán las manos suficientes para la aprobación en general. Pero saben que los números son muy finitos en los puntos más conflictivos del texto de casi 400 artículos y que cualquier error durante un debate, que promete ser maratónico, podría significar el sacrificio de algunos de ellos en la votación en particular. El objetivo de La Libertad Avanza es atravesar el fin de semana sin hacer olas y evitar confrontaciones que enturbien un panorama optimista, aunque las declaraciones del ministro de Interior, Guillermo Francos, afirmando que la Casa Rosada volverá a la carga por la privatización del Banco Nación (que la oposición dialoguista obligó a quitar del proyecto) encendió nuevas alarmas entre sus propios aliados.
La danza de números y el poroteo sobre los votos que podría alcanzar los proyectos son cálculos diarios entre oficialistas, aliados y opositores. El presidente de la Cámara baja, Martín Menem, hizo su propio pronóstico: “Estamos arriba de 126 voluntades. Algunos manifestaron abstenciones. Vamos a trabajar incansablemente para irnos con la media sanción”, dijo a LN+.
Menem sabe que contaría con un caudal mayor de votos que le garanticen al menos 129, la mitad más uno de los integrantes de la Cámara baja. En febrero, consiguieron en la votación en general 144 votos a favor y 119 en contra, hasta que las derrotas que se presagiaban sobre muchos de sus 664 artículos (que entonces contenía la ley) obligó al oficialismo a devolver la iniciativa a comisiones, desconociendo que eso significaba el regreso a fojas cero y la derrota del proyecto. Ahora, las consecuencias que acarrea la política económica del Gobierno han modificado ese panorama y aún dentro de las bancadas colaboracionistas hay quienes quieren hacer valer sus divergencias.