FÓRMULA 1
Gran Premio de EE. UU.
Viajamos a Austin (Texas) para meternos en el corazón del equipo Renault, ver los trabajos previos y el despliegue durante la carrera, y todo lo que rodea a este sensacional universo. Desde un mano a mano con los pilotos, hasta la participación de Manu Ginóbili como compañero de lujo en esta experiencia.
La crónica de un viaje lleno de matices deportivos, culturales y sociales, fue el disparador para ensayar estas líneas a fin de recrear una incursión repleta de experiencias diferentes y sumamente exclusivas. La convocatoria de Renault Argentina tenía como objetivo central acceder al extraordinario mundo de la máxima categoría desde la intimidad del equipo, siendo espectadores privilegiados del trabajo en los autos, los ensayos y, en especial, el contacto con pilotos y responsables del team.
El ingreso al sector del paddock fue el punto inicial de la experiencia, y el callejón que divide los accesos a boxes de la zona del “Main Grandstand” (un hospitality vip), el primer paisaje que quedó ante la vista. Un constante ir y venir de mecánicos, pilotos, reporteros de todo el mundo, neumáticos aquí y allá, y ruido de motores que se encienden. Ya todo en ese clima era especial. Acto seguido, un divertido Daniel Ricciardo en el papel de rugbier lanzando la pelota una y otra vez hacia un asistente, y Alain Prost (Director no Ejecutivo) conversando con Jerôme Stoll, presidente de Renault Sport Racing. Sí, eso era casi como estar en Disney. La agenda siguió con el saludo de nuestra anfitriona, Gabriela Elizalde -una argentina que trabaja desde hace varios años en el área de marketing del equipo- quien nos guió hacia el corazón del box. De ahí en más, una catarata de datos: que un auto tiene unas 17.500 piezas, que por carrera a cada máquina se le asignan
14 juegos de neumáticos, que los frenos superan los 1.200 grados o que un volante tiene más de 20 botones y un costo promedio de 35.000 euros. Ahí supimos que son 15 las personas asignadas por auto (entre ingenieros, mecánicos y hasta fisioterapeutas para los pilotos); y que hay un responsable del armado del espacio reservado al equipo en cada circuito, con un chef y varias personas para la atención. Lo más parecido a una gran familia...
El circuito y la ciudad
Ubicado a 20 kilómetros al
En Austin, la FIA anunció el reglamento 2021 que, entre otras cuestiones, fija un límite de presupuesto a invertir por temporada (175 millones de dólares), con el fin de buscar equidad entre los equipos más poderosos y el resto.
sur de la ciudad y activo desde el 2012, el Circuito de las Américas sucedió al mítico Indianápolis en el rol de sede del Gran Premio de Estados Unidos. Tiene una extensión de 5.513 metros que incluyen 20 curvas, y cuenta con capacidad para 120.000 espectadores. Al completar 56 vueltas, los autos recorren un total del 308,8 km, llegando a velocidades de 320 km/h. Diseñado por el alemán Hermann Tilke, ofrece un entretenido trazado por la variedad de dibujos y desniveles. “Es circuito muy bueno”, dispara el piloto alemán Nico Hülkenberg en un rígido español, después de apuntar a Mónaco y Monza entre sus preferidos. Y
su compañero de equipo, Daniel Ricciardo, comenta con respecto
a la ciudad de Austin: “Es muy divertida, todas las noches hay algo diferente para hacer, con gente tocando música en las calles y una constante atmós
fera de felicidad”. Gráfico modo de resumir el ambiente que reina en la capital de Texas, la cuarta ciudad en tamaño de ese estado ‒con una población cercana al millón de habitantes‒ y dueña de encantos que la hacen especial, como el campus de la Universidad de Texas, tan imponente por tamaño como por arquitectura. Sin embargo, esta pintoresca urbe se destaca por dos aspectos muy valorados: sus numerosos parques y lagos, apreciados por amantes del ciclismo, el excursionismo y la navegación, y la música en vivo. Es popular por la variada escena musical con recitales de artistas de country, rock y blues, entre otros géneros. “Disfruto sentarme en un bar a escuchar a alguien tocando la guitarra. Eso es lo lindo de pasar un buen rato en ese tipo de lugares, incluso bebiendo un buen trago...”, com
Luego de tres temporadas, Nico Hülkenberg cierra este año su participación en el equipo y en la F1. Su butaca será ocupada por el francés Esteban Ocon, proveniente de Racing Point (ex Force India), quien hará dupla con Ricciardo en 2020.
pleta el carismático australiano de 30 años.
De la pista a la calle
Pero más allá de los encantos ciudadanos, del espectáculo, la rivalidad, el negocio y la disputa entre escuderías que plantea la categoría, resulta significativo ver lo estrecho que es el vínculo entre la alta competencia y los autos de calle. Mucha de la experiencia conseguida en el automovilismo se traslada a los modelos de serie. El constructor francés pone mucho foco en cuestiones como la recuperación de energía y la hibridación usada en la F.1 (de los 1.000 CV del RS19, unos 200 los aporta el motor eléctrico) que sirve para avanzar en el desarrollo de autos híbridos y autónomos, así como en el manejo de datos, muy útiles para analizar el funcionamiento de piezas, el desempeño y la durabilidad de diversos componentes. La F.1 es un constante ir y venir de evolución y vorágine tecnológica, aunque con visos del pasado, ese tiempo al que nostálgicos y puristas se aferran como a un esplendor que bastante lejos ha quedado. Lo cierto es que es tan válido atesorar ecos del ayer como asumir el ineludible avance hacia el mañana. De hecho, para el futuro se espera mayor participación eléctrica dentro de la unidad de potencia, según deslizó Cyril Abiteboul, director del equipo.
En fin, todo es observar, escuchar, aprender, respetar y disfrutar. Un cóctel que no falla en ningún orden de la vida. Y todo eso se aplica a esta inolvidable experiencia vivida en Austin.