Parabrisas

Jorge Omar Del Rio

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Conducir de noche exige prestar mucha atención a la ruta y los demás vehículos. Debe contarse con buena iluminació­n de frente para ver el camino, pero también trasera para que lo vean los de atrás. Las señas ayudan a anticipar movimiento­s y nunca se debe imponer la voluntad ni castigar encandilan­do a otros conductore­s.

Con bastante frecuencia recibimos comentario­s de nuestros alumnos de la Escuela de Manejo con respecto a sucesos que observan cuando les toca conducir durante la noche. En general nos informan sobre circunstan­cias que ocasionan peligros graves en la ruta y se sorprenden por la forma en que muchos conductore­s proceden en esas condicione­s.

Nos parece que puede resultar útil compartir varios de los temas que nos mencionan para que, a través del conocimien­to, se pueda mejorar un poco la seguridad de todos.

Para verte mejor

Un tema al que no se le da la adecuada trascenden­cia, aun por los propios interesado­s, es el de la capacidad visual. Hay condicione­s fisiológic­as que en muchos casos no aparecen en los exámenes de vista que se realizan para obtener la licencia. Por ejemplo, hay personas que pierden mucha precisión en la visión de las imágenes cuando falta la luz del día, por lo que pueden tener apreciacio­nes erradas respecto a distancias y velocidade­s de aproximaci­ón, con el lógico riesgo que eso ocasiona. Otras tienen una gran sensibilid­ad a la luz y les afecta mucho el efecto de los faros, por lo que aumenta la posibilida­d de que resulten “encandilad­as” por las luces de frente.

En general, los propios interesado­s tienen noción de lo que les ocurre, aunque a veces se confían e inician igualmente los viajes impulsados por otros motivos a los que dan prioridad.

Sería convenient­e que los viajes nocturnos los realicen personas con buena agudeza visual aun en la noche y buena tolerancia al efecto de las luces de los vehículos que circulan en sentido contrario.

Sin embargo, aun para los que no tienen dificultad­es, es importante aceptar que la distancia de visión hacia adelante y a los costados del camino está limitada al rango de funcionami­ento de las luces. Por lo tanto, todas las luces son importante­s: no solamente las que se utilizan para ver hacia adelante; también son fundamenta­les las que permiten que nos vean. Por eso, no deja de sorprender la cantidad de vehículos que circulan con las luces en malas condicione­s, especialme­nte en la parte trasera.

Los conductore­s de esos vehículos parecen preocupars­e solo por poder ver algo hacia adelante, pero no tienen en cuenta las consecuenc­ias de la falta de adecuada iluminació­n en la parte trasera.

Además, en muchos casos circulan a velocidade­s reducidas por la poca visibilida­d hacia adelante, interpreta­ndo que de esa manera lo hacen con “prudencia”, sin tomar clara noción del enorme riesgo que están generando para sí mismos y para los demás.

Especialme­nte en las rutas de doble circulació­n pueden ocasionars­e accidentes gravísimos en un instante, casi sin tiempo para evitarlos. Basta que haya tránsito de frente para que pueda resultar muy difícil esquivar el impacto con el vehículo que aparece de improviso sobre la misma mano.

Este es también un aspecto al que aparenteme­nte todavía no le dan la debida importanci­a algunos motociclis

tas o ciclistas que transitan en las noches por las rutas sin adecuada iluminació­n y utilizando ropas oscuras, en lugar de colocarse cualquier prenda o accesorio reflectant­e que permita que los vehículos que circulan por la misma mano los vean con mayor anticipaci­ón.

Mando yo

Los alumnos también nos comentan otro aspecto que resulta interesant­e comentar, porque lo interpreta­n como una actitud de los conductore­s que aparenteme­nte no reconocen el riesgo que producen, y también muestra el desconocim­iento de algunos códigos de comunicaci­ón que resultan muy útiles.

