Messi gato
les tenemos que ganar!” que, obvio, no entienden. Por lo demás, parecemos todos en el mismo barco: esperanza.
No bien arranca el partido, ya llega la ansiedad. Dame todo ya. Es un momento de la elaboración del juego en el que puede haber cinco o seis pases en sentido lateral o incluso hacia atrás para ordenar un avance o probar alternativas. Una inversión para aumentar la oferta de espacios para hacer goles. Pero es en ese preciso momento cuando aparece el pensamiento inflacionario a full: se oye un grito a coro en la platea: “Daaaale, jugá para adelante, forro, qué esperás”. En vez de dar toda la vuelta y producir algo, apurate. Remarcá, papi. En vez de ahorrar energía para usarla de una forma más eficiente, consumila. Andá directo, alguna vez funcionó.
A los quince minutos del primer tiempo, ya el murmullo se transforma en rencor de crisis pasadas. “¡Dale Agüero! ¡Siempre igual, la puta que te parió! Pero a los 20, panquequeada fenomenal: “¡¡¡Goooool!!! ¡Bien Kun! Siempre te bancamos”.
A los 40, no puede faltar la grieta así estemos en la capital rusa: piñas entre compatriotas porque unos putean y otros dicen “hay que bancar”, y más allá conatos de agresiones porque “vos querés estar sentado pero hay que aguantar parado, loco”. Encima, en estadios del Primer Mundo nos dan alcohol en la tribuna. Nos nublamos y todo se pone peor. “Los riesgos de volver a la comunidad internacional”.
En el segundo tiempo, en ese barullo se sueña con una solución mágica, inmediata: “¡Dale Leo, hacé una vos!”. No pasa nada. ¡Penal a favor! Ahora sí. Dios es argentino. Parece que sin haber hecho nada nos llevamos todo. Ilusión otra vez. Pero no. Ataja el islandés cineasta. Depresión de Messi. Y un poco de todos.
Crisis cíclicia. Stop and go desde 1986 que hace rato no go ni un poco, la verdad. Y así en los últimos quince, las cosas no salen y se busca la culpa afuera: “¿Qué cobrás, referí? ¡La concha de tu madre!”. Siempre nos cagan, de Kodesal para acá, siempre. Y vuelta a empezar: Croacia, el 0-3 y la casi eliminación. La resurrección tras el guiño de Nigeria que nos da vida. La nueva esperanza de un giro mágico que nos salve de un momento a otro.
“Buenas noticias”, tuiteó el presidente Mauricio Macri, para contar que un índice de inversiones en acciones mejoró la clasificación de la Argentina, algo así como un córner a favor en un año donde el equipo ganaba 1-0 pero “pasaron cosas” y pinta para terminar abajo en el marcador: después de la devaluación, el salto en los precios, la caída del salario, la vuelta del Fondo Monetario Internacional y el frenazo de la actividad económica, creer que ser mercado emergente va a dar vuelta el partido es como pedirle a Messi solo que “traiga la co”.