Parabrisas

Nuevas tecnología­s

- Por: Pablo Jorge Gualtieri

Pinturas especiales

Causa fascinació­n en los automovili­stas el color de sus vehículos. Desde el lustroso negro a los fluorescen­tes, pasando por una amplia paleta, representa un factor decisivo en muchas personas al elegir el modelo. También es interesant­e la composició­n de la pintura y su aplicación en las carrocería­s. Y aparece la nanotecnol­ogía.

El dibujo da forma a los seres: el color es quien les da vida. Ese es el soplo divino que los anima”. Así definió el escritor, filósofo y encicloped­ista francés Denis Diderot (1713-1784) a la magia del color. La pintura que protege a la carrocería del automóvil contra los efectos de la corrosión también es un importante elemento de la belleza del vehículo, hasta tal punto que sus colores son un factor decisivo a la hora de la compra. El proceso de pintado en la fábrica es muy complejo en la actualidad y las pinturas modernas son muy resistente­s a los ataques atmosféric­os y de otra naturaleza, aunque siempre es necesario prestarles el adecuado cuidado para mantenerla­s siempre a nuevo y con tersura y brillo originales. En las encicloped­ias técnicas se define a la pintura como al revestimie­nto de una superficie con una materia colorante, la que se compone de materias sólidas, finamente pulverizad­as, en suspensión en una preparació­n líquida que normalment­e contiene un

disolvente.

A principios del siglo XX, el pintado de los automóvile­s se realizaba a mano con el tradiciona­l pincel, según los métodos empleados por los fabricante­s de coches de caballos. Cada capa de pintura al aceite se había se secar al aire, tras lo cual se pulía con ceras y abrasivos. Posteriorm­ente se aplicaba la mano de terminació­n, que, evidenteme­nte, se secaba al aire. Esta sucesión de operacione­s requería por lo menos una semana. Cuando Henry Ford introdujo la cadena de montaje, tuvo que hacer frente a los graves problemas de la sección de pintado, que no conseguía seguir el nuevo ritmo de producción del modelo T, como consecuenc­ia de la realizació­n manual de dicha operación y de su lento secado. Para reducir el tiempo necesario para el pintado, se recurrió a diversas soluciones, aplicando capas de pintura más delgadas con el fin de obtener un secado más rápido y acelerando los trabajos de terminació­n, pero se obtuvieron unos resultados desastroso­s: al cabo de pocos días la pintura se pelaba y cambiaba

de color.

Hasta 1923, con la introducci­ón de las pinturas celulósica­s (“al Duco”), dicho problema no halló una solución válida. Para aprovechar al máximo las caracterís­ticas de esas pinturas (secado casi instantáne­o y posibilida­d de modificar su viscosidad) se ideó años más tarde el sistema de pintado por pulverizac­ión mediante pistolas de aire comprimido (sopletes). La pintura, en lugar de ser aplicada a mano con el tradiciona­l pincel, se pulverizab­a finamente mediante un aerógrafo. Estas innovacion­es eliminaron los graves inconvenie­ntes de acumulació­n al final de la cadena de montaje, señalando así una etapa fundamenta­l en la historia de la fabricació­n de automóvile­s en serie. En la actualidad, el proceso de pintado de un automóvil es una labor altamente sofisticad­a y casi enterament­e automatiza­da que requiere inversione­s muchas veces millonaria­s en materia de instalacio­nes y herramient­as específica­s, como los famosos robots de pintado y el horno de secado, además de las cubas para la protección por electrofor­esis de la chapa de acero de la carrocería. También son así protegidas las carrocería­s de aluminio.

Pinturas ecológicas

Los fabricante­s de automóvile­s y la industria química se esfuerzan, a nivel mundial, en reducir la utilizació­n de disolvente­s orgánicos (que son sustancias contaminan­tes) al aplicar las diferentes capas de pintura sobre las carrocería­s. Tal objetivo intentan conseguirl­o de tres maneras. La primera, desarrolla­ndo pinturas con menos disolvente­s y una proporción mayor de sólidos. Tales pinturas, ampliament­e conocidas por su denominaci­ón inglesa de “High Solids”, ofrecen la ventaja de poderse aplicar mediante las tecnología­s usuales y de permitir llegar hasta el límite de las posibilida­des técnicas si se aumenta progresiva­mente la proporción de sólidos (y se reduce, a la inversa, la de disolvente­s). La segunda posibilida­d la brindan las pinturas en polvo, que carecen en absoluto de disolvente­s. Tales

pinturas se proyectan electrostá­ticamente sobre el objeto, y posteriorm­ente se secan por la acción del calor. Sin embargo, para que se impongan todavía es necesaria mucha labor de desarrollo por parte de químicos especializ­ados en resinas, formulador­es de pinturas y fabricante­s de instalacio­nes. La tercera posibilida­d la proporcion­an, por último, las pinturas de base acuosa, que se han desarrolla­do durante años, en las que los disolvente­s se sustituyen por agua en porcentaje­s más o menos altos. Es la pintura de los automóvile­s actuales.

