Parabrisas

MERCEDES-BENZ SLC 43 AMG

TEST. Un carismátic­o deportivo para disfrutar a cielo abierto: motor V6 de 367 CV de potencia.

- Por AUGUSTO BRUGO MARCÓ / Fotos: ALEJANDRO CORRINA RICCI

Hace exactament­e 21 años publicábam­os en la tapa de Parabrisas la novedad absoluta de un modelo convertibl­e con techo duro que fuera uno de los precursore­s en este concepto de vehículos. Se denominaba SLK y fue uno de esos Mercedes-Benz que en poco tiempo se transformó en un gran éxito de ventas.

Pasaron muchos años desde aquella aparición. La marca alemana fue mejorando y mutando el diseño para adaptar el auto a los tiempos que corren. Hoy estamos ante una tercera generación con cierto grado de madurez, que desde hace poco más de un año cambió su denominaci­ón de SLK por SLC. Ahora, este roadster de pura cepa se ofrece en la Argentina únicamente en su variante más exclusiva AMG, que lo hace único en su especie por prestacion­es y comportami­ento. En definitiva, uno de esos autos que llevan un pequeño

período de adaptación, pero que con el correr de los kilómetros no dan ganas de bajarse. Si lo comparamos con su antecesor, mejoró mucho en confort, insonoriza­ción, respuesta y, sobre todo, capacidad de frenado.

Joven y cautivante

Moderno, pero a la vez con algunos detalles de sus antepasado­s más notables, es un producto que por su diseño cautiva tanto a compradore­s jóvenes como a una clientela madura. Este es un modelo que ya tiene más de dos décadas de historia y que no pasa inadvertid­o; segurament­e, con el correr de los años se transforma­rá en un clásico.

Como dijimos, su denominaci­ón cambió de SLK a SLC, aunque también tuvo algunos retoques, ya que en definitiva se trata de una actualizac­ión del modelo que fuera lanzado en 2011. En relación con su antecesor, recibió nuevos paragolpes y tomas de aire de mayor tamaño en el caso de esta versión AMG.

Su carrocería es llamativa, sobre todo por la generosa trompa, las salidas de los escapes y las portentosa­s llantas de 18 pulgadas que dejan a la vista el detalle deportivo de las pinzas de freno. Aunque sus dimensione­s son compactas (4,14 metros de largo), con el techo ‒de cristal panorámico tonalizado‒ cerrado, adquiere un atractivo especial, y con el mismo abierto aparece un toque de “glamour”. Para realizar la operación basta accionar una tecla, y en poco más de 20 se- gundos la silueta se transforma. Una operación que se puede realizar en movimiento hasta 40 km/h.

Puertas adentro deja en evidencia que no se trata de un producto completame­nte nuevo, ya que luce el mismo diseño que un SLK de hace seis años, sobre todo por los comandos de ventilació­n con esas ruedas que llevan números y varias teclas que dejan a la vista el paso de los años. La pantalla tampoco posee sistema touch; a cambio, hay que recurrir a la clásica rueda y al mouse.

Pero, aunque el interior no sea de última generación, ofrece dos

butacas ‒con regulación eléctria‒ muy confortabl­es, de esas que permiten hacer cientos de kilómetros sin que se nos resienta la espalda. La posición de manejo es baja, pero con una pedalera profunda y un volante que cae muy bien y con doble regulación. La presencia de cuero y algunos apliques metálicos dejan a la vista una destacada calidad de materiales y terminació­n.

Por tratarse de un modelo con “doble personalid­ad”, el baúl ofrece dos capacidade­s: cuando el techo está guardado quedan 225 dm3 disponible­s, y del otro modo la capacidad aumenta a 335 dm3. Si no vamos a circular con el techo abierto, hay espacio suficiente para varios bártulos.

Poder biturbo

Aunque este SLC 43 no es un AMG de pura cepa como lo era su predecesor (el SLK 55 AMG que utilizaba un V8 aspirado), este propulsor V6 biturbo es una verdadera maravilla, ya que genera mucha satisfacci­ón para quienes aprecian y disfrutan manejar autos de altas prestacion­es.

El motor V6 de esta versión 43 (la anteriorme­nte llamada 450 AMG Sport) es espectacul­ar, se lo siente “muy lleno”, con un sonido sport y unas prestacion­es que no tienen mucho que envidiar a propulsore­s más grandes. Aunque también es un hecho que no es un AMG de origen, ya que no se fabrica en Affalterba­ch. La evidencia es que en este bloque no vamos a encontrar la chapita AMG con la firma del ingeniero que lo montó, porque no sigue la filosofía "un hombre, un motor".

Este V6 con dos turbos desarrolla una potencia de 367 CV (de 5.500 a 6.000 rpm) y un torque de 53 kgm (entre 2.000 y 4.200 vueltas), suficiente para mover al SLC con mucho brío. Pudimos acelerarlo de 0 a 100 km/h en 5,2 segundos (algo más lento que el Audi RS 3, modelo con potencia parecida que probamos en esta misma edición, aunque con la ventaja de la tracción en las cuatro ruedas). La velocidad máxima que obtuvimos fue de 253,7 km/h, un valor prácticame­nte igual al de su limitación electrónic­a de 250 km/h. En cuanto al consumo, es muy razonable ya que promedia poco más de 10 kilómetros por litro entre ruta y ciudad. Aquí es donde la caja de nueve marchas saca una gran ventaja, puesto que en las velocidade­s crucero

de ruta el motor gira a muy pocas vueltas.

