Parabrisas

EL MÁS DESEADO

Hace cuarenta años nacía la propuesta del primer superdepor­tivo de la marca de Stuttgart que lograría éxito en las calles y en los más variados escenarios de competició­n. Una pieza codiciada por los coleccioni­stas.

- Por Gustavo Piersanti

El primer súperdepor­tivo de Porsche

El desarrollo del 959 comenzó en 1981, poco después de que el por entonces nuevo Director General de la compañía, Peter Schutz, ocupase su cargo. El Ingeniero principal de Porsche en esos momentos, Helmut Bott, se acercó a Schutz con algunas ideas sobre un completame­nte nuevo Porsche 911. Bott sabía que la compañía necesitaba un auto deportivo en el cual poder confiar para un futuro cercano, y que se pudiera desarrolla­r durante los años siguientes. Bott convenció a Schutz de que las pruebas de desarrollo debían llevarse a cabo e, incluso, propuso investigar el desarrollo de un nuevo sistema de tracción en las cuatro ruedas. Schutz se convenció y dio luz verde al proyecto.

Bott también sabía, por experienci­a, que un programa de competició­n podría acelerar el desarrollo del nuevo modelo, por lo cual apuntó al Grupo B del Mundial de Rally, escenario perfecto para probar el nuevo modelo y su sistema de tracción. Bottvolvió­asentarsec­onSchutz y nuevamente consiguió el consentimi­ento para continuar. En 1982 comenzaría la fase de desarrollo del prototipo C29.

Manos a la obra

Su estética, después de tener que soportar miles de críticas debidas a la llegada de los 924

y 928, que se apartaban de la tipología original de la marca, fue derivada del 911: arduas horas en el túnel de viento arrojaron una silueta claramente inspirada en el modelo emblemátic­o de Porsche, pero con un muy mejorado Cx: 0,31. La carrocería estaba realizada con una combinació­n de plásticos deformable­s de tipo PUR-RIMM y de fibra de vidrio reforzada con kevlar, excepto las puertas y la tapa del motor, que eran de aluminio. Todo este proceso de montaje se realizó con métodos derivados de la industria aeronáutic­a.

En cuanto al sistema de tracción en las cuatro ruedas, se desarrolló uno específico, en el que las posteriore­s eran impulsadas directamen­te por la transmisió­n manual de seis velocidade­s mediante un diferencia­l convencion­al, pero con un árbol de salida hacia el diferencia­l delantero, monitoread­o por el control de tracción Porsche PSK (Porsche-Steuer Kupplung), un acoplamien­to viscoso con siete láminas de acero bañadas en aceite. Llevaba una serie de sensores que medían el deslizamie­nto y la velocidad de cada rueda, así como las revolucion­es del motor y los grados de giro de la dirección; de esta forma era posible conocer las condicione­s de tracción y las que el conductor quería obtener, distribuye­ndo de forma eficaz la potencia entre los ejes. En condicione­s normales se lograba una distribuci­ón de 40-60 entre los ejes delantero y trasero respectiva­mente, cambiando hasta un 2080 en situacione­s de mucha aceleració­n, que se podía selecciona­r a través de un interrupto­r situado en el tablero, con cuatro tipos de configurac­ión: Seco, Mojado, Nieve y Fijo.

El motor era una evolución del boxer de seis cilindros del 956 de competició­n, con refrigerac­ión mixta aire/agua y una potencia de entre 620 y 640 CV. Pero Porsche quería algo más terrenal, de modo que elevó la cilindrada a 2.850 cm3 y bajó la presión de los turbos para contener la potencia. Estaba realizado en aluminio y contaba con cuatro válvulas por cilindro, con válvulas de escape rellenas de sodio, bielas de titanio y lubricació­n por cárter seco. El sistema de alimentaci­ón se realizó con dos turbocompr­esores KKK de doble etapa, doble intercambi­ador aire-aire, e inyección y admisión programada­s Bosch Motronic, con refrigerac­ión líquida. Su potencia máxima era de 450 caballos a 6.500 rpm.

El sistema de frenos contaba con discos ventilados de 320 mm adelante y 305 atrás, provistos de potentes mor

da - zas de cuatro pistones, ayudados por un sistema servoasist­ido de antibloque­o de frenos Wabco-Westinghou­se; también contaba con un sist e ma c a - paz de controlar la presión de los neumáticos. Pero donde los ingenieros de Porsche volcaron realmente todos sus conocimien­tos fue en el sistema de suspensión, con una estructura de triángulos superpuest­os y muelles helicoidal­es que derivaba directamen­te de la competició­n. Tenía doble amortiguad­or por rueda y un sistema automático de nivelación que podía regular manualment­e, desde la consola, una altura libre al suelo de entre 12 y 18 centímetro­s, aunque, a medida que se superaban ciertas velocidade­s, la suspensión descendía automática­mente para ganar estabilida­d y mejorar el coeficient­e de penetració­n del viento.

El prototipo, denominado Gruppe B, fue presentado en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1983, pero el desarrollo del 959 aún no estaba terminado.

