América Latina y China: cómo evitar otra ‘relación carnal’
El desafío es salir de un nuevo esquema centro-periferia. Diversificación productiva y contacto cultural como ejes necesarios. El rol del plan chino de la Franja y la Ruta.
¿Es realista aspirar a una relación de igual a igual entre América Latina y China? ¿Hay forma de desarrollar un vínculo winwin? ¿O la asimetría económica entre las dos partes conduce necesariamente a un esquema centroperiferia inconveniente para nuestra región? Y en todo caso, ¿qué se puede hacer para, si no eliminarla, al menos reducir la disparidad?
Con esas preguntas en carpeta, PERFIL participó esta semana en el seminario “China y América Latina y el Caribe: Diálogo entre Civilizaciones” en la ciudad china de Nanjing, en el que diplomáticos y académicos chinos y latinoamericanos discutieron presente y futuro de la relación. El evento fue organizado por el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales (CASS), que depende directamente del gobernante Partido Comunista chino.
Al reflexionar sobre el acercamiento entre América Latina y un nuevo hegemón emergente, el punto de referencia obvio es el vínculo histórico que tuvo la región con la gran potencia del último siglo: Estados Unidos. La cuestión es cómo evitar reproducir aquellos viejos mecanismos relacionales englobados bajo rótulos como los del “patio trasero” o las “relaciones carnales”.
El discurso oficial chino toma nota de esa preocupación latinoamericana e intenta despejar temores. “El secreto de la fiebre por China en América Latina y viceversa es la igualdad, el respeto mutuo, el beneficio recíproco y la ganancia compartida –dijo Zhao Bentang, director general del Departamento para América Latina y el Caribe del Ministerio chino de Asuntos Exteriores–. Estamos en la misma fase de desarrollo y tenemos tareas comunes por delante”.
Lo de la “fiebre” es bastante cierto. China ya es el segundo socio comercial de América Latina, y América Latina es el segundo destino de las inversio- nes externas de China. En 2017, el comercio entre ambas partes alcanzó los 270 mil millones de dólares. Hay dos mil empresas chinas instaladas en la región. Y la mitad del financiamiento chino se dirige a obras de infraestructura.
Pero, ¿sobre qué pilares crece esa relación? América Latina tiene hoy un déficit comercial de más de 60 mil millones de dólares con China. El 70% de nuestras exportaciones al mercado chino corresponden a soja, minerales e hidrocarburos. Las compras chinas de bienes latinoamericanos están mucho más primarizadas que las del resto del mundo (ver infografía). Y las tasas que China ofrece a los países latinoamericanos para financiarse son elevadas.
Iniciativa. Cuando se les pregunta a funcionarios e investigadores chinos qué solución ofrece China a esos problemas, la respuesta es casi siempre la misma: la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Aunque tiene poca prensa en América Latina, se trata nada menos que de la estrategia núcleo de Xi Jinping para afianzar la presencia global de China y exportar su modelo de desarrollo, a partir de la consolidación de rutas comerciales y financieras según el diseño de Beijing.
“El modelo de acumulación originaria de las potencias occidentales se basó en la explotación y el saqueo de recursos de otros países –afirmó Wu Wenhong, investigador del Instituto de la Franja y la Ruta de la CASS–. En cambio, la experiencia de nuestros últimos cuarenta años demuestra que el modelo de desarrollo chino se basa en la acumulación interna. Hay que comprender eso para entender las ventajas de la Franja y la Ruta; y para rebatir las teorías sobre un supuesto ‘neocolonialismo’ chino y una ‘trampa de deuda’ para los países que participan en la iniciativa”.
Cuando se ideó hace cinco años, América Latina no estaba incluida en los planes de la Franja y la Ruta, pensada originalmente para unir a Asia, Europa y Africa. Pero, en 2017, el presidente Xi anunció que China considera a la región como la “extensión natural” de la iniciativa. Desde entonces, nueve países latinoamericanos y caribeños firmaron memorándums de entendimiento con Beijing para integrarse al proyecto. Por ahora, la lista no incluye a las mayores economías regionales: Brasil, México, Argentina, Chile, Perú. Tampoco Venezuela.
En todo caso, cabe preguntarse si la Franja y la Ruta revertirá o profundizará la disparidad actual. “Hoy la relación es netamente asimétrica y está definida desde hace un par de décadas por un modelo centroperiférico: les exportamos commodities primarios y les importamos manufacturas –señaló a este diario el sinólogo argentino Eduardo Oviedo, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Rosario–. Con excepción de algunos países como Brasil y Chile, que lograron superávit, estamos en una situación muy desfavorable. Y algunos países de la región tienen, además, una dependencia financiera relevante respecto de China”.
En ese marco, dice Oviedo, la inserción latinoamericana en la Franja y la Ruta no es una garantía sino una oportunidad. Que rinda o no dependerá, entre otras cosas, de la capacidad
PERFIL participó en la ciudad de Nanjing del seminario "China y América Latina: Diálogo entre Civilizaciones"