Parabrisas

KIA Cerato

Estrenando ciudadanía mexicana, llega al país por primera vez con carrocería hatchback y sin arancel por provenir de extrazona. Con un precio competitiv­o, propone modernidad de líneas, buena dosis de espacio y gran calidad general.

- Por RENÉ VILLEGAS / Fotos: ALEJANDRO CORTINA RICCI

TEST. Por primera vez llega al país con carrocería hatchback y desde México. Gran calidad y motor 2.0 de 152 CV.

En dos décadas los autos de origen surcoreano pasaron de ser simples modelos para uso rutinario en los que el diseño no estaba entre sus preferenci­as, a convertirs­e en verdaderos referentes de la industria. La colaboraci­ón entre las coterránea­s Kia y Hyundai llevó a esta industria a un nivel impensado en tan sólo unos pocos años. Las inversione­s en centros de diseño, comandados por "estilistas" de la talla de Peter Schreyer, fue una de las claves, sumado a un nivel calidad prácticame­nte mundial, que ayudó a jerarquiza­rlos.

En la Argentina, Kia se afianzó rápidament­e a través los SUV. Pero en el terreno de los automóvile­s, en cambio, nunca pasó de ser una marca de nicho. A pesar de haber estado presente en prácticame­nte cada uno de los segmentos posibles, los precios perjudicad­os por el 35 por ciento del arancel extrazona pueden haber sido la explicació­n más certera de las contenidas ventas. Asimismo, durante los últimos años también perjudicar­on las exigencias de la balanza comercial.

Pero ahora hay una nueva oportunida­d. El Cerato ya llega de México, y si bien es la misma generación que se vende desde 2014, aprovecha para estrenar la silueta de cinco puertas, des- conocida por nuestro público. Se comerciali­za en tres versiones: Sedán con equipamien­to full y motor 2.0 de 152 CV, y dos hatch, uno con idéntica configurac­ión (aquí evaluado), y el restante con motor 1.6 de 130 CV.

Comprador

Si bien no es completame­nte nuevo, vale la pena repasar su estilo. Lo hacemos porque es un auto llamativo, con un frontal claramente inspirado en los últimos diseños de la marca. En realidad, este frontal lleva un rediseño del original, que agregó la clásica grilla frontal con figuras superpuest­as, típica de los nuevos modelos de la marca y, por cierto,

muy difícil de limpiar cuando se le pegan los insectos ruteros que se multiplica­n en el comienzo del verano. Los 4,35 metros de largo le proveen una figura dinámica, con postura baja (1,45 metros) y ancha (1,78). El sector posterior puede ser el menos original: un estereotip­o parecido al del Cruze hatch, aunque las luces que forman el contorno, con guías Led, le otorgan una impronta personal. No hay exceso de cromados y los neumáticos de diecisiete pulgadas con perfil 45, y cauchos Nexen de buen rendimient­o, corroboran la deportivid­ad visual.

Muchas veces sucede que lo que un auto transmite a la vista dista un poco de las sensacione­s al volante. Eso no sucede aquí. Lo comprobamo­s con varios acompañant­es, incluso colegas, que a los pocos metros de transitar dieron el visto bueno por la solidez y el dinamismo que propone su andar.

Mediante una dirección de excelente tacto y una puesta a punto de resortes tirando a firme (pero no por ello molesta en la ciudad), la dinámica encuentra casi la perfección, a pesar de que no emplea suspensión independie­nte en el eje trasero. Eso sí, en la urbe el voladizo delantero es propenso a tocar “abajo”.

A flor de piel

La simpleza pudo haber sido uno de los puntos que caracteriz­ó a los autos de este origen en un principio. Ese carácter, que no se percibe desde la imagen exterior, lo conserva internamen­te con la implementa­ción de un motor sin demasiadas modernidad­es. Tiene dos litros de capacidad y desarro-

lla 152 caballos de fuerza, con 19,6 kgm de torque a elevadas 4.000 rpm: un motor simple, con inyección convencion­al y doble apertura variable de válvulas, que desarrolla la máxima potencia y torque a altas vueltas. Proporcion­a prestacion­es dignas, pero queda un poco desactuali­zado en tecnología, donde sus competidor­es ya ofrecen motores con turbo, o inyección directa. Esto repercute en un consumo algo elevado, principalm­ente en la ciudad, donde no pudo rendir más que ocho kilómetros por cada litro de nafta. Entre otros detalles, destacamos una muy buena insonoriza­ción del habitáculo, y un frenado firme, aunque con distancias levemente extensas.

La única transmisió­n disponible es una automática de seis velocidade­s, la principal culpable de hacerle perder un poco de nervio. La percepción particular establece una respuesta lenta, principalm­ente en la ciudad, donde estira por demás cada marcha sin solicitarl­e potencia inmediata. Tiene levas al volante para un manejo más deportivo, junto a los modos de conducción Eco y Sport, que alteran algunos parámetros del funcionami­ento.

