KIA RIO SX TEST. Ahora, ofrecido en una única versión, emplea motor naftero 1.6 de 123 CV con caja automática. Representa una interesante relación precio/producto dentro del segmento.
Producida en México, la cuarta generación del modelo de la marca surcoreana viene de recibir un restyling, al mismo tiempo que reduce la oferta en nuestro mercado a una sola versión.
Sin demasiadas estridencias, el Rio siempre resultó un auto muy razonable en el segmento de los compactos modernos al que pertenece. Gracias a que desde 2016 se fabrica en la modernísima planta de Nueva León, México, llega a nuestro país sin pagar el impuesto de extrazona, lo que supone que puede ser competitivo frente a la mayoría de los productos que provienen de Brasil.
Esta única variante tiene sutiles cambios en el diseño y conserva el conocido 1.6 naftero de 123 CV. Por fuera se advierten modificaciones en el paragolpes y el faldón delantero, además de mostrar un nuevo diseño en las tomas de aire y los faros rompeniebla.
Apuesta a lo tradicional
Manteniendo el mismo largo (4.065) mm y el resto de las cotas (ancho 1.725, alto 1.450 y 2.580 mm de distancia entre ejes), el Rio se caracteriza por un interior con bastante amplitud para los de adelante, proponiendo a su vez una correctísima posición de manejo mediante el ajuste manual en altura de
la butaca del conductor y la regulación del volante, que ahora lo hace de manera vertical y en profundidad.
Atrás la cosa cambia, ya que el espacio para las piernas es justo, lo mismo que la distancia de la cabeza al techo. En ese sentido, en los laterales de la segunda fila irán relativamente cómodos los que no superen el metro setenta y cinco, en tanto que el espacio del medio es para un ocupante bastante más pequeño, como suele ocurrir en la mayoría de los modelos de su segmento.
Mención aparte merece el baúl que, con sus 325 litros de capacidad, está por encima de la media de sus rivales. Ya que estamos, bien por Kia, que debajo del piso del mismo colocó una rueda de auxilio idéntica al resto. Ojalá no cambie esta tendencia, que se advierte en casi todas las marcas de autos.
Ya que hablamos del interior, podemos decir que la buena calidad de construcción es una constante en todos los elementos. También es muy cuidada la insonorización, tanto como la disposición de gran parte de los comandos.
El tablero mantiene también la mayor parte de los instrumentos que brindan información de manera analógica, lo que se traduce en una lectura clara y precisa, para bien de los usuarios más conservadores en este rubro.
También coherente
Además de los 123 CV, el 1.6 aspirado ‒cuyas 16 válvulas están comandadas por cadena‒ entrega 15,4 kgm de torque a unas altas 4.850 rpm. Este noble im
pulsor está asociado con una caja automática de seis marchas con convertidor de par; es decir, del tipo más convencional. Cuenta con opción de mando secuencial a través de la selectora, pero no con levas al volante. Su funcionamiento es algo lento ante las exigencias más bien extremas, pero nada que impida conseguir un andar suficientemente ágil y con un incremento progresivo y sin sobresaltos, principalmente en ciudad.
Llevando todo esto a los números, el Rio logró una velocidad máxima de 185,6 km/h, aceleró de 0 a 100 km/h en 11,1 segundos, y la elasticidad, por ejemplo, de 80 a 120 km/h fue en unos apropiados 7,7 segundos.
En cuanto al consumo, en ciudad se mostró poco austero, ya que demandó 7,9 kilómetros por cada litro de combustible. Gracias en parte al cuidado aerodinámico (tiene un Cx de 0,31), la situación se revierte en ruta, donde a 90 km/h logró unos largos 17,8 km/l, y a 120 km/h estableció 13,2 km/l, para promediar muy coherentes 13 km/l.
Bien plantado
Si hay algo que destacamos del Rio en otras oportunidades es el excelente equilibrio en el balance de las suspensiones. A pesar de tener cubiertas de un perfil muy bajo para nuestras calles (205/45 en llantas de 17 pulgadas), el confort de marcha es elogiable, lo mismo que el comportamiento dinámico en ruta, situación que termina de confirmar la robustez de dicho conjunto mecánico. La dirección, con asistencia eléctrica, también se lleva gran parte del mérito en el mencionado confort.
Tampoco queremos dejar de pasar la oportuna presencia de los discos atrás, un equipamiento muy infrecuente en el segmento, que además de una confianza extra en cuanto a confiabilidad y rendimiento,
acortan las distancias a la hora al tener que realizar detenciones de urgencia: por ejemplo, para frenar a cero desde 100 km/h recorrió apenas 39,2 metros.
Continuando con la seguridad, bienvenidos son los nuevos faros que, a pesar de que siguen siendo halógenos, ahora son direccionales, una gran ayuda para circular por la ruta de noche, tecnología que la marca denomina bifuncional. También son oportunos los seis airbags, el control de estabilidad, el asistente de arranque en pendiente, el control de frenado en curvas, los sensores de estacionamiento traseros y la cámara de marcha atrás, entre otros.
Como faltante en esta versión full anotamos las ayudas al conductor (ADAS), como freno automático de emergencia, alerta de