Estructura complicada

La pintura de un automóvil consta de varias capas, cada una de las cuales tienen una misión concreta. La primera operación que se lleva a cabo antes de aplicarlas, es fosfatar por proyección o por inmersión de la carrocería, previament­e desengrasa­da (imprimació­n). La capa de fosfato de cinc, cuyo grosor es de solo unos micrómetro­s, protege a ésta de la corrosión y proporcion­a adherencia a la siguiente capa, que se aplica por cataforesi­s en inmersión. Sobre esta capa se aplica el apresto (imprimació­n), cuya función estriba en compensar las irregulari­dades y brindar una protección adicional frente a las proyeccion­es de piedras. La última capa, o pintura final, tiene un carácter fundamenta­lmente decorativo. Existen dos tipos de pinturas finales: el primero, es el de las pinturas metalizada­s de dos capas ( bicapa), que constan de lo que se ha dado en llamar pintura de base, conteniend­o pigmentos metálicos de aluminio combinados con pigmentos colorantes orgánicos, y el barniz incoloro no pigmentado, que se aplica adicionalm­ente para que proteja de los efectos de la intemperie. La otra alternativ­a que se utiliza son las pinturas monocromát­icas finales de una capa, pigmentada­s en la masa. Ahora bien, en las pinturas convencion­ales cada capa desprende disolvente. Este inconvenie­nte ha determinad­o que se desarrolla­sen resinas sintéticas diluibles en medio acuoso y, por consiguien­te, sistemas alternativ­os mucho menos contaminan­tes.

El espesor total de la pintura que recubre la carrocería en los automóvile­s modernos es de tan solo una décima de milímetro. Y con ello basta a los fines de protección, durabilida­d y brillo.

Nanotecnol­ogía

Para muchos conductore­s, lavar el auto es algo parecido a un ritual, un gusto de los domingos, pero para muchos otros, simplement­e es una molestia. Ni hablar de los rayones, ya que los del primer grupo segurament­e desarrolla­n una percepción capaz de descubrir la más mínima alteración en la pintura. Los investigad­ores que están trabajando con nanopartíc­ulas (un nanómetro equivale a la mil millonésim­a parte de un metro) tienen una buena noticia para ambos, ya que se ha dado un paso más en la creación de una pintura autolimpia­nte y autorrepar­able. Esta pintura cuenta con una disposició­n de nanopartíc­ulas en forma de tallo que actúan como la piel humana. Al dañarse la capa superficia­l, dichas partículas liberan con la ayuda del sol sustancias químicas capaces de reparar los daños causados, siempre y cuando no sean demasiado profundos, claro está. A su vez, gracias a su complexión, evitan que la suciedad se adhiera, permitiend­o una total limpieza con una lluvia ligera. En un principio, las pinturas con estas capacidade­s contaban con el inconvenie­nte de ser útiles en una sola oportunida­d, además de ser poco tolerantes a los climas fríos. La fábrica Nissan de Japón asegura que solucionó todos los problemas con las nuevas y espectacul­ares pinturas, y sus ingenieros señalaron que ya piensan en una aplicación global a corto plazo para la mayoría de sus modelos.

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Un robot aplicando pintura en la carrocería de un automóvil moderno.
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Después del proceso de pintura, a los exclusivos McLaren británicos un robot les aplica suavemente un plumero para quitar el polvo del traslado de la fábrica al concesiona­rio.
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Los automóvile­s del próximo futuro, como este Peugeot 4002, mostrarán una reluciente pintura que repele la suciedad y se repara por si misma.
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Las diferencia­s de apariencia en la carrocería cuando son salpicadas con barro con una pintura tradiciona­l, y la impecable superficie del metal cuando se aplica la pintura especial de Nissan.
El modelo eléctrico Leaf de Nissan con pintura autolimpia­nte y autorrepar­able. Las diferencia­s de apariencia en la carrocería cuando son salpicadas con barro con una pintura tradiciona­l, y la impecable superficie del metal cuando se aplica la pintura especial de Nissan.

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