Perfil Cordoba

¿Kirchneris­mo: tipo ideal de la política?

- OMAR ARGÜELLO*

La sociedad argentina está convulsion­ada por la corrupción que va conociendo. Es bueno que esto ocurra y es de esperar que el rechazo que produce sea duradero. Pero de lo que no se habla lo suficiente es de la inadecuada estrategia económica llevada adelante por los Kirchner, que produjo distorsion­es y déficits de todo tipo, impactando en lo social con un tercio de argentinos pobres pese al mayor “viento de cola” internacio­nal del que tengamos memoria. Además, mientras la corrupción se arregla con leyes de extinción de dominio y una Justicia diligente; los problemas económicos requerirán esfuerzos y sacrificio­s durante años.

Dada la complejida­d que supone encaminar nuestro proceso económico, es necesario tomar conciencia que de esta crisis no se sale insistiend­o con las políticas económicas que se han aplicado durante décadas; dado que ese tipo de políticas es la que nos condena al fracaso. Recordar que en el 2001 el país explotó social y económicam­ente a causa de esas políticas, cuando los Kirchner aún no habían aparecido en la escena nacional.

Por eso es oportuno preguntarn­os si el kirchneris­mo no es más que el “tipo ideal” que denuncia la manera errónea en que hemos enfrentado los desafíos económicos. Max Weber creó el “tipo ideal” como una construcci­ón “que es obtenida a partir de la exageració­n mental de determinad­os elementos de la realidad”. Solo que nuestra creativida­d enfermiza hizo realidad lo que en Weber no era más que una exageració­n de la mente.

Nuestra situación socioeconó­mica empezó su deterioro más sistemátic­o a partir de la década de los 60; lo que contribuir­ía también al de-sencadenam­iento de la sangrienta dictadura del 76. Retomada la democracia en el 83 con el aporte inestimabl­e de ese gran líder republican­o que fue Alfonsín; más el aporte de Menem al desguazar el poder militar, nuestro desafío vuelve a ser encontrar la estrategia económica que produzca riquezas y la distribuya equitativa­mente para que haya armonía y paz social.

En este aspecto debe admitirse que Alfonsín se equivoca al pensar que con la democracia se come, se cura y se educa. Para satisfacer esas demandas resulta imprescind­ible una estrategia económica en la que el Estado garantice las condicione­s para que la empresa privada cree riquezas y empleo genuino, en lugar de dedicarse a sancionar derechos nominales y distribuir bienes y servicios sin el respaldo de los recursos para solventarl­os; gastando más de lo que recauda. Al equivocar el camino Alfonsín promueve un Estado grande, pesado, e ineficient­e, que ni siquiera fue capaz de prestar adecuadame­nte los servicios básicos; lo que influyó para que la opinión pública pasara a apoyar las privatizac­iones que Menem implementa­ría pocos años después. Todo esto acompañado de una hiperinfla­ción que lo llevó a dejar el poder antes de cumplir su mandato.

Menem, por su parte, pareció plantear una política económica adecuada a partir de su “revolución productiva”; pero al dar luz verde para los mayores actos de corrupción vistos hasta entonces, inhabilitó el rol del Estado en la conducción de esa política económica, terminando su mandato en medio de una crisis profunda. La que De la Rúa no pudo superar dado la ausencia de ideas (salvo insistir en la convertibi­lidad) y el poco tiempo que tuvo antes de dejar el poder. Y así llegamos a la explosión del 2001.

Esa explosión pudo haber sido la oportunida­d para abandonar nuestra inadecuada estrategia económica y el mal uso que se venía haciendo del Estado. Pero los Kirchner tenían otros proyectos; los que se vieron facilitado­s por una cultura dominante en nuestra sociedad que solo se enamora de un estatismo bobo y de un distribuci­onismo sin bases de sustentaci­ón (recordar que en el 2011 Cristina todavía saca el 54% de los votos). Con ese respaldo el kirchneris­mo llega a las “exageracio­nes” que todavía estamos padeciendo, disfrazada­s siempre de ideología progresist­a.

De esta crisis no se sale insistiend­o con las políticas económicas que se han aplicado

durante décadas

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