Un máster en Harvard y fanatismo por river y los deportes al aire libre
Adolfo Rubinstein se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y es Magister en Epidemiología Clínica de la Escuela de Salud Pública de Harvard. Con 58 años, está casado y tiene dos hijos. Hasta febrero de este año, cuando asumió como secretario de Promoción de la Salud, Prevención y Control de Riesgo en el Ministerio de Salud de la Nación, fue el director general del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS).
Dolfi, como lo conocen sus amigos, trabajó en el Hospital Italiano de Buenos Aires, donde fundó y fue jefe del servicio de Medicina Familiar y Comunitaria . Además, se graduó en Economía de la Salud Internacional en la Universidad de York. Fanático de River Plate, tiene un amor incondicional por la ciudad de Bariloche –aunque nació en CABA– y le gusta hacer deportes al aire libre. Cuentan que fue pionero en proponer pausas activas en el IECS y también en instalar fruteras en todos los espacios comunes del edificio para que todo el personal aumente la ingesta diaria de vegetales y frutas.
A lo largo de su carrera, pu- blicó más de cien papers. Sus investigaciones se centraron en epidemiología e implementación de intervenciones preventivas en control de enfermedades crónicas y en evaluaciones de impacto sanitario y económico de intervenciones, programas y políticas de salud. Desde 2015 es también investigador en salud por concurso del Conicet.
PERFIL lo entrevistó el año pasado a propósito de la publicación de los resultados del estudio Cescas, que midió el estado de salud cardiovascular de la población de Argentina, Chile y Uruguay. El trabajo en el que participaron distintos grupos de investigación internacionales coordinados desde el Imperial College de Londres había hallado que el 75% de los argentinos de más de 34 años sufría de obesidad o sobrepeso. Y el problema era mayor en los grupos de bajos ingresos.
“La obesidad como problema de salud pública es relativamente nuevo. Empezó en los países desarrollados, pero después se generalizó. El envejecimiento poblacional, las modificaciones en el estilo de vida, los cambios en la dieta y una disminución dramática de la actividad física contribuyeron a que la obesidad, que en la década del 70 no pasaba del 10% de la población, hoy se haya transformado en el principal problema de salud pública”, sostuvo el especialista.
Según Rubinstein, hay dos grandes grupos de intervenciones para combatir la epidemia de obesidad: políticas públicas (por ejemplo, el impuesto a las bebidas azucaradas que introdujo México o las advertencias en las etiquetas de alimentos con altos contenidos de sal o azúcar que implementó Chile) y políticas dirigidas a los grupos de riesgo, que tienen que ver con el aspecto clínico. “Hoy por hoy, a menos que tomemos políticas publicas más agresivas, no vamos a poder cambiar esto”, opinó. Hoy tiene la oportunidad en sus manos.
“la obesidad hoy se ha transformado en el principal problema de salud pública”