AUTOMOVILISMO
Completada un poco más de la primera mitad del Campeonato Mundial de Fórmula 1, podemos decir que estamos presenciando la mejor temporada después del gran cambio tecnológico decidido en 2014.
Jorge Omar Del Rio
La carrera de Hockenheim en Alemania fue la undécima de la temporada, y es muy bueno poder decir que el campeonato se pone cada vez más interesante. Esa gran transformación tecnológica para impulsar las tecnologías alternativas, se inició con muchas dudas y dificultades para reemplazar los motores a explosión por “unidades de potencia” que combinan sistemas de combustión interna de menor cilindrada que los anteriores, con dispositivos de recuperación de la energía. Esta recuperación se produce a través del calor generado por los frenos y escapes que consiguen luego otorgar una potencia adicional que llega a las ruedas que traccionan.
Además, con el objetivo de reducir la emisión de contaminantes por parte de los autos, todo esto fue combinado con estrictos límites en la capacidad de combustible permitida para completar las competencias. Es posible recordar lo desagradable que resultaba en 2014 asistir a presentaciones que se denominaban “carreras”, pero que en realidad era una lenta peregrinación de vehículos tratando de completar la distancia del Gran Premio imposibilitados, por lo general, de luchar por alguna posición. Fueron momentos muy difíciles para la categoría, que siempre se identificaba como la máxima expresión del automovilismo de competición.
Realmente, las circunstancias hacían pensar que no quedaba otra solución que tomar medidas técnicamente drásticas para recuperar la competitividad y el espectáculo perdidos.
A pedido de la hinchada
Eran muchas las voces del periodismo, del público y de los propios participantes que reclamaban que se produjeran cambios de inmediato. Pero hay que reconocer la gran decisión y firmeza de conceptos que tuvo la FIA para sostener el reglamento anunciado y, más allá de un aumento de cinco litros en la cantidad de combustible que sí resultó muy importante, de algunos retoques aerodinámicos y de aclaración respecto a la redacción de aspectos reglamentarios, la institución mantuvo la idea original.
De este modo asistimos a los campeonatos de 2015 y 2016, donde paulatinamente los técnicos lograron evolucionar los sistemas y mejorar las competencias, especialmente porque se les permitió a los pilotos circular a mayor velocidad durante mayor cantidad de vueltas, ya que fue disminuyendo el problema de no poder llegar hasta el final.
Pero en la parte deportiva se mantuvo siempre la gran preeminencia del equipo Mercedes-Benz, que fue el que
mejor desarrolló el nuevo concepto tecnológico. Consiguió ganar casi todas las carreras de aquellos campeonatos, y la única alternativa para los aficionados consistía en apostar a cuál de sus pilotos sería el ganador de la carrera, salvo que estos, o su equipo, cometieran algún error.
Así fue que Lewis Hamilton ganó los campeonatos de 2014 y de 2015 con poco brillo personal, sólo demostrando un poco más que su compañero de equipo, Nico Rosberg, que finalmente consiguió imponerse en el 2016, para luego anunciar su retiro.
Durante esos años, Sebastian Vettel, e incluso Daniel Ricciardo, pudieron ganar algunas carreras, pero siempre sin poder aspirar a una lucha cierta por el campeonato, que casi siempre estaba definido desde el comienzo a favor de los pilotos de Mercedes, simplemente por la superioridad técnica de sus vehículos.
Vuelta de rosca
Ya en el 2017, las cosas comenzaron a ser más parejas y se pudo vivir una linda competencia por el campeonato entre Hamilton y Vettel, hasta que el alemán cometió aquel error conductivo personal en la carrera de Singapur, que dinamitó sus esperanzas y las de Ferrari, ya que al mismo tiempo Hamilton desarrolló un campeonato con excelentes carreras, obtuvo siempre lo máximo que su auto le podía dar, y se coronó como un digno vencedor.
Pero este 2018 es otra cosa: ya no existe un dominio manifiesto de Mercedes y, por el contrario, en la mayoría de las carreras Ferrari da la sensación de tener algo más de performance.
Aunque también apareció con más fuerza Red Bull, transformándose en un serio aspirante al triunfo en cuanto los dos equipos principales se descuidan. ¡Y vaya si ocurrió! En China y en Austria, una excelente estrategia y reacción del equipo de boxes, permitieron la victoria de Ricciardo y Verstappen, respectivamente, y en Mónaco, por merito propio, sus vehículos fueron en todo momento los más rápidos del parque y eso llevó a Ricciardo a concretar la victoria que se le había escapado un año atrás en el mismo escenario.
De esta manera, estamos viviendo una temporada muy atractiva, donde empieza a verse una lucha cierta por las posiciones, y que ha permitido que después de once carreras tengamos cuatro ganadores diferentes. Hamilton y Vettel, los dos primeros del campeonato hasta ahora, han ganado cuatro cada uno hasta el cierre de esta edición (en la que se corría el GP de Hungría), y los pilotos de Red Bull consiguieron ganar tres competencias, mostrando que pueden conseguir algunas más.
Además, la mayor competencia empezó a producir situaciones en la que tanto pilotos como equipos tienen que estar muy atentos para aprovechar cualquier circunstancia, y eso ha traído aparejado la aparición de errores y aciertos que influyen en los resultados.
La lucha permanente por conseguir algo más y los intentos de superación, derivan en situaciones donde resulta necesario que ingrese por pocas vueltas el auto de seguridad, y ahí reluce la habilidad de los distintos equipos para aprovechar las situaciones. Y también han producido momentos muy interesantes las distintas estrategias de neumáticos que cada uno utiliza en el intento de aprovechar mejor sus capacidades.
Todo eso está llegando al público, que, especialmente en las últimas carreras, pudo ver a los punteros circulando juntos y luchando por las posiciones hasta la bandera final.
En cuanto al resto...
Los resultados ya no están definidos antes de largar, y eso ayuda mucho a disfrutar más de las carreras. Sólo falta que pueda disminuir un poco la brecha de rendimiento con los demás equipos. Todavía es muy grande la distancia que separa a Ferrari, Mercedes y Red Bull del resto.
Hubo oportunidad de confirmarlo especialmente en las últimas competencias, en las que Hamilton tuvo que largar desde atrás y consiguió superar con demasiada facilidad a todos los pilotos que lo precedían, hasta llegar a las posiciones de vanguardia (e incluso ganar el GP de Alemania, ayudado también por un error de manejo de Vettel en la pista mojada). Esto no sólo fue otra muestra de las excelentes condiciones de conductor del inglés, sino también de una gran superioridad técnica respecto a quienes superaba.
En este sentido, parece que falta que las grandes marcas asuman un poco más el compromiso respecto a lo que entregan como proveedores de sus unidades de potencia y la tecnología necesaria para obtener el mejor rendimiento. Tal vez Ferrari sea el que mejor esté procediendo, tal como lo muestran los excelentes y sorprendentes resultados que están consiguiendo los equipos Haas y Sauber, que siguen utilizando sus motores. Por el contrario, es preocupante la situación para el equipo oficial Renault, y más aún para McLaren, que con teóricamente similares unidades de potencia que Red Bull, no logran ni siquiera acercarse al rendimiento de los austríacos.
En todo caso, es muy bueno volver a constatar, a lo largo de los años, la extraordinaria capacidad de todos los equipos técnicos volcados al desarrollo de nuevas tecnologías que, sin dudas, algún tiempo después llegan a beneficiar al usuario en general.