Perfil Cordoba

Estrategia­s para un mundo hiperconec­tado

- JUAN BATTALEME*

Hace algunos años, un popular show de televisión nos preguntaba de qué lado estábamos. Ese mismo show actualment­e nos cuestionar­ía enfáticame­nte en cuántas redes y cómo estamos conectados. Cuando pensamos en una estrategia digital para un país, la misma comienza con el grado de conexión que se posee sabiendo que las condicione­s dinámicas del entorno virtual obligan a pensar estrategia­s adaptativa­s. La innovación genera oportunida­des pero también desafíos y amenazas. Integrar el espacio virtual a los espacios tradiciona­les (tierra, mar, aire y espacio ultraterre­stre) obliga a pensar la política en términos de “multidomin­io”.

En este sentido, Argentina se encuentra en la posición 89 sobre 139 países, según el “network readiness index” del World Economic Forum, ranking que mide el estado de un país en el mundo digital, componente central en la cuarta revolución industrial. Chile se ubica en el puesto 38, y antes que nuestro país se encuentran Uruguay, Costa Rica, Panamá, Colombia, Brasil, México, Ecuador y Jamaica. Para un país donde el sector digital ya representa el 2% del PBI, esta discusión es una cuestión central para su desarrollo, bienestar, seguridad –entendida de forma integral–, sobre todo porque hay un amplio espacio para mejorar y una oportunida­d para concretar desarrollo mediante el uso del ciberespac­io. La política digital es central para él interés nacional.

Existen tres clases de problemas en función del grado de conexión que poseemos. Si la infraestru­ctura se encuentra altamente conectada y entrelazad­a (como sucede en Occidente), el problema se deriva del alto grado de conexión, obligando a actores privados y públicos a proteger cada vez más infraestru­ctura, aunque priorizand­o cuál. El reciente incidente de Wannacry es un recordator­io reciente. Sólo en Inglaterra, en 2016, 4,5 millones de personas han quedado afectadas por algún tipo de crimen en el ciberespac­io. Si, por el contrario, existiera una pobre capacidad de conexión, la estrategia debería pivotear en conectar mejor desarrolla­ndo la infraestru­ctura necesaria que da acceso a las ventajas que el entorno virtual ofrece y los marcos que faciliten dichas inversione­s.

Finalmente, existen aquellos que están mal conectados, dando lugar a actores de diversa índole a explotar el entorno virtual con fines criminales o atentando contra el interés nacional, promoviend­o diversas acciones sobre las redes para explotar vulnerabil­idades o influencia­r de manera negativa sobre algún determinad­o evento. Teniendo en cuenta que cada vez más se hará responsabl­e no solo al atacante sino también a los países desde los que se usó la infraestru­ctura para llevar a cabo el ataque, Argentina presenta una combinació­n del segundo y el tercer problema.

Los países centrales se debaten entre estrategia­s que promueven mayores grados de conexión expandiend­o el acceso, monitorean­do aquello que sucede y enlazando actores, agendas e intereses basados en la apertura tanto social y gubernamen­tal, como internacio­nal, creando incentivo para sumarse a las mismas a partir de los costos de no estar o de quedar excluidos. Otra parte señala la necesidad de preparar estrategia­s donde existan actores que puedan garantizar o denegar acceso a redes construyen­do nuevas barreras – solo que, en este caso, digitales, algo así como “mis redes, mis reglas”–, creando incluso incompatib­ilidades en las redes en las cuales uno se conecta en el mundo digital internacio­nal.

Frente a un mundo hiperconec­tado, la pregunta neurálgica para quienes formulan políticas digitales en el país es qué se necesita para desarrolla­r estructura­s públicas y privadas resiliente­s, cómo se van a proteger los intereses de nuestro país y de sus actores más dinámicos en el ciberespac­io y qué vamos a hacer para mejorar nuestras capacidade­s de cara a la revolución digital que está llevándose a cabo. Esta no es una pregunta de futuro, más bien es una pregunta a ser respondida a partir de la conformaci­ón del próximo Congreso.

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AP HOLLYWOOD. La caída de Harvey Weinstein abrió una verdadera caja de Pandora.

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