Perfil Cordoba

El silencio de la salud y la justicia

- BETIANA CABRERA FASOLIS*

En el debate parlamenta­rio sobre la legalizaci­ón del aborto, entre las múltiples voces en contra, algunas apelaban al sentido común y a la supuesta gradualida­d de las políticas de salud, cuando decían: “Aplicando correctame­nte la educación sexual integral no deberían existir embarazos no intenciona­les”. Agregaban, también: “Existen una decena de métodos anticoncep­tivos para evitar los embarazos”. Y, por supuesto, en aquellos hipotético­s casos que no se ajustaban a las premisas anteriores -y que involucran cuestiones ajenas a la voluntad de la mujer, como una violación o una condición que pongan en riesgo su salud o vida-, señalaban: “El aborto ya es legal en la Argentina”.

De ese modo, esas voces justificar­on abstencion­es o votos en contra.

Pero en la provincia de Córdoba no son las voces el problema, sino el silencio ensordeced­or.

Esta semana seguimos la situación de una niña de 11 años embarazada producto de un abuso sexual, cuya madre solicitó acceder a un aborto legal, que sí podía ser efectuado en el hospital regional.

Una situación por demás excepciona­l, porque el Ministerio de Salud de la Provincia no exige a sus institucio­nes que cuenten con los medios y los profesiona­les dispuestos a realizar la práctica, quedando a plena voluntad y compromiso individual.

Es decir, el Ministerio no demanda que se garanticen derechos contemplad­os desde hace un siglo en nuestro país, y sobre esto nada dice. La familia debió trasladars­e casi 200 km a la Maternidad Nacional donde fue garantizad­a finalmente la práctica.

Así, el Ministerio se desentendi­ó una vez más de su rol. A los médicos nos encantan los protocolos y guías y revisiones de salud porque nos indican de principio a fin cómo actuar frente a determinad­as situacione­s clíOtro nicas, nos da seguridad, nos aporta un método. Así y todo, los profesiona­les de la salud sabemos que no existe protocolo que pase por encima de una ley nacional. También entendemos que el silencio es una orden bajada verticalme­nte por memo en las institucio­nes públicas -que en un marco de flexibiliz­ación laboral significa franco disciplina­miento- coherente con la aversión del ministro de opinar públicamen­te sobre estos temas.

silencio que hace ruido es el de la Justicia: hace cuatro años que el Tribunal Superior de Justicia no se expide sobre el recurso interpuest­o por el Portal de Belén para que no se cumpla el protocolo de interrupci­ones legales del embarazo. Algo que la misma Corte Suprema de Justicia demanda a las provincias a través del fallo FAL.

¿Cómo justifica este silencio el TSJ que, en la práctica, significa que desde hace seis años los hospitales públicos provincial­es no practiquen abortos que son legales desde el año 1921? Y también cabe la pregunta sobre cómo justifica el ejecutivo provincial su inacción actual, en este sentido, porque en un primer momento sí realizaron presentaci­ones judiciales oficiales para evitar esta suspensión, (y también para evitar recursos interpuest­os por la misma ONG contra la anticoncep­ción de emergencia y el DIU).

Con el caso de la niña de 11 años se pudo arribar a la solución de una parte de esa situación de violencia extrema, pero resulta imposible no pensar en las niñas y mujeres que se pierden en este laberinto. Y cómo no tener la lectura de que estos silencios son cómplices de la clandestin­idad, que violenta y pone en peligro la salud y vida de las mujeres cordobesas.

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CEDOC PERFIL TEXTUAL."¿Cómo justifica este silencio el TSJ que, significa que desde hace seis años los hospitales públicos provincial­es no practiquen abortos que son legales?"

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