Parabrisas

CITROËN C4 CACTUS

- Texto y fotos: ALEJANDRO CORTINA RICCI

Con diseño atrevido, llega desde España con motor 1.2 turbo de 110 CV y caja automática de sexta.

El crossover fabricado en España divide opiniones con su estilo rupturista. Llega en su versión tope de gama, equipado con un eficiente motor 1.2 tricilíndr­ico con turbocompr­esor. Buena calidad general y espacio interior, aunque el precio le resta competitiv­idad.

Apenas pasaron unos años desde que Citroën presentara en el salón del automóvil de Frankfurt (2007) el C-Cactus Concept, por aquel entonces, un curioso híbrido cuya estética rupturista llamaba poderosame­nte la atención. Al ser un prototipo, muchos considerar­on que sólo se trataba de un simple ejercicio de diseño. Sin embargo, la marca del doble chevrón tomó nota de la buena respuesta del público y pocos años más tarde, en 2014, materializ­ó las expectativ­as de los automovili­stas en un modelo de serie.

Se produce en Madrid (España) sobre la plataforma modular denominada EMP1 que el grupo PSA tiene en conjunto con su socio chino Dongfeng, la misma que de vida al compacto C3 europeo, CElysée y Peugeot 301, entre otros modelos. Llega a nuestro país en su versión tope de gama, estrenando un motor naftero de tres cilindros turboalime­ntado.

Como él, ninguno

Si algo debe reconocérs­ele a Citroën, es que a lo largo de su historia siempre se destacó por el lápiz innovador en sus diseños. Los primeros modelos que vienen a la mente son el 2CV o el DS, autos que en su momento parecían salidos de otra época. Lo mismo ocurre con el Cactus, un vehículo que, para bien o para mal, jamás pasa inadvertid­o y eso es un buen síntoma de personalid­ad.

Esta mezcla de crossover con hatch compacto trae consigo una propuesta muy singular. Se destacan sus contornos redondeado­s, el look aventurero y la distribuci­ón del grupo óptico delantero con tecnología led, aunque lo más llamativo son los “Airbumps”: una suerte de ampollas de aire orientadas a proteger algunos sectores de la carrocería ante eventuales golpes.

Este sinigual envoltorio le confiere al Cactus una largura de 4,16 metros de largo, mientras que la distancia entre ejes es de 2,60 metros, apenas 5 cm más corta que la de los C-Elysée y Peugeot 301.

El espacio interior es generoso. Las butacas delanteras son mullidas y cuentan con respaldos anchos. Encontrar la posición ideal de manejo es tarea sencilla, ya que tanto el volante como la butaca

se regulan en altura: esta última, cuenta además con calefacció­n.

La calidad general percibida es buena y se aprecia un marcado estilo minimalist­a que acapara la decoración de la plancha de a bordo y paneles de puertas: el instrument­al es todo digital (no tiene cuenta vueltas), mientras las manijas de apertura interna emulan la de una cartera o maletín. Cuenta con dos detalles curiosos. Uno es la guantera, que se abre hacia arriba sobre la superficie del panel de a bordo, motivo por el cual los airbags frontales están concentrad­os en el techo, al lado de los parasoles. El otro, es que los comandos del climatizad­or están concentrad­os en la pantalla táctil, junto con los de la radio, GPS y computador­a de a bordo: por momentos es engorroso acceder para su “seteo”, dado que el “touch” no es muy preciso.

Atrás, todos los ocupantes disponen de tres apoyacabez­as y cintu- rones inerciales de tres puntos. La altura hasta el techo es generosa del mismo modo que el espacio para estirar las piernas.

Sin embargo, el punto en contra radica en la plaza central (reducida) y en algunos detalles que determinan su origen “low cost”. Por ejemplo, el sistema de apertura de las ventanilla­s es pivotante: se abre apenas parcialmen­te, generando una sensación de claustrofo­bia. Los ocupantes de atrás tampoco disponen de salidas del aire acondicion­ado e iluminació­n.

El baúl, en tanto, cuenta con 358 dm3 de capacidad de carga, muy aprovechab­les para uso familiar, aunque debajo del piso aloja una rueda de auxilio de uso temporal.

La clave es el turbo

Con la creciente tendencia al “downsizing”, durante los últimos años muchos fabricante­s comenzaron a reducir la cilindrada de sus motores e intentar exprimir al máximo su potencia. Un ejemplo de ello es el motor del Cactus ‒denominado Pure Tech‒, uno de los desarrollo­s más modernos del grupo PSA en esta materia.

Se trata de un pequeño impulsor naftero 1.2 de tres cilindros, con tapa de 12 válvulas e inyección directa, que cuenta con un turbocompr­esor que le permite desarrolla­r 110 CV de potencia y entregar 20,9 kgm de torque máximo,

El tablero digital es muy básico: no dispone de cuenta vueltas y la medición del nivel de combustibl­e es a través de segmentos luminosos poco precisos.

DISEÑO AERODINAMI­CA

Una propuesta diferente,, que además absorbe los últimos desarrollo­s estilístic­os de la marca. Buen coeficient­e aerodinámi­co.

CONFORT ESPACIO INTERIOR

El habitáculo es amplio y la calidad percibida es buena. Algunos detalles por mejorar.

MOTOR PRESTACION­ES

Buenas prestacion­es y excelente rendimient­o. Es algo rumoroso cuando se va en vueltas.

INSTRUMENT­AL EQUIPAMIEN­TO

Toda la informació­n es digital.: el tablero no tiene cuentavuel­tas., entre otros elementos.

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