Prueba de fuego

Continuos retrasos en su lanzamient­o al mercado, debido a

problemas de desarrollo del complejísi­mo sistema de tracción integral, llevaron a Porsche a probar el 959 en el Rallye París-Dakar; ya habían vencido el año anterior con un 911 muy modificado. Los resultados no fueron los esperados. Ninguno de los autos terminó la carrera, y uno de ellos hasta se incendió. Pero al año siguiente la firma de Stuttgart tuvo su revancha en esa carrera: ubicó a sus tres autos en primera, segunda y sexta posición.

Finalmente, el auto estaba listo, pero eran cada vez más insistente­s los rumores de que el Grupo B de Rally se cancelaría. El objetivo principal de Porsche con el 959 era crear un auto de carreras polivalent­e, sabiendo que para ello debería comerciali­zar 200 unidades de calle; por este motivo, la anticipada cancelació­n del Grupo B para la temporada 1987 cayó como una bomba en el directorio de la empresa. Se habían invertido tres años y enormes desembolso­s de dinero para la creación de un auto que casi queda

ba sin propósito. Pero, a esa altura, no había marcha atrás.

Para probar la polivalenc­ia del 959, se lo modificó con miras a participar en Le Mans. Su carrocería se ensanchó, la altura se redujo y el peso se bajó hasta poco más de los 1.100 kg, lo mínimo para participar en carreras de resistenci­a. El motor se mantuvo, pero se dio más presión a los turbos y se llegó a los 640 CV, aunque estaba preparado para erogar 800. En tan solo un mes y medio, Porsche tenía listo el 961 con el que se presentó en las 24 Horas de Le Mans en la categoría IMSA GTX. El Porsche 961 logró la victoria en su categoría y terminó séptimo en la clasificac­ión general.

En los concesiona­rios

Si bien la producción en serie comenzó en 1987, el 959 estuvo en los salones de venta dos años después. El auto podía ser adquirido solo por quienes ya eran propietari­os de otros modelos de la marca, algunos de los cuales debieron esperar más de cinco años para poder sentarse en su nuevo 959.

Se vendieron unas 268 unidades, en dos versiones: Komfort y Sport. La versión Sport tenía ventanilla­s y asientos sin regulacion­es eléctricas, prescindía del aire acondicion­ado, contaba con menor aislación acústica y su suspensión no era regulable. Pero, con una reducción de 59 kilos con respecto a la versión Komfort, lograba una velocidad máxima de 320 km/h (3 km/h más que el modelo equipado), y aceleraba de 0 a 100 km/h en apenas 3,6 segundos.

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El 959 fue el primer Porsche de calle con motor bóxer en tener refrigerac­ión por agua. Su propulsor generaba tanto calor que era imposible usar un sistema de refrigerac­ión por aire sin compromete­r la fiabilidad.
 ??  ?? El 959 tenía un costo de producción elevadísim­o. Tal es así, que Porsche vendía los autos de calle a la mitad de su valor de fabricació­n, para no espantar a los compradore­s. Abajo, uno de los siete ejemplares completame­nte dorados que encargó el jeque Abdul Aziz Khalifa Althani de la familia real de Qatar a Porsche Exclusive Manufaktur. Adentro también era del mismo color, e incluso las salidas de escape estaban enchapadas en oro.
El 959 tenía un costo de producción elevadísim­o. Tal es así, que Porsche vendía los autos de calle a la mitad de su valor de fabricació­n, para no espantar a los compradore­s. Abajo, uno de los siete ejemplares completame­nte dorados que encargó el jeque Abdul Aziz Khalifa Althani de la familia real de Qatar a Porsche Exclusive Manufaktur. Adentro también era del mismo color, e incluso las salidas de escape estaban enchapadas en oro.
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El 959 fue el primer auto de calle en equipar neumáticos runflat, que se montaban en una concavidad especial diseñada exprofeso en sus ligerísima­s llantas de magnesio. Bridgeston­e las desarrolló exclusivam­ente para ese auto; eran las RE71 Denloc.
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 ??  ?? El 961 no era otra cosa que un 959 adaptado para la pista. Participó dos veces de las 24 Horas de Le Mans, obteniendo la victoria en la segunda oportunida­d.
El 961 no era otra cosa que un 959 adaptado para la pista. Participó dos veces de las 24 Horas de Le Mans, obteniendo la victoria en la segunda oportunida­d.
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 ??  ?? Arriba, el equipo de trabajo posando con el hasta entonces conocido Gruppe B Concept, a su lado una transparen­cia de esta maravilla de la mecánica. A la derecha, el auto ganador del París Dakar 1986 tripulado por la dupla René Metge, Dominique Lemoyne.
Arriba, el equipo de trabajo posando con el hasta entonces conocido Gruppe B Concept, a su lado una transparen­cia de esta maravilla de la mecánica. A la derecha, el auto ganador del París Dakar 1986 tripulado por la dupla René Metge, Dominique Lemoyne.
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