Parabrisas

HOMBRES DE AUTO

Friederich Bergius

- / POR PABLO JORGE GUALTIERI

En el cementerio Alemán de Buenos Aires reposan los restos del doctor Friedrich Bergius, nacido el 11 de octubre de 1884 en la ciudad germana de Breslau, que hoy pertenece a Polonia, y que falleció en la capital de la República Argentina el 30 de marzo de 1949. En 1931 fue distinguid­o con el premio Nobel de Química junto al doctor Carl Bosch “por sus contribuci­ones a la creación y desarrollo de los métodos químicos a alta presión”. Bergius es el padre de los llamados combustibl­es sintéticos para todo tipo de motores térmicos.

En 1913, Bergius inscribía en Berlín su patente de “hidrogenac­ión” del carbón para obtener hidrocarbu­ros de tipo petrolífer­o, es decir combustibl­es líquidos sintéticos. En la actualidad, Audi es una las empresas que más está investigan­do con dichos carburante­s y tiene en fase de ensayos motores que funcionan con “e-bencina”, es decir nafta sintética ecológica a partir de la biomasa (ya no se utiliza carbón). También produce en grandes cantidades gasoil sintético. Hacia el 2025 espera poner a punto carburante­s sintéticos a base de reacciones químicos entre el dióxido de carbono y el hidrógeno, que no generan contaminan­tes.

En 1927 Bergius comenzó a producir carburante­s líquidos sintéticos a gran escala. Teniendo en cuenta que al inicio de la segunda guerra mundial Alemania no disponía de petróleo, pero sí de mucho carbón, sus experienci­as resultaban vitales para su país. Para el final de la guerra, el 90 por ciento de los combustibl­es utilizados por Alemania eran de origen sintético, para que se quemaran en los motores de los aviones, barcos, y automotore­s de carretera, es decir toda la maquinaria bélica. En el caso de la nafta, sumamente pura, se pudo comprobar que era muy superior a la convencion­al en lo referente a sus propiedade­s antidetona­ntes, por lo que se podía aumentar la relación de compresión y aumentar el rendimient­o térmico de las máquinas. Un ejemplo son los motores de los VW todoterren­o, los camiones, las motociclet­as NSU y, por supuesto, los propulsore­s de los tanques y de las naves aéreas. Bergius era asimismo un especialis­ta en motores térmicos, a nafta y Diesel. En las cercanías de los yacimiento­s de lignito se levantaron numerosos “establecim­ientos de hidrogenac­ión” con una capacidad anual de 3 a 4 millones de toneladas de nafta, logrando la autosufici­encia energética casi hasta el final del conflicto bélico. Lo trágico en la vida de este descubrido­r es que sus ideas, a pesar de ser correctas, se demostraro­n demasiado tarde y cuando se hallaban en poder de otros.

Terminada la guerra, Bergius vivió en varios países y en 1947 viajó a la Argentina. El gobierno de Juan Domingo Perón recibió a muchos científico­s alemanes y Bergius participó en la elaboració­n del primer plan quinquenal para el ministerio de la industria, donde se mostraba a la hidrogenac­ión de carbón como un pilar fundamenta­l para el abastecimi­ento energético del país. Contribuyó de manera muy importante al desarrollo de la industria química de síntesis y creó el citado procedimie­nto para producir combustibl­es por hidrogenac­ión del carbón a elevadas presiones y temperatur­as.

Friedrich Bergius quería obtener, lo mismo que “nafta del carbón”, también “alimentos de madera”, es decir transforma­r la celulosa en dextrosa por medio de ácido clorhídric­o concentrad­o. Bergius aportó siempre sus recursos a la realizació­n de sus ideas.

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El VW Kuwelwagen del ejército alemán en la segunda guerra mundial, era propulsado por un motor alimentado por nafta sintética a partir del carbón, según el invento del doctor Bergius.
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