DS3 Sport Chic vs Abarth 595 Turismo. COMPARATIVO.
Dos pequeños deportivos, con personalidades diferentes, que empatan en potencia: 165 caballos. El francés, compacto lujoso, es más práctico que el citadino de la marca italiana, preparado para la pista, rabioso y extremo.
Frente a frente dos vehículos de llamativa silueta y un carácter bien deportivo.
Muchas veces, la decisión de compra de un automóvil supera todo análisis de racionalidad, y se centra en las sensaciones, los gustos personales y todo lo relacionado con el corazón. Precisamente a ese tipo de compra apuntan estos dos autos y algunos otros similares, denominados también “hot hatchs”.
Con motivo del Italian Garage, y complementando la gama del 500, Fiat optó por traer al país una de las variantes más potentes de la gama Abarth. Se trata del 595 Turismo, que ya había sido ofrecido hace unos años, siempre importado desde la planta polaca de Tychy, donde se fabrican todos los 500 que hoy llegan a nuestro país, y que también se comer- cializan en Europa. Los últimos cambios implementados se centraron en un nuevo tablero de instrumentos digital y unas ópticas posteriores de curioso diseño, con el centro en color carrocería.
Si bien lo hemos probado con anterioridad, el DS 3 (que, vale aclarar, pertenece a un segmento superior), fue actualizado a mediados de 2017, y no lo habíamos tenido desde aquel entonces. En este caso, la variante escogida fue la Sport Chic, por el hecho de contar con la misma potencia en su motor turbo. Pero ¿qué ofrece cada uno?
Personalizados
Si hablamos del diseño, lo primero que debemos decir es que tienen varios años encima, pero así y todo, no pasa-
ron de moda. El 500 vio la luz en 2007, con motivo de festejar los 50 años del original. Este Abarth, en particular, esconde diversos detalles de personalización, como paragolpes específicos, faldones laterales, llantas de 17 pulgadas, franjas laterales e insignias. A su vez, desaparece por completo el logo de la marca Fiat, y en su reemplazo aparece el escorpión que identificó siempre a los modelos de Carlo Abarth. Mide sólo 3,66 metros de largo y 1,62 de ancho, proporciones de un auto típicamente citadino, pero con evidente picante.
El DS 3 nació como un Citroën en 2010 y lo sigue siendo, aunque quiera apartarse de ello. Entre los últimos cambios que adoptó, figuran el paragolpes delantero, que hizo propio el logo DS, y una grilla frontal de diseño común a los nuevos productos de esta división de PSA. Tiene 3,95 metros de largo (29 cm más que el 500), 1,73 de ancho (+9 cm), y 2,56 de distancia entre ejes (+26 cm). El alto lo empatan en 1,48 metros.
Dos turbos
Ponerlos en marcha nos recuerda que estamos ante deportivos. El 1.6 THP con turbo e inyección directa del DS, produce 165 caballos de fuerza y emite un sutil ronroneo. El torque de 24,5 kgm está presente desde las 1.750 rpm, y se nota en todo momento, incluso en la ciudad, donde hay que ir jugando con el acelerador para que el consumo no se eleve demasiado. La entrega se nota en la pista, donde damos cuenta de neumáticos con perfil 45 y suspensiones firmes (algo que se siente en la ciudad), pero no
preparadas para un uso extremo, junto a una dirección que, por momentos, parece muy suave. En ese ámbito de exigencia, al aplicar la potencia se muestra subvirante, tiende a irse de trompa. Para tal fin, existe el DS 3 Performance, con 208 caballos de fuerza y una puesta a punto mucho más radical, pero a un precio más elevado.
El 595 Turismo suena en ralentí casi como un auto de rally. El turbo lo apaga, pero no esconde ese petardeo constante de la salida de escape a cada lado. El motor 1.4 T-Jet, con inyección convencional, se despierta por encima de las 2.500 rpm, donde el turbo empieza a soplar hasta la marca de 1,2 bares. El modo Sport no es una mera sensación: mejora todas las prestaciones, endurece significativamente la dirección, y altera el tacto del acelerador. El torque máximo de 23,4 kgm está a las 3.000 vueltas, siendo en general más progresivo que el THP, y explosivo en alta.
Con un comando preciso y claquero, aunque algo
largo, el DS equipa una caja de seis marchas, con una sexta que descansa notablemente al motor. La de quinta del Abarth tiene el selector elevado y algo más suave, con relaciones cortas, principalmente en las primeras tres velocidades.
