Hecha para trabajar
Ubicada estratégicamente en el centro de la Argentina, la provincia de Córdoba se caracteriza por su diversidad topográfica y por su gran variedad de actividades económicas. Allí fuimos con la consigna de hacer trabajar a nuestra Hilux y, de paso, recoger testimonios de quienes realizan diversas actividades con estos vehículos.
Con la pick-up más vendida de las últimas décadas en nuestro mercado, partimos rumbo a la provincia mediterránea para hacer trabajar a una de las versiones más adecuadas para tal fin. Desde Buenos Aires nos subimos a la Panamericana para encontrarnos en Rosario con la autovía que une esta ciudad ribereña con “La Docta”. Inaugurado el tramo completo no hace muchos años, este trazado casi recto tiene una velocidad máxima permitida de 130 km/h a lo largo de todo su trayecto. GPS en mano para “crucerear” lo más cerca posible de dicha imposición, la aguja de nuestro cuentavueltas se fijó en torno a las 2.200 rpm, valor que, con caja manual de seis marchas, anunciaba que esos casi 400 kilómetros nos demandaría un gasto muy moderado de combusti-
ble, sobre todo teniendo en cuenta que esta variante está equipada por el motor más chico de la gama: el 2.4 turbodiésel de 150 caballos. El rendimiento en ese sector finalmente fue de unos 12 kilómetros por litro. Dicha cifra pudo haber sido mejor aún, si no fuera por los fuertes vientos cruzados con los que nos enfrentamos llegando a destino.
Tras un viaje que nosotros consideramos como un trámite, teniendo en cuenta el confort general de la nueva Hilux y una vez instalados en plena ciudad, comenzamos a recurrir a nuestros contactos para conseguir usuarios que realmente hagan uso intenso del modelo. Allí nos pasaron varios datos, pero elegimos puntualmente dos que, con actividades muy diferentes, llevan a la Hilux a realizar tareas que ponen a prueba sus condiciones (ver recuadros).
Pero además de las experiencias ajenas, queríamos aprovechar el viaje para vivir en carne propia el uso que se le puede dar al vehículo por los caminos de montaña que llegan a la parte más alta de los extremos norte de las Altas Cumbres. Así, encaramos por asfalto hacia Villa Carlos Paz, pero antes de llegar tomamos el desvío que nos llevó bor-
deando el dique San Roque hacia Cosquín y de ahí hasta el peaje de Molinari, donde nos apartamos de la ruta hacia el oeste para comenzar a transitar viejos caminos de tierra con frecuentes vados, recorriendo parajes como la Cascada de Olaen, el Río Pinto, la villa de Characato, la estancia jesuítica de La Candelaria, hasta encontrarnos con la ruta provincial 28 que lleva a Los Gigantes, a unos 1.900 metros de altura. Ahí, además de la contemplación del silente paisaje, se pueden realizar diversas actividades, como trekking, cabalgatas, tirolesa, etc. Pero antes de todo esto nos desviarnos hacia una zona rocosa para probar los sistemas que nos permiten realizar un off road más extremo, asistidos por el sistema 4x4 con alta y baja y con el bloqueo del diferencial trasero, además del control de descenso en pendientes. Todo el trayecto off road lo recorrimos confiados con que contábamos una segunda rueda de auxilio, cuyo soporte se ubica dentro de la caja y que forma parte uno de los 62 accesorios que ofrece el modelo. Nuestra unidad también contaba con barra de trabajo, lanza y porta matafuegos.
Todo activado desde el habitáculo y muy fácilmente gracias al nuevo sistema de perilla, que permite accionarse, como el caso de la 4x4 baja, aún con el vehículo en movimiento. También pusimos al límite su despeje del suelo y sus ángulos de entrada y salida. El mal estado del tiempo los días anteriores a nuestro recorrido, provocó que en varias partes el ripio se transformara en un barro muy resbaladizo, poniendo a prueba en esos sectores la efectividad del control de estabilidad y tracción.
La Hilux que llevábamos, de la versión DX con cabina doble; es una variante que si bien no tiene un equipamiento full, a un precio de 489.000 pesos, nos sorprendió por incorporar, además de aire acondicionado, cierre de puertas a distancia, cuatro levantavidrios, radio con bluetooth, entradas USB y auxiliar y volante regulable en altura y profundidad, con comandos multifunción, entre otras cosas, Ante este listado tan completo, quizá nos hubiera gustado un control de velocidad crucero para los largos tramos de autovía.
Algunos sectores del recorrido los hicimos cargados de bolsas de semillas, que nos habían encargado en Characato; su peso de 600 kilogramos más cuatro pasajeros a bordo, no representó nin-
guna “carga” para el vehículo y su motor de 150 CV en todo momento empujó. Apenas tuvimos que nivelar desde el comando interior las luces para no encandilar a los que venían de frente. Ya que hablamos de trabajo, es oportuno destacar los tapizados de tela preparados para soportar el castigo que se le da todos los días a este tipo de vehículos.
La vuelta desde Los Gigantes por la pintoresca y sinuosa ruta 28, que desemboca en Tanti, a un paso de Villa Carlos Paz, podría haber sido otro de los “trámites” del viaje, de no ser por la espesa niebla que nos hizo recordar que esta versión también cuenta con faros rompenieblas delanteros. Pasado el contratiempo de la poca visibilidad, seguimos disfrutando de las curvas y contracurvas, al mismo tiempo que, ya un poco cansados de tanta foto, off road y descarga de semillas, agradecíamos a los ingenieros de la marca el haber mejorado notablemente la suspensión, en especial la trasera. Así volvimos a la urbe con gran parte de nuestro objetivo cumplido. Mención aparte merece el testigo de cinturón abrochado, que en el caso de la Hilux funciona para las cinco plazas. Obviamente los integrantes del equipo siempre viajamos atados, pero en caso de no hacerlo, nos hubiese sido de mucha utilidad, ya que dentro de la pro- vincia de Córdoba en tres oportunidades nos pararon para controlar las luces y verificar si todos los pasajeros tenían puestos sus respectivos cinturones.
Ya cuando se acercaba la hora de comenzar a volver a la redacción, donde los compañeros que se quedaron nos reclamaban ansiosamente los consabidos alfajores, encaramos la vuelta, no sin antes detenernos en Ballesteros, un pueblo cercano a Villa María, ambos ubicados a la vera del trazado antiguo de la RN 9, para visitar a otro usuario y volver a cargar la Hilux, esta vez con unos pallets de madera que, junto con nuestro equipaje y los souvenirs trajimos hasta Buenos Aires..