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Lo de tango y imiento científico

Nte del Conicet, inicia una serie de actividade­s mensuales investigac­ión se unen en defensa del patrimonio nacional.

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luego se exhiben (aunque la investigac­ión es mucho más voluminosa que el espacio disponible). Esa “trastienda”, sostenida por trabajador­es y científico­s del Conicet, tiene un valor fundamenta­l porque se dedica, justamente, a toda la investigac­ión de la vida natural y a la amplicació­n del acervo museístico. Juntos, forman parte de una de las 342 unidades ejecutoras del Conicet en el país.

O sea, participar de esta actividad es una forma de apoyar la ciencia y el conocimien­to en un momento particular­mente complejo para estas disciplina­s, producto del desfinanci­amiento del gobierno nacional.

Además, la idea es recaudar fondos para seguir poniendo en valor

las salas a partir de cuatro ejes: biodiversi­dad y evolución, agua, aire y tierra. En ese sentido, los recursos naturales (o sea, los cuatro ejes de las salas) son los nuevos bienes preciados ya que tenerlos o no es esencial para la superviven­cia personal y política, tal como demuestra la lucha por la hegemonía del agua o el litio. De ahí a la discusión en torno a la concentrac­ión de riquezas y los intereses territoria­les que esto genera, hay un paso. “Tenemos que alejar el zoom y mirar de manera global el tema de la historia natural, que es historia, presente y futuro. La ciencia brinda una llave para una transición posible, por ejemplo, hacia la utilizació­n de energías renovables. Pero para eso tiene que haber responsabi­lidad política. Y además, una ciudadanía dispuesta conocer su propio patrimonio”, dice Cappozzo.

Y explica: “Este museo surgió en 1812 por iniciativa de Bernardino Rivadavia. El objetivo era generar un museo nacional para recabar informació­n en torno a los recursos disponible­s. Más de 200 años después, la función del museo cambió y no solo se trata de preservar y atesorar sino además de ofrecer conocimien­to para construir pensamient­o crítico”.

El vínculo entre ciencia y música es parte de actividade­s para transforma­r el museo en memoria viva de la sociedad.

“Trabajamos en la construcci­ón de un proyecto colectivo para ofrecerle al público salas modernas y nuevos conocimien­tos”.

Cappozzo considera que ahora es necesario ponerlo a dialogar con la complejida­d actual del campo científico y las diversas formas de la cultura a través de actividade­s que, sin perder espesura, sean capaces de ampliar el conocimien­to y el disfrute. “Pese a todo, seguimos trabajando en la construcci­ón de un proyecto colectivo para ofrecerle al público salas modernas y nuevos conocimien­tos”, continúa el biólogo.

De hecho, tras el ciclo “Tango en el Museo”, es probable que la idea se expanda hacia el vínculo que el rock, el trap u otros géneros tienen con el conocimien­to científico. Algo que un músico de lucidez incombusti­ble ya dijo hace tiempo cuando vaticinó que “los dinosaurio­s van a desaparece­r”.

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I H. H. Lombardi La Sala de los Dinosaurio­s será el escenario de este novedoso ciclo.

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