Cuestión de responsabilidad
La mayoría de los accidentes de tránsito se pueden evitar, salvando así muchas vidas. Gran parte depende de una condución responsable y de cuan capacitado esté quien se encuentre al mando del vehículo.
Elo últimos tiempos han ocurrido una gran cantidad de accidentes, muchos de ellos involucran al transporte de pasajeros con gran cantidad de víctimas fatales. Esto viene sucediendo, tanto en rutas de doble circulación sobre distintos tipos de superficies, como en autopistas de acceso a ciudades importantes.
Ante la gravedad de las consecuencias suelen ser uno de los temas que nos plantean en la Escuela de Manejo Avanzado, porque los alumnos intentan comprender lo ocurrido como forma de aprendendizaje para evitar situaciones similares.
Son situaciones complicadas porque, especialmente en los primeros momentos, en la mayoría de los casos es difícil llegar a tener certezas respecto al origen de las situaciones que desencadenaron los hechos.
En general, y tal vez como consuelo o alivio de todos, se suele aceptar los habituales primeros comentarios de que alguno de los vehículos “se quedó sin frenos”, o “se le reventó una cubierta”, o “se le rompió la dirección”, o “por la lluvia”.
La culpa ajena
Parecería que todas esas explicaciones traen el alivio de pensar que las tragedias ocurrieron por causas fortuitas que, en general, la mayoría cree que es poco probable que le suceda a uno mismo. Pero cuando se profundizan los análisis técnicos, la mayoría de las veces se llega a comprobar que muchos de los llamados “accidentes” no fueron fruto de circunstancias imprevisibles, sino que se produjeron por acciones concretas realizadas por las personas que conducían los vehículos, lo que lleva a la triste conclusión de que se podrían haber evitado.
No en vano las estadísticas indican que casi un 85 por ciento de los accidentes están originados por causas humanas, es decir, que no hubo causas técnicas, climáticas o de otro orden que influyeran para producir el incidente.
Aunque resulte casi inexplicable, la realidad muestra que, en muchos casos, las personas llegan a colocarse a sí mismas en situación de peligro sin darse cuenta de que lo están haciendo.
En este sentido, con el avance de la tecnología, actualmente es posible comprobar claramente cómo se originan algunas situaciones de las que antes no se podían tener certezas ya que, a través de filmaciones o videos, muchas veces se puede analizar minuciosamente los hechos. Por ejemplo, las imágenes que muestran casos de choques entre muchos vehículos en autopistas, y donde se suele producir el efecto de los choques en cadena.
De esta misma manera, es posible observar que algunos de los impactos más grandes los sufren vehículos que llegan a gran velocidad a un lugar donde hacía muchos segundos que el camino ya estaba bloqueado a consecuencia de lo que había sido el primer choque que, incluso, puede no ser de mucha importancia.
Suele pasar que mientras muchos conductores ya están frenando para evitar el obstáculo, otros que vienen atrás continúan a velocidad lanzada hasta que, cuando reaccionan, les resulta imposible evitar fuertes impactos.
Con la claridad de las imágenes, ante dicha evidencia es muy difícil entender la actitud de esos conductores ante la situación, pero es muy posible que ellos todavía sigan convencidos de que chocaron porque “se produjo un embotellamiento y el auto no les frenó”.
Algo similar ocurre en las rutas cuando, por ejemplo, un conductor comienza a circular un descenso sinuoso permitiendo que su vehículo aumente la velocidad naturalmente ayudado por la pendiente. Todo normal, hasta que aparece una curva más cerrada de lo que preveía y antes de darse cuenta, sin poder evitarlo, ya se encuentra circulando por la mano contraria o saliendo fuera del camino con consecuencias que seguramente no imaginaba algunos segundos antes.Hechos parecidos se dan, especialmente en invierno, en los casos de circulación por caminos de adherencia variable que modifican en pocos metros el comportamiento de los vehículos.