Saca chapa
El Abarth 595 Turismo fue configurado para un uso deportivo, muy ligado al de los Track Days (tandas en circuitos), y a los trabados caminos de montaña. En curvas de media velocidad pre- senta una tendencia sobrevirante, es decir a irse de atrás, donde se siente muy a gusto. A su vez, una tecla (algo escondida cerca del climatizador) activa el TTC, sigla del control de transferencia de torque, un sistema que puede proporcionar freno indiferentemente a cada rueda delantera, para mejorar la tracción a la salida de las curvas. En materia de suspensiones, equipa amortiguadores Koni con tecnología FSD (de dureza selectiva variable), que al detectar vibraciones varían el flujo de fluido a través de una válvula magnética, mejorando la absorción en piso desparejo, aunque esto es un tanto difícil de percibir, en parte por el perfil 40 de los neumáticos. Incluso la dureza del conjunto es tal, que en el habitáculo retumba cada pozo o desnivel de nuestra ciudad.
Todas estas características son
excelentes para un uso en una pista trabada o en caminos sinuosos, allí donde los Abarth originales dieron cátedra. Sin embargo, al elevar la velocidad, al 500 se lo debe manejar sin concesiones. Tiene una distancia entre ejes de 2,30 metros, con un alto considerable, motivos suficientes como para que a 180 km/h comience a “flotar”. Por encima de los 200, ya se torna peligroso. incluso al querer detenerlo, con frenos que no se destacaron en las mediciones. Esto no sucede con el DS 3, que presenta un mejor equilibrio dinámico en todo rango de velocidades, aunque tibias sensaciones al volante, claro está.
En cuanto a los números, mientras que el DS aceleró de 0 a 100 en 8,3 segundos, el Fiat lo hizo en 7,6, una ventaja que se mantiene proporcionalmente en casi todos los procesos de aceleración y elasticidad. En tanto, el consumo resultó algo más eficiente en el producto francés, pero igualmente muy favorable para ambos cuando se maneja tranquilo. La contra es que el 500 tiene un tanque de tan solo 35 litros, lo que perjudica notablemente su autonomía.
Personales
Con solo ingresar, notamos las principales diferencias de configuración. Mientras que el francés ostenta cómodas butacas deportivas, tapizadas en semi cuero y hasta con calefacción, en el 595 Turismo encontramos dos asientos tipo baquet de marca Sabelt, tapizadas en cuero y alcántara, con la parte trasera recubierta en fibra de carbono. Tienen mullido muy escaso y carecen de regulación en altura. Por su dureza, con los kilómetros se hacen cansadoras, pero innegablemente per-
fectas para doblar a alta velocidad. Aquí son de serie, pero en Europa un opcional con el que se resignan los airbags laterales.
Si bien las dos butacas del DS se regulan en altura y el volante en altura y profundidad, la postura no ayuda a la conducción deportiva, debido a una pedalera demasiado cercana. Todo esto se repite en el 500, que además solo regula el volante en altura.
Las plazas traseras del Fiat están preparadas para dos pasajeros; casi una formalidad para adultos, niños pueden viajar relativamente bien. El DS está configurado para tres ocupantes y ostenta mayor amplitud. En el baúl existen cien litros de diferencia a favor del francés, que tiene una rueda de auxilio temporal. El Abarth se conforma con un kit de reparación.
A pesar de tener instrumental convencional de agujas, el tablero del DS es algo confuso, con caracteres muy apretados. La renovación del 500 trajo un nuevo instrumental, completamente digital y configurable. En modo Normal privilegia la velocidad digital, mientras que en modo Sport se pone mucho más interesante, ya que resalta el cuentarrevoluciones, mientras que en el centro aparece un indicador de fuerza G. Esto sin olvidar los instrumentos secundarios, y el hecho de que en este Abarth existe el prácticamente olvidado manómetro de presión de turbo, único instrumento con aguja.
La realidad
En términos de equipamiento, el DS propone algunas ventajas, como sensores de lluvia, crepuscular y de estacionamiento delantero, navegador satelital y cámara de marcha atrás. El 595 Turismo tiene techo corredizo de vidrio, por donde el sol penetra a través de una cortina de tela poco eficiente. En seguridad, el Abarth propone cinco airbags, con bolsa de rodilla para el conductor, pero no los laterales (presentes en los 500 convencionales), contra seis del rival francés, que a su vez equipa luces delanteras íntegramente en tecnología led, con gran capacidad de iluminación. Por el lado de la calidad no hay críticas, teniendo en cuenta que son autos chicos con estándares europeos.
El Abarth 595 Turismo cuesta 572.500 pesos y puede presentar la mejor relación precio-satisfacción del mercado para aquel que guste precisamente de divertirse con un auto único, aunque por su tipo de manejo no es para inexpertos. El DS 3 Sport Chic cuesta u$s 34.900 (unos $ 705.000), un valor bastante más elevado, pero que lo posiciona como una alternativa mucho más racional, que posibilita un uso diario sin tantas complicaciones, junto a un manejo más predictivo. Sea uno u otro, y a pesar de sus virtudes y defectos, ambos son dignos exponentes de una diversión asegurada.