RENAULT KWID OUTSIDER TEST.
El pequeño hatchback del rombo pretende aumentar su imagen de SUV para sumarse a la tendencia de los consumidores. Estética más aventurera para una misma mecánica.
El exitoso compacto del rombo suma una versión con look más aventurero. Conserva la misma mecánica de toda la gama, que ahora incorpora mejoras en los sistemas de frenos.
Lanzado a fines de 2017, el Kwid es uno de los vehículos más exitosos de nuestro mercado. Además de un precio que lo coloca entre los más baratos del mercado (ver Los Autos anticrisis en la página 41), el gran atractivo del vehículo es su apariencia, que muchos relacionan con los SUV. El secreto es el elevado despeje (18 centímetros) y la alta cintura de los laterales, además de algunos apliques y molduras en todo su alrededor.
Fórmula SUV
Basado en un prototipo mostrado en el último Salón de San Pablo, esta variante suma protector para el carter, difusor trasero en plástico gris, protecciones laterales en plástico negro (en lugar de stickers), llantas en tono negro brillante y barras sobre el techo, que sólo sirven para fines estéticos, ya que según reza la advertencia impresa en las mismas, no es apta para cargas. Adentro se destacan los apliques color naranja y las butacas específicas que, además de un llamativo entramado y el Outsider bordado a la altura de los hombros, presentan apoyacabezas fijos, al igual que las versiones estándares. Respecto a este último, también cuenta con las mismas dimensiones, lo que implica una idéntica postura de manejo, que tiende a ser alta y no da muchas opciones para adaptarse, ya que carece de regulaciones de volante y la butaca sólo se desplaza en sentido longitudinal. Otra cuestión a tener en cuenta es que si bien la distancia de la cabeza al techo es suficiente hasta para personas un poco más altas que la media, el espacio es ajustado, motivo por el cual, dependiendo mucho del ancho del conductor o del acompañante, uno de ellos podrá molestar al otro, especialmente al momento de realizar el cambio de marchas. Otra desventaja del puesto de conducción es el incómodo apoyapié; casi inexistente.
Atrás, el lugar también es justo, sobre todo si viajan tres. En ese caso todos dispondrán de apoyacabezas, pero el del medio, además de contar con menor espacio para las piernas, tendrá que conformarse con un sencillo cinturón de seguridad abdominal. De todos modos, el interior del Kwid es uno de los más amplios del segmento de los pequeños.
El baúl, no obstante, ofrece 290 litros, que en la práctica se traduce en no mucho más que dos valijas del tipo “carry-on”. Pero, como buen hatchback, permite abatir los respaldos, recurso con el que consigue llegar a los 1.100 litros, resignando, por supuesto, las tres ubicaciones posteriores.
De calidad aceptable, este vehículo de origen “low cost” muestra falencias en cuanto a la insonorización, sobre todo cuando se sobrepasan los 100 km/h.
Citadino
Mecánicamente, el Outsider se presenta con la misma motorización que el resto de la gama Kwid. Se trata del tricilíndrico 1.0 de 66 CV con tecnología de inyección multipunto, cuatro válvulas por cilindro y distribución mediante cadena. Asociado únicamente a una caja manual de cinco marchas, su principal virtud es el rendimiento en general, y el consumo urbano (donde mayormente se mueve el usuario de este producto) en particular, que es de 11,8 km/l. En tanto, a 90 km/h establece 16,9 km/l, mientras que a 120 km/h la cifra obtenida fue de 15,1 km/l. Esta buena performance se refuerza con la ayuda del recomendador de marcha ubicado en el display del centro del tablero y los eco-coaching y eco-scoring que aparecen en la pantalla central de 7".
A este buen desempeño se le contraponen prestaciones bastante modestas, reflejadas en una velocidad máxima de 154,8 km/h, una aceleración de 0 a 100 km/h en 14,7 segundos y una recuperación de 80 a 120 km/h, en cuarta, de 15,2 segundos.
De todos modos, la agilidad demostrada en ciudad es