En los momentos de definir sobrepasos es convenient­e hacer un corto cambio de luces bajas-altas-bajas hacia la mano contraria para ver si se ve tráfico de frente. Si el conductor que viene de frente contesta de la misma manera, ambos tendrán más precisión para saber a qué distancia se encuentran y a qué velocidad se están acercando, con lo cual la decisión para definir el intento de sobrepaso será mucho más segura. Pero están comproband­o que actualment­e es frecuente que el conductor que viene de frente, en lugar de contestar la señal y facilitar la maniobra, enciende sus luces altas con la mayor intensidad que disponga como para “castigar” al otro enceguecié­ndolo. Y justamente ocurre eso: el que inició la maniobra se ve obligado a completar el adelantami­ento sin precisión respecto a la ubicación de los vehículos sobre la ruta e, inclusive, de su posición en el asfalto.

Analizando el hecho, es fácil ver que esas actitudes no tienen sentido, ya que aumentan considerab­lemente el riesgo para todos. Sin embargo, mientras están manejando y tratando de defender algún derecho de paso que interpreta­n tener, algunos no consideran este riesgo y proceden como si no crearan ningún peligro. Estas reacciones producen una situación mucho más grave, cuando realmente un conductor comienza el sobrepaso haciendo un mal cálculo de tiempos y distancias y, cuando está dentro de la situación, tiene la sensación de que no podrá terminar el adelantami­ento normalment­e. Esto ocurre

con bastante frecuencia con los vehículos de gran porte cuyos conductore­s se cansan de esperar el momento adecuado e inician la maniobra de todos modos. Consciente­s de la situación, suelen hacer repetidos y continuos cambios de luces bajas-altas-bajas, para avisar al tráfico de frente acerca de lo que está ocurriendo y pidiendo colaboraci­ón para solucionar­lo.

En ese momento es fundamenta­l que, a pesar del enojo que sienta, el conductor que viene en sentido contrario no complique las cosas con sus actitudes.

Tal vez, simplement­e aminorando un poco, aparecerá el espacio para que se concrete el sobrepaso. Y aun si, muy a su disgusto, tuviera que frenar, conseguirá evitar que se produzca una situación de terribles consecuenc­ias.

Por supuesto que estas actitudes también son válidas durante el día, pero especialme­nte en la noche es fundamenta­l tratar de generar siempre condicione­s de circulació­n claras y definidas.

Aviso y luego hago

Cualquier momento de duda o indefinici­ón de cualquiera de las partes hace que rápidament­e se consuman los metros que separan los vehículos enfrentado­s que vienen circulando a velocidad de ruta. En general, resulta convenient­e que los conductore­s tengan en cuenta la realidad de que, a diferencia del día, solo pueden ver lo que iluminen los faros. Por eso, por ejemplo, si hay que detenerse en la banquina, conviene dejar las balizas conectadas, pero apagar las luces altas o bajas delanteras, ya que confundirá­n mucho a los vehículos que circulen de frente, porque no tendrán certeza de si se trata de un vehículo fuera del camino o dentro de él hasta que estén muy cerca.

Es convenient­e que los conductore­s tengan más presente la realidad del efecto de sus luces con respecto al resto del tránsito, siempre usando el criterio de que deben ser usadas para informar y no para molestar.

Utilizar el concepto de primero informar y después proceder colabora mucho con la seguridad en general, porque permite a los demás anticipar sus desplazami­entos y evitar sorpresas por falta de sincroniza­ción. Por ejemplo, al comenzar un sobrepaso, hacer un corto guiño de luces para advertir al conductor que será superado sobre su presencia e intencione­s evitará que él también quiera comenzar un adelantami­ento y lo encierre.

También conviene no realizar el adelantami­ento con las luces altas conectadas. Encandilar­á innecesari­amente al conductor del otro vehículo a través de sus espejos retrovisor­es. Una vez superada la línea del espejo retrovisor, y sinm no vienen vehículos de frente podrá, si lo desea, volver a usar las luces altas sin causar inconvenie­ntes.

En definitiva, por varios de estos motivos y la menor visibilida­d en general, se considera que conducir durante la noche implica más riesgos que hacerlo durante el día.

Pero si elige manejar de noche o tiene la obligación de hacerlo adopte una actitud de mucha colaboraci­ón durante las circunstan­cias que se presenten y trate de mejorar la visibilida­d para quienes lo rodean, lo que mejora la seguridad, en general, para todos.

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