Rodríguez Larreta. “Vidal y yo somos los mismo que Macri”, dijo en la entrevista de Fontevecchia.
El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y fundador del PRO analiza lo que se viene. El Macri desarrollista. Los radicales. Vidal. Internas en Cambiemos. Objetivo 2023.
—En este reportaje no le preguntaré por su gestión, más que al jefe de Gobierno de la Ciudad es al más senior dirigente del PRO después del propio Presidente. A quien formó a María Eugenia Vidal a quien recomendó al Presidente a sus amigos Lopetegui y Quintana como vicejefes de Gabinete, al hermano mayor de Marcos Peña y Vidal.
—No, nada de eso: soy uno más en el equipo. Si hay algo que le valoro mucho a Mauricio es que logró formar un equipo con gente que se tiene mucha confianza entre sí, con mucha afinidad personal y una visión compartida del país. En ese equipo, como en todo equipo, hay roles. A mí me tocó durante muchos años ser jefe de Gabinete en la Ciudad y ahora soy jefe de Gobierno en la Ciudad, María Eugenia tiene una responsabilidad enorme como gobernadora. Son distintos roles dentro de un mismo equipo.
—Y uno de esos roles es ser una especie de jefe de Recursos Humanos, porque muchas de las figuras importantes del Gobierno surgieron de personas que se formaron a su lado.
—No necesariamente todos. Marcos entró cuando éramos la Fundación Creer y Crecer, muy al principio. Hay otros que entraron ahora, pero sí es cierto que desde que empecé mi trabajo en la política siempre tuve presente la necesidad de formar equipos. Para mí eso es fundamental. Sería imposible encarar las responsabilidades que tenemos si uno no dispone de un equipo cohesionado, eficiente, con gente cuya trayectoria conoce.
—¿Es algo que aprendió en su Máster en Harvard?
—Seguramente. Allí hice un MBA, un Máster en Business Administration, en Gestión. En ese momento tenía como para elegir: o entraba al MBA o al MPS, el Máster en Administración Pública, que tenía una visión más de Ciencias Políticas. Soy un convencido de la necesidad de hacer funcionar bien el Estado, cosa que me dediqué a estudiar especialmente. Incluso estudiando en Harvard di varios cursos en la Kennedy, que es la escuela de Administración Pública.
—¿Pensaba que para administrar bien lo público, era mejor aplicar técnicas de administración de lo privado?
—Las técnicas de administración son válidas en cual- quier organización. Se trata de administrar recursos humanos. Motivar a la gente, tener una visión clara, un plan que acompañe esa visión y un sistema para controlar el cumplimiento del plan. Mi padre venía más de las Ciencias Políticas, que estudió en Londres; y luego Economía, en París. Yo me volqué más a la Administración.
—¿Influyó su padre en la decisión en la carrera a elegir?
—Reconozco el haber heredado de mi padre las dos grandes pasiones de mi vida. La pasión por la política, claramente, y la pasión por Racing. Club que él presidió, en 1977.
—Su padre fue un importante dirigente del desarrollismo. También el hoy ministro Rogelio Frigerio, es nieto del cofundador del desarrollismo...
—Su abuelo, Rogelio Frigerio, fue mi padrino. Don Rogelio, era un padre para mi papá, que era del grupo más joven del desarrollismo; y una especie de abuelo para mí.
—Macri se autodefine como desarrollista, su padrino y el abuelo del ministro político del Gobierno fue, junto con Frondizi, fundador del desarrollismo. Y Frondizi era radical, el desarrollismo nace de una división de la Unión Cívica Radical, como UCRI: la Unión Cívica Radical In- transigente. ¿Se podría decir que el PRO es la continuidad de aquella UCRI, y Cambiemos es la reunificación del radicalismo que se desmembró en 1957, incluyendo desde Sanz a Carrió?
—No, la historia es la historia y nosotros, originalmente en el PRO y ahora en Cambiemos, estamos construyendo el futuro. No veo un hilo de continuidad. Lo que sí hay es una visión común del país y del mundo. Mauricio se autodefine desarrollista desde hace muchos años. Si uno le pregunta, va a decir que el mejor presidente de los últimos cien años en la Argentina fue Frondizi; y yo coincido con él. Hay una visión ideológica común, también hay una actitud de apertura como hubo en aquel momento, en el desarrollismo, en Frondizi, en Frigerio. Apertura en términos de relacionarse con otros espacios. En el PRO y en Cambiemos hemos sido muy abiertos para incorporar gente con otros orígenes. Pero hacer un paralelismo me parece exagerado. Era otro un país, con una situación política muy diferente. Había una estructura de partidos mucho más rígida en el sentido clásico de la palabra. Eso cambió muchísimo.
—Parece en el PRO haber cierta aversión por lo histórico. Lo nuevo sale de lo viejo. Pitágoras decía que una línea no se hace con un punto, se necesitan dos. La campaña de una revista francesa de historia decía que para proyectar el futuro, era necesario leer la historia.
—No, yo soy fanático de la lectura histórica. Uno de los grandes problemas que hemos tenido, y que atribuyo como una de las principales razones de nuestra falta de desarrollo durante casi un siglo, son las discontinuidades. Hemos tenido discontinuidades democráticas terribles, también en lo económico: pasamos de crecer a tasas chinas, a caer en la hiperinflación más alta de la historia para un país no en guerra, a sufrir una caída del producto como la del 2002, la más alta para un país no en guerra. El problema de Argentina es que es muy difícil trazar una línea, que sí podemos ver en otros países. La volatilidad institucional, política y económica ha sido feroz, y para mí es de las principales causas de nuestros males.
—La división entre la UCR del Pueblo, de Balbín, y la UCRI frondicista en 1957 fue
“El no encontrar casos de corrupción debe haber cambiado la imagen que Carrió tenía sobre Macri.” “Como funcionario estuve con Duhalde, con Palito y un día después de ganar, De la Rúa me ofreció el PAMI.”