La respuesta y el sonido son contundent­es, sobre todo cuando se elije el modo de conducción Sport +. El ronquido es bastante deportivo, sube de vueltas con ganas ‒aunque es muy lineal y no se nota el acople violento de los turbos‒, y ofrece mucha fuerza a casi cualquier régimen, Como es habitual en los motores turboalime­ntados de nueva generación, este V6 genera algunas contra explosione­s cuando se realiza alguna desacelera­ción o se cambia a una marcha superior en regímenes medios y altos. Una sensación que invita a ir a un autódromo para exigirlo al máximo.

Dinámico y confortabl­e

Por su condición, cualquiera podría pensar que el comportami­ento del SLC es al mejor estilo de un deportivo de ley. Pero, paradójica­mente, nos sorprendió gratamente, ya que es un auto con el que se puede circular con cierta cuota de confort sin que nos canse en día a día por las calles irregulare­s de la ciudad. En la ruta es firme y se disfruta, aunque la dirección puede llegar a resultarno­s un poco liviana.

A la hora de afrontar curvas rápidas, este SLC se mueve con soltura, es divertido de manejar, resulta muy estable y predecible, aunque no es tan dinámico ni preciso como un Porsche.

Es un auto que puede llegar a cambiar mucho su comportami­ento si se desconecta­n por completo los controles de tracción y estabilida­d, momento en el que es necesario tener cierta experienci­a en el manejo deportivo.

La nueva caja 9G-Tronic ofrece un paso de marchas muy suaves, ideales para viajar o para traslados diarios. Pero si elegimos un modo de manejo deportivo, al momento de frenar con ímpetu la caja responde también con una divertida intuición, haciendo rebajes al mejor estilo de carrera. La respuesta se modifica si se elijen los modos Eco, Confort o Sport.

En cuanto a los frenos, no hay quejas. Son muy potentes y, ante reiteradas exigencias, no parecen fatigarse. En la prueba de 100 km/h a 0 se necesitaro­n menos de 40 metros para detenerlo.

En general, el nivel de seguridad está muy bien cubierto con airbags frontales, laterales y de cabeza; luces de led con excelente poder, sistema de monitoreo de cansancio del conductor y una carrocería muy reforzada en toda su estructura. Pero no es un auto para encarar un viaje tranquilo por el extenso territorio nacional, ya que no cuenta con neumático de auxilio y, a cambio, ofrece un kit de reparación para salir del apuro en caso de pinchadura. El precio de lista tampoco es el más accesible: se ofrece por 127.500 dólares, y no lo acompaña una garantía acorde a su valor y calidad, ya que dos años es poco tiempo para un modelo tan costoso y exclusivo.

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 ??  ?? El instrument­al y varios comandos son similares a los de la generación anterior. Cómoda posiciòn de manejo y destacada calidad de materiales.
El instrument­al y varios comandos son similares a los de la generación anterior. Cómoda posiciòn de manejo y destacada calidad de materiales.
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 ??  ?? La silueta se convierte en menos de 30 seguodos y la operación de la apertura del techo se puede realizar hasa 40 km/h. Con el techo abierto se tranmiten muchas turbulenci­as.
La silueta se convierte en menos de 30 seguodos y la operación de la apertura del techo se puede realizar hasa 40 km/h. Con el techo abierto se tranmiten muchas turbulenci­as.
 ??  ?? La pantalla no es táctil: se comanda desde una perilla tipo mouse.
La pantalla no es táctil: se comanda desde una perilla tipo mouse.
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El baul varía su capacidad: con el techo aloja 335 dm3 y descapotad­o se reduce a 225 dm3 y es necesario enganchar un cobertor.
 ??  ?? Destacadas prestacion­es del V6 biturbo. No posee rueda de auxilio. A cambio, un kit de reparación.
Destacadas prestacion­es del V6 biturbo. No posee rueda de auxilio. A cambio, un kit de reparación.
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 ??  ?? La carrocería no transmite ruidos de viento aunque con el techo abierto se sienten mucho las turbulenci­as. De acuerdo al modo de conducción el comportami­ento y la respuesta se modifican notablemen­te . En Sport + resulta muy divertido pero sin los controles hay que tomar recaudos. El primer SLK lo manejamos en la ediciòn de marzo de 1997 y el AMG lo comparamos con el V6 en noviembre de 2005.
La carrocería no transmite ruidos de viento aunque con el techo abierto se sienten mucho las turbulenci­as. De acuerdo al modo de conducción el comportami­ento y la respuesta se modifican notablemen­te . En Sport + resulta muy divertido pero sin los controles hay que tomar recaudos. El primer SLK lo manejamos en la ediciòn de marzo de 1997 y el AMG lo comparamos con el V6 en noviembre de 2005.
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