Jorge Omar Del Rio
Cada vez mayor cantidad de personas van atendiendo diversos temas mientras están conduciendo vehículos. Los smartphones son uno de ellos.
Los conductores vienen mostrando una falta de atención o distracción cada vez más frecuente y por mayor cantidad de factores. Históricamente, el problema solo se producía cuando, por ejemplo, quien manejaba desviaba su vista para observar algo que le llamaba la atención en las veredas o en calles laterales. En la actualidad, el hábito o la necesidad de estar permanentemente “conectados” se esta volviendo aparentemente prioritario, y no sólo para las nuevas generaciones. Esto se potencia con los tiempos que demandan actualmente para trasladarse de un lugar a otro de una ciudad.
Además, el tema se esta agravando, porque hasta hace poco el asunto rondaba principalmente por las conversaciones a través de los teléfonos celulares.
Todos los estudios que se realizaron al respecto comprobaron la elevada falta de atención que produce el hecho de hablar por celular cuando se maneja. Ahora se suma que las personas pueden recibir y enviar mensajes, fotos, videos, archivos de trabajo, correos electrónicos y muchas tantas de las otras aplicaciones que proporcionan estos dispositivos. Son fantásticas, y bienvenidas sean, las nue- vas posibilidades que proporciona la tecnología, pero el tema es que cada vez más personas se están acostumbrando a realizar estas acciones mientras conducen vehículos.
Cosas que hay que saber
Por supuesto que los que hacen esto no piensan o prefieren ignorar que dicha actitud puede generar riesgos. Los que lo hacen tienen la sensación de que pueden realizar sin problemas ambas actividades al mismo tiempo, aunque lamentablemente en muchos casos se enteran tarde de que no era así. Esto porque hay
que comprender que todo se entremezcla con la dinámica del desplazamiento de los vehículos, que además suelen circular dentro de un tránsito cada vez más cargado.
Especialmente para los más jóvenes, que tal vez no tuvieron la oportunidad de aprenderlo, queremos recordar algunas realidades.
En primer lugar, está comprobado que el tiempo de reacción promedio de un adulto en condiciones normales es de siete décimas de segundo (éste es el tiempo que transcurre desde que el organismo percibe alguna situación que no estaba aguardando y el cuerpo logra realizar alguna acción en consecuencia. Por ese motivo, si se está circulando por una autopista a una velocidad de 110 km/h, desde el momento en que el conductor advierte un imprevisto, hasta que logra iniciar cualquier maniobra que no tuviera programada (ya sea frenar, doblar o acelerar), el vehículo habrá recorrido 21 metros a la misma velocidad y con la misma dirección que llevaba. En este mismo sentido, también es bueno tener en cuenta que a 40 km/h, velocidad permitida en la mayoría de las calles, ese recorrido será de un poco más de siete metros. Por lo tanto, aunque cuando estamos parados nos cuesta imaginarlo, esa es la distancia que se recorre en los distintos casos, antes de que el vehículo pueda empezar a frenar o esquivar cualquier objeto que este en su trayectoria. Es la situación que se presenta cuando, por ejemplo, el auto de adelante frena justo en el momento en que se desvió la vista para “ojear” el celular.
Cuestión de consciencia
Aunque después la mayoría no lo quiera reconocer, situaciones como las mencio- nadas son el origen de muchas de las colisiones que se producen diariamente en las ciudades.
Sin dudas, muchos paragolpes, guardabarros, radiadores, ópticas, etc. han sufrido las consecuencias de estas actitudes. Además, para ampliar el problema, se suman la desconsideración de priorizar el propio desplazamiento por encima de cualquier realidad del tránsito. Se nota claramente que, ante situaciones que implican la utilización de los mismos espacios (intersecciones, rotondas, etc.), muchos conductores eligen acelerar para tratar de pasar primeros. Pero más increíble y reprobable son las actitudes similares cuando involucran a peatones que tratan de cruzar la calle donde no hay semáforos.
A la defensiva
Por el lado de los que están de a pie, donde no hay señalización intentan imponer su derecho de paso sólo para no alterar su ritmo de marcha, interponiéndose por delante de los vehículos que vienen circulando. Es como una reacción instintiva que se está volviendo hábito, a no tolerar nada que interfiera el propio desplazamiento por encima de cualquier consideración hacia el otro o hacia las circunstancias del tránsito.
Dentro del mismo concepto, pero en la situación contraria, hay otra conducta que se está notando bastante: cuando la luz verde del semáforo habilita el tránsito, algún vehículo no se mueve porque su conductor esta terminando de ¡leer o escribir un mensaje!
Por supuesto que estos hábitos involucran también a ciclistas y motociclistas. Es bastante usual ver conductores de moto que circulan sosteniendo con una mano el manillar y con la otra el teléfono ¡mientras avanzan entre los autos!
También se ven peatones que caminan con la vista baja concentrados en el celular, e incluso algunos con auriculares, desconectándose así de todo lo que los rodean.
Prevención
En nuestra Escuela de Manejo Avanzado trabajamos mucho con las diversas situaciones, porque entendemos que los propios conductores son los que tienen que acostumbrarse a utilizar otros hábitos para utilizar sus vehículos.
Por otra parte, también sería apropiado pensar que todo se soluciona con mayor control y sanciones por parte de las autoridades, ya que las reglamentaciones para el uso de celulares existen, y las de prioridades de paso, o circulación en el tránsito también.
Pero bajo las condiciones actuales es casi imposible lograr un control adecuado para todos los aspectos mencionados.
Además, juzgar muchas situaciones de riesgo implicaría una gran carga de subjetividad y diferencia de opiniones, por lo que no podrían reglamentarse correctamente.
Replanteo
No se trata solo de colisiones entre automóviles. También están ocurriendo muchos siniestros con motociclistas, ciclistas y peatones. Y como estos casos suelen producir consecuencias fatales, luego resulta muy doloroso comprobar que los hechos se originaron en decisiones o maniobras por cualquiera de las partes que parecen incomprensibles cuando se analizan con tranquilidad.
Entonces, sería importante que quienes conducen no pretendan “mantenerse conectados” todo el tiempo. Para seguir conectados con la vida..