Una satisfacción solitaria y virtual
Ya desde sus inicios, el psicoanálisis aborda la sexualidad humana. A través de sus investigaciones, Freud nos alerta acerca de su componente adictivo, cuando dice que el acto masturbatorio es la adicción primordial sobre la que se instalan todas las demás adicciones. Además de las distintas connotaciones histórico-sociales que consideran a la sexualidad humana unida a la idea del vicio.
Durante casi tres siglos, la ciencia médica sostuvo diversas ideas apocalípticas en la apreciación de los comportamientos sexuales. Durante milenios, la reglamentación sobre deseos del cuerpo se ocupó de la sexualidad dentro del matrimonio y la cuestión del amor por el mismo sexo.
Actualmente se habla de “sexoadictos”, si bien se los ubica en la serie de adictos al alcohol, tóxicos, trabajo, compras e internet. Es cierto que la web es la principal herramienta que favorece esa sexualidad tal vez compulsiva, anónima y adictiva. El horror al encuentro con otro cuerpo produce un repliegue a una satisfacción solitaria y adictiva por vía de la pantalla. La sexualidad no pertenece al orden biológico, se construye históricamente y es solidaria con cada época.
Los sujetos jóvenes que viven recluidos en un universo de multiconexión virtual, evitando relaciones reales y se da la paradoja de lo múltiple junto al aislamiento. Entonces, la sexualidad está actualmente sintomatizada en el punto donde tiene relación directa con la satisfacción autoerótica.
La llamada adicción al sexo responde al consumo de sujetos objetos en sintonía con la exigencia del capitalismo del hiperconsumo actual.