También está el caso de los choques frontales en las rutas de doble circulación donde las estadísticas indican que la mayoría de esas circunstancias se originan en errores de cálculo o en maniobras imprevistas de algún conductor. Es importante destacar que estas situaciones son las que suelen presentarse en los momentos previos a siniestros de gran magnitud.
Ante la gravedad de las consecuencias, realmente causa gran conmoción cuando luego de los hechos hay que aceptar que todo ocurrió porque un conductor cometió algún error o tuvo algún descuido mientras conducía su vehículo.
Tal vez por esto, como mencionamos antes, se prefiere el alivio de pensar que “tuvo que haber una falla” para que algo tan grave ocurriera. Está demostrado que,
en muchos casos, la primera reacción instintiva de los conductores es querer encontrar el motivo externo que explique las situaciones.
A mayor escala
En el caso de los vehículos de gran porte, todas estas circunstancias son las mismas, pero con el agravante que produce su realidad física y por lo tanto, ante su descontrol, suelen traer aparejados situaciones de mayor magnitud, a veces con terribles consecuencias.
Por todos estos motivos, en nuestro trabajo insistimos en la importancia de que las personas puedan valorar su función como conductores de los vehículos que tripulan, comprendiendo claramente la responsabilidad que eso implica. Los conductores tienen la oportunidad de adoptar diferentes actitudes ante el manejo y también de mejorar la toma de decisiones respecto a las circunstancias de su ubicación en el tránsito.
Por otra parte, es necesario que los conductores adquieran realmente los conocimientos acerca del efecto que producen sus maniobras en el desplazamiento del vehículo que están controlando. En casi todos los casos, los hechos ocurren siempre después de alguna decisión que se toma, o alguna maniobra que se realiza.
Por eso, es muy importante adoptar una actitud de manejo que trate de anticipar todas las circunstancias que puedan significar riesgos y, de esa manera, conseguir el tiempo necesario para realizar las maniobras de conducción más convenientes en cada situación.
Cuando las condiciones de circulación se ponen muy exigentes, nada mejor que un conductor que interprete adecuadamente el estado del camino y la realidad del tránsito y domine adecuadamente el comportamiento de su vehículo para conseguir mayor seguridad.
A través de nuestra experiencia fuimos comprobando que cuando los conductores adquieren mayor conocimiento acerca de todas las circunstancias, actitudes y maniobras que son necesarias considerar para conseguir el normal desplazamiento de sus vehículos, se logran notables mejoras para sortear accidentes.
No solo en la ruta
Es importante destacar que conceptos similares a los mencionados aplican para la circulación en las calles y vías de acceso de ciudades, donde también se están produciendo siniestros de importante magnitud. Obviamente, sus graves concecuencias no coinciden con las velocidades de circulación de dichas zonas.
Ante estas circunstancias, vuelve a ser necesario plantear la conducción de vehículos dentro de los temas importantes de nuestra sociedad. Que los conductores vuelvan a tomar conciencia de que es impescindible prestar más atención a la forma en que realizan su tarea.
La industria automotriz viene realizando un trabajo magnífico para desarrollar vehículos que son cada vez más eficientes y fáciles de manejar. Incluso diseñando dispositivos denominados de “ayuda para la conducción” que, justamente, intentan compensar el efecto negativo de las maniobras erróneas que realizan los conductores cuando los vehículos enfrentan mayores exigencias.
Así nacieron los sistemas ABS para evitar el descontrol que se produce cuando las ruedas se bloquean al frenar. También los sistemas de control de tracción para evitar lo que ocurre cuando los conductores aplican excesiva potencia con el acelerador y los sistemas de control de estabilidad, para compensar lo que ocurre ante maniobras excesivas con el volante. Pero todavía es necesaria e inevitable la participación de las personas que se ubican al comando de los vehículos para conseguir que los mismos se desplacen bajo su control. Ojalá se propaguen los conceptos que permiten una conducción eficiente y responsable, como manera de ir mejorando la seguridad en nuestro tránsito.