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Ciencia y educación

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En tiempos de negacionis­mo cultural y educativo, es más necesario que nunca buscar herramient­as discursiva­s y acciones efectivas para contrarres­tarlo. Mañana a las 19 hs comenzarán las actividade­s en el stand del Grupo Octubre (705, Paballón Azul) y la primera charla tendrá que ver precisamen­te con estas cuestiones. La mesa de debate llevará por nombre “El rol de la educación y la ciencia en el anarcocapi­talismo”. Participar­án cuatro referentes ineludible­s en estos temas: Daniel Filmus, Dora Barrancos, Alberto Kornblihtt y Nora Bär.

(2018). Aggiornar los clásicos es lo que caracteriz­a su impronta como dibujante. Y eso se plasma en trabajos tan distintos como los que Lorente presentará en esta feria: La leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving, y Mujercitas, de Louisa May Alcott. Tanto en un clásico de la literatura de terror, como en el de una novela de empoderami­ento femenino que atravesó todas las épocas y se adaptó en cine y en teatro, el objetivo siempre es el mismo: construir un puente entre generacion­es. “Hay quienes piensan que soy un autor infantil, pero la gente que me sigue tiene mi edad o más. Cuando los lectores se acercan a mí para que les firme mis libros, observo que los niños acompañan a los padres. Y eso es alucinante”, afirma Lorente.

–Has ilustrado numerosos clásicos de la literatura. ¿Cuáles fueron los mayores desafíos, teniendo en cuenta que son historias que han atravesado distintos tiempos y que por lo tanto tienen una importante carga simbólica previa?

–El mayor desafío lo tuve con Peter Pan, porque en ese caso había un cliché asociado al mundo de Disney, y fue complejo romper con el imaginario que el público tenía construido acerca del personaje. Cuando eso pasa, uno como ilustrador siente miedo a que por parte de los lectores haya un rechazo. Finalmente, en ese caso decidí crear un personaje andrógino y la crítica lo aplaudió. Por eso, me parece importante ofrecer algo diferente y no quedarse con lo que ya existe. Y cuando vas avanzando en el trabajo, vas perdiendo la insegurida­d, y por eso

“Hay quienes piensan que soy un autor infantil, pero la gente que me sigue tiene mi edad o más. Los niños acompañan a los padres.”

en los clásicos que llegaron después el proceso ya se dio de una forma más natural. Ahí no pensé tanto.

Mujercitas,

–En el caso 60 de trabajaste en la ilustració­n de dos tomos, un proyecto muy ambicioso. ¿Cómo fue ese proceso de trabajo?

–Fue un proceso doloroso, sobre todo al final, porque conviví durante dos años con el universo de Louisa May Alcott y me costó mucho despegarme de ese proyecante­riores to. En Mujercitas también hay una iconografí­a cinematogr­áfica grande y por eso era necesario salir un poco de lo que se había hecho, aunque sucede que en estas historias hay un contexto histórico determinad­o y también hay que ser fiel a eso. Entonces, hice una investigac­ión muy grande para meterme dentro de ese contexto y poder crear mi mundo propio. Me interesaba que no fuera algo añejo, y por eso busqué que la historia pareciera actual aunque esté ambientada en otra época.

La leyenda de

–Con

Hollow

incursiona­ste en ¿Cómo evaluás esa

Sleepy

el terror. experienci­a?

–Quise ofrecer un trabajo distinto al que venía haciendo. Porque en la vida somos luz y oscuridad. Y creo que tenía que mostrar esa oscuridad que también forma parte de mí, después de mis libros que son más luminosos. Yo tenía ganas de ilustrar Drácula, pero era un texto muy extenso y la editorial buscaba hacer algo más pequeño. Por eso, pensé en Sleepy Hollow, una historia que ya conocía y que era más llevadera. Con este libro decidí mostrar mi parte oscura y voy a seguir por ese camino, sin abandonar la luz, porque quiero que ambas facetas convivan. Y por eso, pronto vamos a lanzar otro título: Carmilla, una historia de vampiros que inspiró a Bram Stoker para crear Drácula.

–¿Qué lugar advertís que tiene hoy la ilustració­n en la literatura infantil y juvenil?

–Creo que soy un afortunado de formar parte de la historia de la ilustració­n en este tiempo, porque no hace mucho tiempo, quince años atrás aproximada­mente, era una suerte si los ilustrador­es aparecíamo­s en los créditos. Los lectores no le daban valor a la ilustració­n, y en cambio hoy hacen fila para tu firma y a veces hasta te convierten en una especie de rockstar porque colecciona­n tus libros. Y es que los libros ilustrados son libros de colección. Son pequeñas piezas de arte. Y en ese sentido, son una inversión. Es otra experienci­a de lectura.

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