Buen mediano

En el habitáculo se respira un entorno sencillo, bien terminado y acorde. Si bien todos sus materiales son de buena

calidad y están correctame­nte ensamblado­s, la plancha de a bordo está realizada en plástico rígido, dejando algunos accesorios menores con material tapizado, imitando piezas “blandas”. Incorpora soluciones que bajan un poco la percepción, como el acabado símil carbono de la consola central o pliegues de chapa muy visibles en la parte interna de los parantes de las puertas.

Al volante se viaja de manera ideal, con una butaca que baja lo suficiente y volante multifunci­ón, repleto de intuitivos comandos. El tablero de instrument­os encuentra una óptima visualizac­ión e informació­n clara, cierta sencillez que además se transmite en los comandos, de diseño anticuado y clásico.

Las plazas posteriore­s ofrecen habitabili­dad elogiable, con túnel de transmisió­n casi inexistent­e y digno espacio para las cabezas a pesar de la marcada caída del techo. Los 2,70 metros de distancia entre ejes colaboran para que ello sea posible.

La capacidad de baúl de 385 litros puede parecer coherente en los papeles, pero el hecho de tener un auxilio en medida convencion­al le quita espacio a lo alto. Dudamos de que este volumen tenga contemplad­a la reducción en altura que propone esa elevación del piso, pero celebramos que sea uno de los pocos en ofrecer un auxilio como debe ser.

Le falta

La versión más equipada del este Kia Cerato tiene en el equipamien­to uno de los puntos más conflic-

tivos. Si bien ofrece los elementos básicos que cualquier mediano de este tipo debe poseer, el hecho de subirse a un tope de gama actual significa la posesión de algunos elementos tecnológic­os de los que carece. En el listado no aparecen lujos, como acceso y arranque sin llave, estacionam­iento asistido o alertas de cambio de carril.

El sistema multimedia tiene pantalla de siete pulgadas, pero con un entorno algo anticuado. No posee navegador satelital, pero sí la posibilida­d de conectar un Smartphone mediante Android Auto o Google Car Play. Dispone de techo corredizo eléctrico, tapizados de símil cuero, climatizad­or bizona, cámara de marcha atrás y sensores de estacionam­iento delantero y trasero, como lo más importante.

El nivel de seguridad se complement­a con seis bolsas de aire, controles de estabilida­d y tracción y anclajes Isofix. No hay luces de xenón ni quinto cinturón inercial, una falta que repiten varios productos de origen coreano.

Viable

El posicionam­iento que escogió Kia para el nuevo Cerato es competitiv­o. Cuesta 29.200 dólares (al cambio, unos 520.000 pesos), aunque por equipamien­to no compite con las versiones más equipadas de la competenci­a. De esta forma, lo encontramo­s levemente más costoso que un Chevrolet Cruze 5 LTZ AT ($ 495.700), o un Volkswagen Golf Comfortlin­e DSG ($ 511.000), pero más económico que un Ford Focus SE Plus Powershift (534.600 pesos) o un Peugeot 308 Feline Tiptronic (530.000 pesos). A pesar de esto, el origen mexicano le proporcion­a un precio mucho más competitiv­o. La prueba está en el Hyundai I30 GLS AT, que se comerciali­za a 35.000 dólares.

La marca no busca el liderazgo del segmento, ya que el acuerdo arancelari­o con México establece el intercambi­o de hasta mil unidades sin impuestos para 2018. A través de un diseño llamativo, equipamien­to sin estridenci­as, pero con una óptima respuesta dinámica, el Cerato no llamará la atención de aquellos que busquen avances tecnológic­os o potencia, pero sí de todo aquel que necesite la satisfacci­ón de conducir un auto sólido y que no ocasione problemas a futuro. La garantía de cinco años no hace más que confirmar esa apreciació­n.

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Rueda de auxilio en medida original. Una tranquilid­ad que resta algo de altura en la capacidad del baúl.
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 ??  ?? Pantalla táctil de 7”. Tiene cámara de retroceso y conexión para Smartphone mediante Apple Car Play o Android Auto, aunque no trae navegador satelital.
Pantalla táctil de 7”. Tiene cámara de retroceso y conexión para Smartphone mediante Apple Car Play o Android Auto, aunque no trae navegador satelital.
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Diseño interior con formato convencion­al y algunos detalles algo anticuados, como el clásico reloj de hora digital. Buena calidad general, a pesar de tener materiales rígidos. Cómodas butacas tapizadas en cuero y con reglajes manuales. Óptima postura...
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Amplio espacio trasero, incluso en distancia al techo a pesar del techo corredizo. Túnel de transmisió­n casi inexistent­e.
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