El 65% de los empleos será reemplazado por la robotización
Actualmente transitamos la cuarta Revolución Industrial. Se caracteriza por la automatización de los procesos productivos de bienes y servicios, la introducción de la Internet de las cosas, la computación en nube, la inteligencia artificial, la cadena de bloques o la impresión 3D, etc. Es decir, tecnologías que están modificando la forma de producir, distribuir, comercializar y consumir los bienes y servicios. También podrán surgir nuevos trabajos, algunos de ellos aún desconocidos; otros se transformarán y requerirán, seguramente, nuevas habilidades.
Muchos están viviendo con gran preocupación la llegada de la cuarta Revolución Industrial y sus potenciales efectos en los sectores más vulnerables de la sociedad, mientras que otros tienen una mirada optimista y sostienen que esta revolución traerá grandes oportunidades para las economías latinoamericanas.
De acuerdo con Diego Aboal y Gonzalo Zuninni, se espera que en las próximas dos décadas el 65 por ciento de las ocupaciones desarrolladas en Argentina estarán en riesgo de ser reemplazadas por el avance técnico. Adicionalmente, la destrucción de empleo o “desempleo tecnológico” -como también se lo denomina- será un fenómeno generalizado a todas las ramas de actividad; no existe ninguna rama donde la probabilidad de sustitución sea inferior al 50 por ciento. Estos datos incluso son representativos para el gran Córdoba. Otras investigaciones proponen que el 60 por ciento de los niños que hoy ingresan a la escuela se emplearán en el futuro en un trabajo que aún no existe y que, por lo tanto, desconocemos cuáles serán las competencias que se requerirán.
El nivel educativo alcanzado será un factor determinante para tratar de evitar el desempleo tecnológico o para acceder a trabajos del futuro. Ciertamente, se requerirán, entre otras, nuevas competencias digitales, tales como tareas de codificación, gestión de redes sociales con visión comercial o análisis de big data, y otras que implican el desarrollo de competencias sociales en el manejo de emociones, liderazgo, iniciativa y responsabilidad. En este punto, el sistema educativo cumplirá un rol preponderante en el tránsito hacia esta etapa.
Los empleos que necesiten habilidades de comprensión emocional, creatividad, relaciones interpersonales y artísticas serán menos susceptibles de ser automatizados y demandarán mano de obra altamente calificada y con estudios profesionales.
Para los optimistas, como Moretti (2010), cada nuevo trabajo en el sector de la tecnología creará aproximadamente 4,9 puestos de trabajo adicionales en el sector de servicios a nivel interno, empleos que serán de menor calificación e ingreso.
La literatura advierte que solo aquellos trabajos que impliquen la realización de tareas no rutinarias, principalmente en el caso de tareas cognitivas, tenderían a perdurar y crecer en el mercado laboral de las próximas décadas; por el contrario, los trabajadores más afectados serán aquellos de mediana edad, cuyas habilidades se han depreciado de forma importante.
La cuarta Revolución Industrial es un proceso inevitable e irreversible. Contener la incertidumbre o las oportunidades que puede generar la revolución tecnológica implica un trabajo conjunto para acordar políticas que permitan gestionar esta transición. En vistas a ello, será fundamental la calidad educativa y ampliar las posibilidades de su acceso a todos los niños y niñas. En este contexto, es urgente instalar en la agenda política y social los efectos de la cuarta Revolución Industrial, así como adecuar el sistema educativo a las nuevas tendencias en articulación con el sistema productivo, los gobiernos a todo nivel y la sociedad civil.
Estos son requisitos para generar iniciativas sustentadas en una visión prospectiva del desarrollo de la región; asimismo, para acordar acciones para la protección social y la generación de políticas laborales que eviten la consolidación de un grupo poblacional excluido del mercado laboral y, por lo tanto, expuesto a situaciones de vulnerabilidad económica.