JEEP WRANGLER RUBICON TRAVESÍA.
En California. Recorrimos a bordo de este 4x4 el sendero que le da nombre.
Los que tenemos presente algo de la historia que estudiamos en la escuela, recordamos la vieja expresión "pasar el Rubicón”. La frase es utilizada cuando una persona a se arriesga a dar un paso o decisivo, y está basada sobre e una anécdota de hace más de e 2.000 años a causa de una a acción que le valió el recoonocimiento definitivo a Julio io César. El río llamado entonces es Rubicón separaba al país ro- mano d de l la Galia Cisalpina. Allí, Julio Cesar se decidió a desafiar a su propio Senado y cruzar el río con su ejército para desatar una guerra civil, en la que finalmente fue el vencedor. El triunfo en dicha empresa le valió el título de Dictador Perpetuo, otorgado por el mismísimo Senado.
Muy lejos de aquel lugar y ya en el mundo contemporáneo, la vieja frase vuelve a tener sentido, gracias a una de las más extremas y legendarias travesías off-road de los Estados Unidos. Situado en la Sierra Nevada, justo en el límite entre los estados de California y Nevada, el Rubicon Trail, calificado por los expertos del 4x4 con el máximo puntaje según su grado de dificultad, es la Meca de los amantes de las aventuras extremas en vehículos todoterreno y, por supuesto, de los seguidores del Jeep, cuyo modelo Wrangler es uno de los pocos autos de serie que puede desafiar con éxito tal aventura.
Invitados por FCA (Fiat Chrysler Automobiles), Parabrisas fue uno de los pocos medios que participó de la experiencia. Fueron cuatro días muy intensos, que incluyeron un largo viaje en avión hasta la ciudad de Reno, Nevada, y de allí unos pocos kilómetros en auto hacia el hotel de la localidad californiana de Trukee. Una vez instalados, sólo quedaba familiarizarnos con las características técnicas de los autos con los que íbamos a encarar el desafío.
Es así como conocimos en persona a nuestro Wrangler Rubicon JL 2.0 Turbo de 270 CV y 40,8 kgm de torque, la entrada de gama de la versión que, gracias a la doble tracción desconectable, la caja reductora y el bloqueo de los diferenciales delanteros y traseros, se erige como la más extrema del modelo.
Hora de partir
Bien temprano a la mañana tomamos contacto con la unidad que nos llevaría al campamento de destino: una hermosa versión Sport (tres puertas) color azul (la otra alternativa era la de cinco puertas, Unlimited), con caja automática de ocho marchas.
Tras un comienzo tranquilo, por una impecable ruta de montaña que rodea el lago Tahoe, disfrutando de nuestro Wrangler sin puertas ni techo llegamos hasta el primer reagrupamiento. Allí, después de algunos consejos por parte de Jeep Jamboree, la empresa organizadora, comenzamos lo que inmediatamente nos daríamos cuenta de que sería más difícil de lo que nos imaginábamos…
Una sucesión interminable de obstáculos gigantescos nos dio la pauta de que para llegar con éxito al campamento deberíamos conducir con muchísima concentración, realizando movimientos muy precisos con el volante y dosificando con mucha sensibilidad los pedales de freno y acelerador, sobre todo en los puntos más complicados, donde experimentados instructores nos indicaban minuciosamente por dónde se podía atravesar. Así y todo, hay lugares donde es inevitable alguna “colgada” sobre el chasis o en alguna protección de los bajos, aunque nada que no pueda resolver el bloqueo total de los diferenciales, a la par de la desconexión de la barra estabilizadora delantera para darle más recorrido a las suspensiones. De esta manera fue como completamos la etapa, de apenas 19 kilómetros… ¡en seis horas! Dichas cifras dan un promedio de unos 3,2 kilómetros por hora; seguramente, si lo hubiésemos recorrido caminando, habríamos tardado bastante menos.
Por todo esto, a pesar de haber disfrutado cada instante del recorrido, llegar al campamento fue un alivio y una gran satisfacción. No todos los días surgen oportunidades como esta, que hay que aprovechar y disfrutar. Por eso varios de los participantes, a pesar de que no hacía demasiado calor, lo festejamos con un chapuzón en el río que le da nombre a la travesía. Buena comida, grata música alrededor del fogón y algún que otro oso que se acercó a buscar comida, cerraron una jornada que quedará grabada por siempre en la memoria.
La vuelta
Luego de dormir en confortables carpas, para cumplir con el programa y regresar al hotel debimos desandar gran parte del camino de la víspera, incluso teniendo que realizar una gran trepada que desde hace mucho tiempo se conoce como Cadillac Hill, porque a un costado del camino yace el piso de la carrocería de un auto de aquella marca, el cual no se explica cómo llegó hasta allí antes de desbarrancarse. Disfrutamos de la mañana con mucho abrigo, la calefacción al máximo y los asientos calefaccionables a full, ya que a pesar de ser verano, la amplitud térmica en la zona es muy marcada, y el Jeep que compartimos con el colega Eduardo Smok, del programa de TV Auto al Día, seguía sin las puertas y sin el techo.
Todavía sin fecha de llegada, ni las versiones que desembarcarán en la Argentina (sólo podemos afirmar que vendrá en 2019), la quinta generación de este noble vehículo heredero del legendario Willys supo ganarse todo nuestro respeto mostrando, incluso, muchas mejoras respecto a su antecesor directo, el Rubicon JK, que en la Argentina todavía se comercializa a precios que van de los 54.600 a los 70.000 dólares.
Así es como completamos el Rubicon Trail, una experiencia anhelada por muchos, pero realizada por unos pocos. Haber participado de ella fue, para nosotros que amamos los autos, un hecho único, con un vehículo que en la Argentina encontrará infinidad de lugares donde vivir experiencias semejantes.