En cifras
Los números de la ciudad apabullan. Crecimiento promedio del PBI de 23% desde 1980. Más de 8 mil compañías chinas de alta tecnología radicadas aquí, 125 de las cuales cotizan en Bolsa. Presencia de 275 de las multinacionales que integran el último ranking Fortune 500. Más patentes internacionales registradas que Gran Bretaña o Francia. Shenzhen alberga, además, las oficinas centrales de gigantes como Tencent, dueña de WeChat, o ZTE y Huawei, dos de los cinco fabricantes de smartphones más grandes del mundo. No es poco decir, si se considera que China produce más de la mitad del total mundial de celulares.
DJI es la empresa líder global en la fabricación de drones para uso civil. Su fundador y CEO, Frank Wang, tiene 38 años y es el arquetipo de innovador exitoso al que aspiran los emprendedores de Shenzhen. Luego de terminar sus estudios en Hong Kong, instaló su proyecto aquí en 2006. “Es que Shenzhen millones de personas habitan en la actualidad en Shenzhen. mil millones de dólares es el PBI aproximado de la ciudad, lo que equivale a más de la mitad del PBI de toda la Argentina. fue el año en el que Shenzhen se convirtió en la primera “zona económica especial” de China. ofrece un ‘ecosistema’ para el desarrollo productivo que no existe en Beijing o Shanghai –explican a PERFIL en DJI–. Aquí fabricamos el cien por ciento de nuestros productos. Además, la ciudad es un pool de talentos jóvenes que vienen de toda China y de otros países para buscar trabajos calificados”. En la línea del propio Wang, el promedio de edad de los empleados de DJI es de 27 años.
El atractivo para los jóvenes emprendedores radica en que, en los últimos años, el perfil industrial de Shenzhen empezó a completarse con una fuerte política de incentivo a las startups. Una vez más, la ciudad sirve como laboratorio para el gobierno chino, que la ve como una vidriera adecuada para combatir el prejuicio exterior de que China no genera ideas, sino que las copia de otros países y las materializa a bajo costo, con mano de obra barata e insumos de mala calidad.
En realidad, la percepción general de que China no genera valor agregado quedó, como mínimo, desactualizada. Según un estudio hecho por la Universidad de Sussex para la Comisión Europea, citado meses atrás por la revista The Economist, el valor promedio que el país les agrega a sus exportaciones es del 76%, no muy lejos del 87% de la Unión Europea.
En pocas palabras, el próximo objetivo oficial es librarse del made in China y pasar al designed in China. Shenzhen es el caballito de esa batalla.