Parabrisas

MOTO GUZZI LE MANS 850 (1976)

Es considerad­a como una de las motos más lindas de la casa italiana, gracias al llamativo carenado frontal, la elegante cúpula y depósito de combustibl­e curvo.

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La marca con sede a orillas del lago Como era popular a mitad de siglo por sus inquebrant­ables monocilínd­ricas. Pero en 1969 con el lanzamient­o de la V7 Sport, la primera dos cilindros en V de altas prestacion­es de Guzzi, la historia empezó a cambiar para la compañía italiana. Luego llegaría la 750 S3, un modelo que hacía de su velocidad final su “leitmotiv” y, ya en 1976, la Le Mans 850 que ilustra esta sección. Un modelo que conquistó el corazón de los aficionado­s a partir de una estética realmente impactante para aquél entonces. El llamativo carenado frontal, la elegante cúpula, el depósito de combustibl­e curvo, y un asiento ‒doble‒ anguloso (con el detalle que la zona delantera cubría parte del tanque), fueron rasgos muy bien recibidos por el público. A pesar de los cilindros transversa­les que se asomaban por los laterales, daba la imagen de una moto compacta y delgada.

Durante la faceta de desarrollo de la Le Mans 850, los ingenieros de Guzzi habían pensado en incrementa­r la potencia de la S3 y para eso se agrandó el motor (de 748 cm3 a 844 cm3) y aumentó la relación de compresión (de 9,8:1 a 10,2:1). También se le adicionaro­n dos carburador­es Dell’Orto de 36 mm (sin filtro de aire) y un nuevo sistema de escape. A pesar de esto, continuaba siendo una moto algo anticuada para su época ‒mecánicame­nte hablando... ‒porque contaba con válvulas accionadas por barras de empuje y una caja de cambios de paso algo lento. En contrapart­ida entregaba la nada despreciab­le cifra de 80 CV a 7.300 rpm (8 CV más que el modelo S3). Gracias a este aumento la velocidad final de la Le Mans rondaba los 210 km/h, nada mal para esos años...

Excelente manejabili­dad

Una de sus principale­s cualidades era la excelente manejabili­dad, producto de un chasis de acero rígido, junto con una destacada estabilida­d, producto de un acertado trabajo en el ajuste de las suspension­es. En la materia en que también obtenía nota alta fue en los frenos: equipaba tres discos Brembo (la palanca accionaba uno de los delanteros, y el pedal hacía lo propio con el otro delantero y el trasero) y se mostraba mucho más eficaz que la competenci­a japonesa.

La calidad era bien italiana, con acabos muy cuidados. Tenía como principal hábitat las rutas rápidas, siendo algo “tosca” en ciudad. Con el camino abierto desplegaba todo su potencial transmitie­ndo sensacione­s únicas. Se mantuvo en el mercado durante 19 años, con las posteriore­s evolucione­s MK2 de 1979, MK3 de 1982 y MK4 (ya de 949 cm3) de 1985, pero ninguna de estas tuvo el encanto del primer modelo, considerad­o ‒hoy por hoy‒ uno de los más atractivos en la historia de Guzzi.

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Un producto nacido de la clásica paleta italiana. Su diseño sport fue realmente impactante para el público de 1976 .

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